La sencillez, al poder

La Copa del Rey es el torneo nacional mejor dise?ado. A los entrenadores no les gusta pero a los aficionados, s¨ª. Es una competici¨®n breve e intensa, lo que no deja de ser una virtud -el sistema espa?ol fue exportado a Italia hace un a?o con indudable ¨¦xito- Y es una competici¨®n susceptible de resolverse con sencillez y provocar la sorpresa. Puede bastar con un americano en estado de gracia, con un triplista nacional con ganas de hacer da?o o con un entrenador reci¨¦n llegado.No es extra?o, por ello, que los entrenadores acostumbren a renegar de la Copa porque se sienten inseguros ante ella: les viene a mitad de temporada y no la pueden preparar a conciencia porque los partidos se suceden de un d¨ªa para otro. La Liga es diferente: se mueve seg¨²n una l¨®gica cartesiana y no ha pasado de un mon¨®tono reparto entre el Madrid y el Barcelona. En la Liga es m¨¢s f¨¢cil encontrar excusas.
Pocos ingredientes
Porque la Copa no exige a un equipo excesivos ingredientes. S¨®lo disposici¨®n de ¨¢nimo, ideas claras y alguna referencia s¨®lida, pero no demasiadas. El CAI, por ejemplo, gan¨® sus dos Copas gracias a su americano de turno, l¨¦ase MaGee en 1983 o Davis en 1990 -casualmente jugar¨¢n juntos la actual edici¨®n- Y el CAI gan¨® una Copa con un t¨¦cnico de 24 a?os en el banquillo y no m¨¢s de tres semanas de experiencia en Primera Divisi¨®n. El Barcelona gan¨® otra pasando dificultades hasta la final y permitiendo que Soloz¨¢bal resolviese con un triple una jugada que estaba dise?ada para Sibilio.
La actual edici¨®n a?ade a estas circunstancias un elemento m¨¢s como es la falta de un candidato s¨®lido, de una referencia a la que agarrarse. En, otras ocasiones, a la Copa llegaba el Madrid vestido con 37 victorias consecutivas o estrenando a Petrovic. O bien llegaba el Barcelona con su equipaje al completo. Y el destino de ambos sol¨ªa ser alcanzar esa final. en la que se dirimiese otra nueva contienda entre los dos grandes. Esta semana, en Zaragoza, no s¨®lo no ser¨¢ posible una final parecida (si acaso una semifinal) sino que andan con lo justo.
Dado el estado general de los participantes resulta que casi todos (TDK y Elos¨²a quedan fuera) son candidatos. Porque casi todos tienen un americano capaz de hacer da?o, todos tienen reboteadores, todos tienen alg¨²n triplista en condiciones y todos tienen un entrenador.
Es comprensible, por tanto, que a los t¨¦cnicos no les guste la Copa. Porque les puede dejar en entredicho, porque permite que un jugador resuelva por su cuenta. Porque, en definitiva, no hay tiempo para complicaciones estrat¨¦gicas. La Copa exige sencillez.
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