Aclarar lo ambiguo
LA CELEBRACI?N de la Diada no ha supuesto la apoteosis del crescendo verbal que ha vivido Catalu?a en las ¨²ltimas semanas sobre el autogobierno y la independencia. A Converg¨¨ncia no le interesaba una celebraci¨®n fuerte que excluyera a demasiados ciudadanos de la fiesta nacional. Se quiso enfriar la Diada y se consigui¨®. Jordi Pujol, con la afirmaci¨®n del respeto al marco constitucional, recondujo las lecturas que se hab¨ªan hecho sobre la estrategia verdadera del nacionalismo conservador. Desactiv¨® temporalmente una pol¨¦mica que, pese a ser fundamentalmente dial¨¦ctica, est¨¢ dejando un poso de radicalismo en algunos sectores de Catalu?a y generando sorpresa en otros lugares de Espa?a.El pujolismo achaca la actitud escandalizada de Madrid a la hist¨®rica incomprensi¨®n del resto de Espa?a y no admite que en su discurso hay una calculada ambig¨¹edad -administrada en sus acentos seg¨²n convenga- para absorber el radicalismo nacionalista. La pol¨¦mica ha dejado un ambiente de confusi¨®n, incluso de prevenci¨®n, que puede enturbiar una negociaci¨®n crucial, como la de la financiaci¨®n auton¨®mica, en el sentido de no saber exactamente para qu¨¦ se pide: si para el refuerzo leg¨ªtimo del autogobierno o como un calculado paso m¨¢s en un proyecto de Catalu?a que, por no estar definido en su alcance, desbordar¨ªa el ¨¢mbito de la Constituci¨®n. Esta confusi¨®n afecta no s¨®lo a la pol¨ªtica espa?ola general, sino tambi¨¦n al partido mayoritario en Catalu?a. Seguramente, tanto el alcalde de Solsona, que se ha negado a izar la bandera espa?ola en el Ayuntamiento su excusa de que estaba en la tintorer¨ªa es una payasada como los concejales de CIU que han votado a favor del derecho a la independencia, cuando lo han hecho, no han tenido ninguna sensaci¨®n de heterodoxia dentro de su partido y ahora se estar¨¢n preguntando el porqu¨¦ de la rega?ina que el 11 de septiembre les han propinado sus m¨¢s altos dirigentes.
Ser¨ªa est¨²pido arrojar a las tinieblas de la moci¨®n a toda ideolog¨ªa que contenga ensue?os ?ndependentistas, sobre todo cuando se practica desde el rechazo a la violencia. Pero la ciudadan¨ªa tiene derecho a saber qui¨¦n est¨¢ claramente por esa alternativa -con todo lo que implica de conflictividad y de ruptura con el actual proyecto democr¨¢tico- y qui¨¦n por el desarrollo de la Constituci¨®n en la perspectiva de la unidad europea, una unidad que tiene como genuina vocaci¨®n la eliminaci¨®n de barreras y de fronteras en vez de la creaci¨®n de otras nuevas. Ambos caminos se excluyen entre s¨ª; confundirlos con volutas de humo dial¨¦cticas equivale a secuestrar el derecho de los ciudadanos a una informaci¨®n precisa y veraz sobre los prop¨®sitos pol¨ªticos de quien eso practica.
El escas¨ªsimo crecimiento de la capacidad de convocatoria de los grupos independentistas en la Diada puede haber llevado la tranquilidad a quienes, desde el nacionalismo conservador, tem¨ªan que la contundencia de Esquerra Republicana provocara una merma en el respaldo electoral de CiU. Tras el 11 de septiembre, los c¨¢lculos sobre el momento conveniente para convocar las elecciones auton¨®micas vuelven -a situarse en el resultado de las negociaciones sobre la financiaci¨®n auton¨®mica, una disputa m¨¢s comprensible para la ciudadan¨ªa catalana que las abstractas -y a veces motivadas por mezquinos m¨®viles- discusiones sobre derechos y esencias.
Sin duda, una notable ayuda al cultivo de estas peri¨®dicas expansiones nacionalistas es la escasa ambici¨®n de la actual pol¨ªtica auton¨®mica del Gobierno central y del partido que lo sustenta. Los socialistas catalanes han formulado una propuesta federalista, asumida por el PSOE, pero se trata de una asunci¨®n m¨¢s bien nominalista. Y lo es porque, aun antes de hablar a fondo del asunto, la pol¨ªtica del PSOE, incluso sin necesidad de retoques jur¨ªdicos sustanciales, pod¨ªa haber avanzado mucho m¨¢s en la apuesta por federalizar Espa?a, en el ¨¢mbito de las competencias y de un reparto m¨¢s equilibrado de los recursos.
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