Derecho de la v¨ªctima
LOS DOS centenares de ultras que el s¨¢bado se concentraron en Madrid con la intenci¨®n de participar en un acto de homenaje a la Legi¨®n C¨®ndor -la unidad de la aviaci¨®n nazi que destruy¨® Gernika-, prohibido por la autoridad gubernativa, portaban,una pancarta con el lema "Libertad de expresi¨®n".La prohibici¨®n fue justificada con el argumento de que "la libertad de reuni¨®n y la de expresi¨®n tienen su l¨ªmite en el respeto al derecho del honor y a la dignidad humana". El argumento puede considerarse una s¨ªntesis del razonamiento que ha llevado al Tribunal Constitucional a conceder el amparo solicitado por Violeta Friedman, jud¨ªa residente en Espa?a, en relaci¨®n a las declaraciones realizadas en 1985 a un semanario por el antiguo jefe de las SS Le¨®n Degrelle. Este se?or, a quien el r¨¦gimen de Franco acogi¨® en Espa?a tras la derrota del hitlerismo, y que figuraba entre las personas invitadas a participar en los actos de exaltaci¨®n nazi organizados por la ultraderecha para estos d¨ªas, negaba en aquellas declaraciones la realidad del holocausto, ironizaba sobre los campos de exterminio y expresaba su deseo de que apareciera un nuevo f¨¹hrer para "salvar a Europa". Por su parte, Violeta Friedman, de 63 a?os, ten¨ªa 14 cuando fue ¨ªnternada en Auschwitz, donde cinco miembros de su familia fueron asesinados.
Ninguna justicia podr¨¢ reparar ese da?o. Pero la v¨ªctima tiene derecho a esperar, al menos, el amparo frente a quienes traten de prolongarlo mediante la crueldad a?adida de cuestionar la existencia del da?o mismo. Entre las alegaciones presentadas por la defensa de Degrelle figura la afirmaci¨®n de que Violeta Friedman "no acredit¨® que fuera jud¨ªa, ni que estuvo en Auschwitz, ni que sus familiares fueron asesinados all¨ª". Y tambi¨¦n que el ex jefe nazi se limit¨® a "expresar unas dudas sobre determinados aspectos (relacionados con los campos), como es la existencia de las c¨¢maras de gas". De ello deduce la defensa de Degrelle, que en sus manifestaciones no hay nada que pueda considerarse ofensivo para "ning¨²n collectivo, etnia o grupo", y mucho menos para la persona recurrente.
?Puede la libertad de expresi¨®n cubrir bajo su manto la apolog¨ªa de un r¨¦gimen entre cuyos objet¨ªvos te¨®ricos fliguraba el exterminio de todo un pueblo y entre cuyas realizaciones pr¨¢cticas est¨¢ el asesinato de seis millones de jud¨ªos por el hecho de serlo? ?Hasta qu¨¦ punto conjeturar sobre la realidad de tales hechos puede considerarse materia, opinable, tema de controversia hist¨®rica como pueda serlo la conquista de Am¨¦rica o la espa?olidad de Gibraltar? En el fondo, lo que se plantea es la singularidad de la empresa criminal nazi: el tema que ha alimentado el llamado debate de los historiadores en Alemania o el planteado en Francia a ra¨ªz del proceso contra Klaus Barbie. Un debate en el que se enfrentaban la memoria de las v¨ªctimas, por una parte, y el deseo interesado de trivializar lo ocurrido como un episodio m¨¢s entre los horrores de la historia, por otra.
En ausencia de una legislaci¨®n espec¨ªfica que consagre esa singularidad, la sentencia se esfuerza por extraer de la savia constitucional argumentos que colmen dicho vac¨ªo. Admite el tribunal que las declaraciones de Degrelle transmiten opiniones (no noticias), por lo que en principio no ser¨ªa relevante a efectos de ponderaci¨®n entre derechos concurrentes que lo dicho fuera o no veraz; pero, por otra parte, el derecho de expresi¨®n "no garantiza el derecho a expresar y difundir un determinado entendimiento de la historia (...) con el deliberado ¨¢nimo de menospreciar y discriminar a person¨¢s o grupos".
La sentencia da por sentado que de las declaraciones se desprende una evidente "connotaci¨®n rac¨ªsta y antisemitaque no puede interpretarse sino como una incitaci¨®n antijud¨ªa", y una voluntad de "descr¨¦dito y menosprecio de las propias v¨ªctimas", lo cual es "incompatible con el respeto a,la dignidad humana" consagrado por la Constituci¨®n. En funci¨®n de ello, el tribunal "reconoce el derecho de la recurrente al honor". Es decir, el de Violeta Friedman en tanto que v¨ªctima. La sentencia no sustituye a una legislaci¨®n antinazi como la ex¨ªstente en otros pa¨ªses. Pero pone l¨ªmites al aprovechamiento que los ultras, nacionales o for¨¢neos, ven¨ªan haciendo. de esa laguna con la intenci¨®n, de convertir a Espa?a en escaparate permanente de sus exhibiciones.
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