El Madrid le arrebat¨® la Liga al Atl¨¦tico

Un derby es un partido fuera de programa. Quien quiera ver buen f¨²tbol, no lo encontrar¨¢. Pero cuando sale uno agitado, como el de ayer, la emoci¨®n que transmite es insuperable. El Atl¨¦tico lleg¨® a ser l¨ªder del campeonato, pero lo perdi¨®. El Madrid se dio un paseo por los infiernos, pero acab¨® en los altares.
Durante 28 minutos (14 en la primera parte y otros 14 en la segunda) el Atl¨¦tico de Madrid tuvo la Liga ganada. Fue incapaz de conservarla. El Real Madrid se la arrebat¨® y remont¨® por dos veces un resultado adverso. Y, curiosamente, el desenlace estuvo provocado por la respuesta anti-natura de los dos equipos. El Atl¨¦tico del f¨²tbol-control, pas¨® a mejor vida cuando m¨¢s cerca estaba del cielo. El Madrid cobarde y reserv¨®n se convirti¨® en agresivo y valiente cuando se encontr¨® con el precipicio bajo sus pies. Ser¨ªa muy torpe el Madrid si ahora no ganase la Liga. S¨®lo necesita cuatro de los seis puntos que restan para alcanzar un t¨ªtulo que al Atl¨¦tico se le escap¨® de su zurr¨®n.
El fracaso del Atl¨¦tico estuvo en que fue incapaz de mantener personalidad cuando, m¨¢s lo necesitaba. Llegaba al Bernab¨¦u como un equipo muy compacto su mentalidad defensiva, capaz de mantener el control del tempo del partido con ventaja en el marcador. Pero ayer fall¨® precisamente en eso. Tuvo dos ventajas para apuntillar al Madrid, pero no las supo administrar. Apenas rob¨® balones durante los 90 minutos, y el centro de su defensa se convirti¨® en un flan con botas cuando tuvo que frenar las acometidas del Madrid.
El gol de Aguilera (1-2, m. 55) marc¨® el principio del final del sue?o del Atl¨¦tico. Hasta entonces, el Madrid controlaba el bal¨®n, pero no sab¨ªa qu¨¦ hacer con ¨¦l. Ese fue el punto de inflexi¨®n del partido. Leo Beenhakker no tuvo m¨¢s remedio que olvidar su natulareza conservadora y apost¨® a todo o nada. Recurri¨® a Alfonso y plant¨® a tres delanteros en el campo. El coraje del resto del equipo, acorralado en la miseria, hizo el resto. La defensa del Atl¨¦tico salt¨® hecha a?icos.
Ni siquiera Futre pudo solucionar la cat¨¢strofe atl¨¦tica. Su comienzo fue espectacular. Su primera escapada acab¨® en gol. A partir de entonces, desequilibr¨® completamente el marcaje zonal que le hab¨ªa preparado Beenhakker. Cuando Futre cog¨ªa el bal¨®n, el Bernab¨¦u callaba con un silencio aterrado. Y Futre caracoleaba entre defensas l¨ªvidos. Dicen que los viejos remedios son los mejores para las enfermedades. Y ayer se confirm¨®. Beenhakker cambi¨® el marcaje y coloc¨® a Chendo sobre Futre. El portugu¨¦s desapareci¨®.
Luis Aragon¨¦s esperaba eso para lanzar su golpe ganador. Futre ten¨ªa que arrastrar a Chendo para dejar libre el lateral. Pero a Luis le fallaron los planes. Ni Schuster ni Vizca¨ªno estuvieron ayer a su altura habitual como lanzadores, y quien encontr¨® ese carril, Soler, fue incapaz de aprovecharlo.
El partido estuvo repleto de h¨¦roes y villanos. Entre los primeros, adem¨¢s de Futre, estuvo Luis Enrique, un jugador vehemente en exceso, pero que ayer fue clave en su equipo. Entre los segundos, Schuster, que acus¨® la presi¨®n. O Villarroya, que pide a gritos que le pongan una pista de atletismo en el lateral para de mostrar que corre mucho, aunque no toque bien el bal¨®n.
Y para que el derby fuese completo, no falt¨® la pol¨¦mica arbitral. Ur¨ªo Vel¨¢zquez comenz¨® tan duro que luego tuvo que poner la marcha atr¨¢s. Le perdon¨® la expulsi¨®n a L¨®pez, un jo ven que se ha ganado el apelativo de Super L¨®pez por sus grandes facultades, pero que pega patadas tan descaradamente que recuerda al hist¨®rico Griffa. Ur¨ªo, adem¨¢s, dej¨® espacio para la pol¨¦mica por dos presuntos penaltis en el ¨¢rea del Madrid (uno a Futre y otro a Sabas), por un tercero en la del Atl¨¦tico (a Alfonso), y por un fuera de juego inexistente que se?al¨® a Hagi cuando ya la grada cantaba el gol. Claro que la enfermedad del fuera de juego es tan cr¨®nica que da pie a pensar que la Liga espa?ola est¨¢ adulterada por los se?ores de las banderas.
Pero todos estos errores no van a cambiar las cosas. El Atl¨¦tico puede sentirse especialmente frustrado por sus derrota. Nadie, excepto Luis Aragon¨¦s, cre¨ªa en serio que pod¨ªa ganar este a?o la Liga. Y cuando ha sucedido, la presi¨®n ha podido con el equipo. Todo lo contrario le ocurri¨® al Madrid. Ten¨ªa la Liga tan ganada que s¨®lo reaccion¨® cuando ve¨ªa c¨®mo se le escapaba.
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