Las almas devueltas
Desde que llegu¨¦ a Madrid en noviembre de 1988 estoy observando con estupor, c¨®lera e impotencia un fen¨®meno francamente deplorable. Se trata de los 11 ciudadanos bajo sospecha", denominados as¨ª por Amelia Castilla en su art¨ªculo de EL PA?S del 20 de septiembre, al referirse al conglomerado de ciudadanos, principalmente latinoamericanos, que son devueltos a sus pa¨ªses antes de cruzar la frontera espa?ola por las puertas de Barajas.A estos ciudadanos no se les exige visado para visitar Espa?a, y aunque, indudablemente, muchos vengan con toda la intenci¨®n de quedarse (yo logr¨¦ ese objetivo), no es justo, a mi juicio, el tratamiento que reciben estas personas dado que son cribadas por criterios aleatorios y arbitrarios.
No quiero desarrollar el gastado discurso de la justicia, esa a?orada dama que brilla por su ausencia desde que la historia, vieja inescrupulosa, comenz¨® a rodar llenando su vientre de atrocidades y maravillas. Me conformar¨ªa con que se aplicara la tan recurrida ley de lo menos malo: el establecimiento r¨¢pido y definitivo de un visado obligatorio que termine de una vez con el aniquilamiento sistem¨¢tico de la esperanza y los recursos, normalmente muy escasos, de estas almas devueltas, v¨ªctimas fundamentales de una pr¨¢ctica tan penosa y detestable.
En el ya famoso V Centenario, y despu¨¦s de la reci¨¦n finalizada Cumbre Iberoamericana, parece incre¨ªble que el Estado espa?ol sea el ejecutor de estas acciones. Igualmente, me indigna la pasividad de los Estados latinoamericanos con. vistas a la defensa de los derechos de sus ciudadanos.
Ante tantas barbaries (¨¦sta quiz¨¢ sea m¨ªnima), resulta indispensable o¨ªr un merenguito para recuperar el entusiasmo.
Prefiero Visas para un sue?o a este cachondeo de tan mal gusto-
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