Un ejercicio de fe
Empecemos por decir que ser del Bar?a, aqu¨ª o en la China, tiene su melendengue. La bonanza vivida estos dos ¨²ltimos a?os no nos pueden hacer olvidar todo lo pasado. Hemos sido v¨ªctimas del cachondeo de todo el pa¨ªs, nos hemos visto como carne de chistes, normalmente malos; hemos sido objeto de todo escarnio y nos han se?alado desde todas partes con el dedo mojado en asperete. Lo que afirmo, y lo hago desde la serenidad que da ser campe¨®n de varias cosas a la vez, no es mero victimismo ni forma parte de la tradici¨®n nacionalista catalana de rasgarse las vestiduras, con la que no tengo, afortunadamente, nada que ver. Lo digo desde la memoria del aficionado no beneficiado ni por la fortuna, ni por el destino, ni por el capricho de ¨¢rbitros y mandatarios. Mi equipo, no nos enga?emos, ha sido un cachondeo.Ser del Bar?a, hecho que en determinada ¨¦poca se ha aproximado al estajanovismo, supone un constante ejercicio de suspense y de fe. Hemos necesitado fe para sobreponemos a las sequ¨ªas de t¨ªtulos. Ganar Copas del Rey, o Copas de la Liga, o trofeos Carranza, hubiera sido un ¨¦xito para cualquier otro equipo, pero no para uno que representa una masa social fiel y fervorosa. Sin embargo, el tiempo del Bar?a parece haber llegado, y lo hace, como lo hizo a?os atr¨¢s, de la mano de un holand¨¦s genial e imprevisible, que ha permitido, entre otras cosas, que los barcelonistas que vivimos en Madrid perdonemos la vida a tanto madridista que nos rodea.
Hay, con todo, una diferencia entre ser barcelonista en Madrid y madridista en Barcelona. Yo, aqu¨ª, en este Madrid eternamente proteico, puedo permitirme el lujo de ser provocador, como soy, descarado e hiriente. La diferencia puede estar en que Barcelona transige menos con estas bromas, mientras que Madrid, acostumbrada a otro traj¨ªn de melting pot, acaba ignorando mi insidia. Puedo permitirme decir en los medios madrile?os para los que trabajo cosas como que hay que acabar con el Madrid, que ¨¦ste forma parte de la peor historia de Espa?a, que contra ¨¦l todo vale y que su desgracia es mi triunfo.
Bueno, pues no pasa nada, se cabrean algo, pero todo queda ah¨ª, acaban record¨¢ndome no s¨¦ qu¨¦ de unas copas de Europa de las que ya no se acuerdan ni ellos. S¨¦ que el caso contrario, el de Javier, mi compa?ero de pol¨¦mica, en caso de ser tan insensato como para ponerlo en pr¨¢ctica, acabar¨ªa con una petici¨®n formal para que abandonara la vida y hacienda y pusiera tierra por medio.
Ser cualquier cosa en corral ajeno guarda el encanto de la aventura. Ser madridista es anacr¨®nico, y ser barcelonista es emergente. No hay otra ley, aqu¨ª o en la China, y si no, vean el partido y convengan conmigo (yo ir¨¦ al Bemab¨¦u) que los fantasmas siempre van de blanco.Carlos Herrera es periodista.
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