"Gu¨ªo una nave que no se sabe ad¨®nde va"
Pregunta. ?Es usted el ¨²ltimo jefe de Gobierno de la primera Rep¨²blica o bien el primero de la segunda?Respuesta. Me plante¨¦ esa pregunta el d¨ªa en que el Gobierno fue presentado al Parlamento. Mi respuesta fue que Italia estaba y est¨¢ atravesando una fase de transici¨®n. Y yo estoy dirigiendo el Gobierno en esta fase. Conclu¨ª que la respuesta a esa pregunta deber¨ªa darla la historia.
P. Nueve meses despu¨¦s ya debe de tener una impresi¨®n m¨¢s concreta.
R. La respuesta es la misma hoy que entonces. Con la conciencia de que muchas de las cosas que he realizado, y muchas de las caracter¨ªsticas que tiene el Gobierno, pertenecen a lo nuevo. Porque si uno de los principales defectos de lo viejo era la enfermedad de los partidos, que se hab¨ªan apoderado del aparato institucional, perdiendo as¨ª sus ra¨ªces, y en consecuencia eran percibidos m¨¢s como poderes que como la voz del pueblo frente al poder, mi Gobierno ha trabajado mucho contra esta enfermedad. No pod¨ªa enraizar nuevamente a los partidos en la sociedad, pero pod¨ªa expulsarles de las instituciones. Y esto lo he hecho.
P. Usted ha planteado una "soluci¨®n pol¨ªtica" para sanear la vida p¨²blica y acabar con la corrupci¨®n.
R. Cierto. Yo no he creado todo lo nuevo. S¨®lo he aportado una contribuci¨®n, algo m¨¢s modesto aunque sea ¨²til. No basta la acci¨®n del poder para el cambio. Se precisa una acci¨®n m¨¢s amplia, que depende de los ciudadanos, de los partidos, del Parlamento. Necesitamos una nueva ley electoral, y ¨¦sta debe hacerla el Parlamento.
Si continu¨¢semos votando con la ley electoral vigente producir¨ªamos solamente fragmentaci¨®n, y no Gobierno. Urge un recambio de buena parte del personal pol¨ªtico. La llamada cuesti¨®n moral apunta sobre todo a esto. Naturalmente que el recambio es una fuerza hacia lo desconocido.
P. Pero antes de la ley electoral est¨¢ el problema de la ley del perd¨®n que ultima esta semana su Gobierno para los pol¨ªticos envueltos en irregularidades. ?No resultar¨¢ discriminatoria respecto a los ciudadanos implicados en otro tipo de delitos?
R. Se equivoca totalmente ?sta no ser¨¢ una ley de perd¨®n.
P. En la propuesta de esta ley late una distinci¨®n peligrosa: entre quienes han cometido irregularidades formales y quienes se han lucrado.
R. Yo nunca lo he dicho, aunque s¨ª otros. Son muchos en Italia los que piensan que entre delitos graves como la corrupci¨®n y el simple de la financiaci¨®n ilegal del partido hay una diferencia sustancial. Y que la financiaci¨®n ileg¨ªtima del partido, como otras irregularidades cometidas por otros ciudadanos, como usted dice, pueden ser castigadas por v¨ªa no penal. Yo no he expresado esta opini¨®n, pero se la explico.
P. Pero usted tiene su opini¨®n, incluso como jurista.
R. Cuando el Gobierno haya tomado una decisi¨®n al respecto, la explicar¨¦.
P.?Son tantas las divergencias en el Ejecutivo que le impiden opinar? .
R. No es eso, es que estamos trabajando sobre esta cuesti¨®n.
El Gobierno se est¨¢ formando una opini¨®n.
P.?La idea es que sin esa soluci¨®n pol¨ªtica toda la clase dirigente italiana, pol¨ªticos y empresarios, tendr¨¢ que ir a la c¨¢rcel?
Uno es la posibilidad del encarcelamiento preventivo, siempre posible en, el curso de un proceso: depende del, criterio de los jueces a la hora de buscar pruebas. Si al concluir la instrucci¨®n de esos procesos habr¨¢ o no pruebas suficientes para condenar a la c¨¢rcel o a otras penas, eso ya no lo s¨¦.
P. La opini¨®n p¨²blica es tajante sobre la existencia y gravedad de la corrupci¨®n.
R. La opini¨®n p¨²blica es muy, muy dura. Y lo es justamente, a mi parecer, porque los episodios de corrupci¨®n registrados est¨¢n tan ramificados y difundidos que han sorprendido a todos, incluso a quienes sab¨ªan que hab¨ªa financiaciones complementarias a las previstas por ley. Se comprende la indignaci¨®n popular.
Pero eso no debe llevarnos a considerar culpables a quienes ¨²nicamente est¨¢n siendo investigados. S¨®lo est¨¢n bajo sospecha.
P. El sistema de financiaci¨®n se hunde. Parece incluso que toda la vida pol¨ªtica italiana se derrumba.
R. No creo que se derrumbe toda la vida pol¨ªtica. La pol¨ªtica italiana es como un cuerpo humano atacado por un c¨¢ncer que ha provocado m¨²ltiples met¨¢stasis: la operaci¨®n quir¨²rgica es d¨ªficil y devastadora. Pero no necesariamente todo el cuerpo est¨¢ completamente enfermo. Italia atraviesa uno de esos momentos en que una democracia, si es fuerte, consigue emplear instrumentos democr¨¢ticos para sobrevivir.
P. Pero tras la ley de perd¨®n, semiamnist¨ªa o como la llamen...
R. ?Por qu¨¦ siempre me plantea peros?
P. Porque as¨ª es m¨¢s f¨¢cil expresar las dudas. Despu¨¦s del saneamiento habr¨¢ que encontrar un nuevo sistema de financiaci¨®n. Los pol¨ªticos franceses se autoamnistiaron y sin embargo se han reproducido en Francia las irregularidades.
R. No somos tan c¨¢ndidos como para pensar que una ley que acelere los procesos, que es lo m¨¢ximo que pretendemos, pueda resolver por s¨ª sola un problema tan gigantesco, sin una nueva ley electoral, sin una nueva ley de financiaci¨®n de los partidos, sin nuevos controles sobre la Administraci¨®n, sin c¨®digos deontol¨®gicos para pol¨ªticos y funcionarios. Sin todas esas medidas, un sistema enfermo no recuperar¨¢ la buena salud.
P. Menudean en Europa los partidarios de financiar los partidos a la americana. Donaciones, las que sean; pero con transparencia total. ?Est¨¢ la cultura empresarial europea en disposici¨®n de afrontar esa transparencia?
R. Buen tema. Nosotros resolveremos el problema en la nueva ley prohibiendo totalmente las contribuciones de las empresas a los partidos. Solamente podr¨¢n hacerlo las personas fisicas.
P. Todas estas reformas, si se aplican, supondr¨¢n la jubilaci¨®n de la mayor parte de la clase pol¨ªtica.
R. Pienso que s¨ª. En el fondo, la soluci¨®n a todos estos problemas es lo que ustedes llaman el cambio. La dificultad italiana en este momento es que no se sabe muy bien qui¨¦n podr¨¢ ser el protagonista del cambio. No me refiero a la persona concreta, sino a la fuerza pol¨ªtica.
P. Ese cambio implicar¨¢ una mutaci¨®n esencial en el mapa de los partidos.
R. ?se es el mayor problema.
Existe un fen¨®meno de creciente inestabilidad pol¨ªtica en toda Europa. Todos los partidos que gobiernan atraviesan dificultades: en Espa?a, Francia, Reino Unido, Alemania, Grecia, quiz¨¢ con la excepci¨®n de Portugal. En Italia estas dificultades de los partidos del Gobierno han creado una absoluta incertidumbre sobre qui¨¦n gobernar¨¢ dentro de dos a?os. Hoy me dec¨ªa Mario Soares que quiz¨¢s el camino de Italia sea la avanzadilla de otros procesos europeos..
P. ?Cu¨¢l es su f¨®rmula para reformar el sistema electoral?
R. Personalmente soy favorable al sistema mayoritario a dos vueltas, como en Francia, pero eso exige una gran disminuci¨®n del n¨²mero de diputados, porque si no, si tuvi¨¦semos que elegir con colegios uninominales 630 diputados como ahora, tendr¨ªamos colegios demasiado peque?os y eso dar¨ªa lugar a un localismo peligroso. Si se mantiene el n¨²mero de diputados lo adecuado ser¨ªa un equilibrio
entre una parte con colegios uninominales mayoritarios y una parte proporcional.
P. ?Ese planteamiento concitar¨¢ consenso?
R. Creo que s¨ª, porque los tres grandes partidos, los democristianos, socialistas y el PDS [ex comunista], est¨¢n m¨¢s o menos de acuerdo.
P. ?Se recuperar¨¢ con ello el consenso social, la legitimidad del sistema en su conjunto?
R. S¨ª, se recuperar¨¢. La nueva ley electoral es b¨¢sica para ello. Hoy, los ciudadanos apenas se reconocen en nosotros, que hemos sido elegidos mediante el viejo sistema. Probablemente se reconocer¨¢n m¨¢s en personas elegidas con otro m¨¦todo. Si se piensa en la legitimaci¨®n del sistema, la nueva ley electoral es la pieza maestra de todo el programa de medidas que he resumido.
P. Los intelectuales se debaten entre calificar el proceso italiano de revoluci¨®n -sin revolucionarlos- o de transformaci¨®n profunda. Todos exigen una gran renovaci¨®n.
R. Yo palpo que este cambio profundo est¨¢ en marcha. Por eso es dificil guiar la barca, porque no se sabe exactamente a qu¨¦ puerto debe llegar. Nuestros comentaristas est¨¢n a¨²n m¨¢s agitados: a veces, para vender el producto, el peri¨®dico, algunos caen en la tentaci¨®n de poner una may¨²scula de m¨¢s.
P. En cualquier caso, es dificil protagonizar un cambio desde un Gobierno d¨¦bil.
R. ?D¨¦bil?
?Por qu¨¦?
P. Porque ha debido afrontar mociones de censura, rebeliones sindicales, remoci¨®n de tres ministros en el ¨²ltimo mes, porque no ha podido remodelarlo con el procedimiento que usted deseaba -dimisi¨®n de todos- sino obligado por la ¨®ptica de los intereses de los cuatro partidos (democristiano, socialista, socialdemocr¨¢tico y liberal) que lo componen.
R. He conocido Gobiernos mucho m¨¢s d¨¦biles. Este Gobierno ha conseguido hasta hoy cumplir ¨ªntegramente su programa. Ha hecho cosas dif¨ªciles, ha topado con enormes obst¨¢culos. Y todav¨ªa estamos aqu¨ª.
P. No ha cumplido, por ejemplo, el programa de privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas.
R. Pero no diga eso. Lo estamos haciendo. La se?ora Thatcher, que gobern¨® con una mayor¨ªa absoluta en el Reino Unido y se gan¨® el apelativo de la dama de hierro, emple¨® 12 a?os para materializar las privatizaciones.
P. En su caso, sus motivaciones son m¨¢s t¨¦cnico-econ¨®micas -para reducir el d¨¦ficit- y pol¨ªticas -diluir las bases de la corrupci¨®n- que ideol¨®gicas.
R. Desde luego, mis privatizaciones para nada reflejan la ideolog¨ªa thatcheriana. S¨®lo digo que estas operaciones, una vez decididas, requieren bastante tiempo para ejecutarse. Adem¨¢s, hemos aterrizado en el mercado en una coyuntura m¨¢s dificil. El mercado financiero vive una fase de escas¨ªsimas disponibilidades. Si yo hubiese puesto a la venta hace dos a?os el Cr¨¦dito Italiano, probablemente lo hubiera vendido en dos meses. Si todav¨ªa no he conseguido venderlo es por culpa de las condiciones del mercado y no de un retraso que me sea imputable.
P. Y tambi¨¦n por las divergencias en el Gobierno: el ministro de Industria, democristiano, se ha opuesto a ese programa.
R. Ciertamente hay posturas opuestas a las privatizaciones.
Pero lo que cuenta son los hechos. El Cr¨¦dito Italiano se ha puesto a la venta. Quien gestiona esa venta s¨®lo ahora est¨¢ a punto de encontrar comprador. Requiere tiempo. En cuanto a nuestra motivaci¨®n, ¨¦sta consiste en el reforzamiento de la industria nacional italiana. No la industria p¨²blica, sino la nacional. Los resultados de la venta del Cr¨¦dito Italiano, por seguir con ese caso, no ir¨¢n a cubrir el d¨¦ficit presupuestario p¨²blico, sino que se dedicar¨¢n a reforzar otros sectores productivos.
P. Su Gobierno ha tenido el coraje de hacer, desde la debilidad, un presupuesto muy austero para 1993. ?C¨®mo se est¨¢ ejecutando en los dos meses transcurridos?
R. Insisto en que el Gobierno no es d¨¦bil, sino de mayor¨ªa exigua. El presupuesto por ahora est¨¢ funcionando. Mi temor consiste en que la recesi¨®n, mucho m¨¢s grave de lo que se previ¨® hace seis meses, probablemente determinar¨¢ una reducci¨®n de los ingresos. Los ingresos se calcularon con un crecimiento del PIB del 1,5% para 1993 y la previsi¨®n actual disminuye el crecimiento al 0,5%.
P. Ten¨ªan previsto volver al Sistema Monetario Europeo (SME) a final de 1992.
R. Lo condicion¨¢bamos a dos requisitos: la culminaci¨®n del ajuste financiero interno y la estabilidad del SME.
La primera condici¨®n se ha cumplido, pero no la segunda, como lo demuestran las especulaciones y las devaluaciones sufridas por otras divisas en los ¨²ltimos dos meses. Actualmente, no preveo el retorno de la lira al SME antes de las elecciones francesas: espero que despu¨¦s volver¨¢n las condiciones de estabilidad.
P. Si retrocedi¨¦semos a oto?o, ?no hubiera preferido otra alternativa a la salida de la lira del sistema, dados los costes que ¨¦sta supone para la financiaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico?
R. Cuando decidimos devaluar respecto al marco, otros -y no me refiero a Espa?a- deber¨ªan haberlo hecho tambi¨¦n. En aquel momento Italia no se equivoc¨®. Fueron otros los que erraron.
P. La eurofobia que se extiende por algunos de los 12 Estados miembros de la Comunidad Europea no parece tener caldo de cultivo en Italia, pese a una situaci¨®n econ¨®mica m¨¢s complicada.
R. Tiene raz¨®n. Italia figura entre los pa¨ªses m¨¢s europe¨ªstas, no s¨¦ si el que m¨¢s. Pero temo que si Europa no consigue comprometerse m¨¢s en la lucha contra el desempleo y por el crecimiento econ¨®mico perder¨¢ amigos incluso en Italia. En esta fase de crecimiento del paro en casi todos los pa¨ªses europeos, bastantes ciudadanos se preguntan: ?Qu¨¦ hace Europa para que yo mantenga mi empleo? ?S¨®lo construye el SME, y lo hace mal? ?ste es un riesgo para Europa.
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