Fuerza e irracionalidad
Los islamistas est¨¢n al acecho del m¨¢s m¨ªnimo signo de debilidad del Estado para, cuando aqu¨¦l aparece, manifestarse. Se hacen ¨²tiles y llenan el vac¨ªo creado por la incompetencia o la negligencia del Gobierno. Los terremotos les dan la inesperada ocasi¨®n de actuar con toda legalidad. Ya fuera hace 12 a?os en Chellaf (la antigua Orl¨¦ans Ville), en Argelia, o hace unos meses en Egipto, han demostrado su capacidad para superar unas cat¨¢strofes naturales agravadas por la falta de rigor y honradez de algunas autoridades. Funcionan apelando al esp¨ªritu de ayuda mutua y de solidaridad, virtud esencial del mensaje isl¨¢mico.Fuera de esos momentos cruciales, act¨²an tanto en lo social como en la educaci¨®n religiosa. Est¨¢n organizados para acudir en socorro de los hermanos necesitados, de los que est¨¢n en los hospitales p¨²blicos pero no tienen medicamentos, de los que buscan trabajo y no lo encuentran... La pr¨¢ctica de esta fraternidad a todos los niveles explica en parte su ¨¦xito. Trabajan la sociedad desde su base inspir¨¢ndose en el comportamiento del Profeta y de sus disc¨ªpulos, que se preocupaban por el bienestar de la gente. Este mimetismo con el Profeta es frecuente en la mayor parte de los islamistas, ya sean de Egipto o del Magreb. Pero ¨¦ste no es m¨¢s que un aspecto de su actividad.
Se ha se?alado que los estudiantes que se dicen islamistas proceden, sobre todo, de las facultades de ciencias. Son ellos, por ejemplo, los que tienen tomada la Facultad de Medicina en Casablanca. Y el mismo fen¨®meno se da en Argel o en T¨²nez. Aunque uno esperar¨ªa encontrarlos en las aulas de filosof¨ªa o literatura, es en los laboratorios de f¨ªsica o de qu¨ªmica donde son m¨¢s numerosos. Hay dos explicaciones para este fen¨®meno. La primera es simple: un ingeniero, un m¨¦dico, tiene m¨¢s posibilidades de encontrar trabajo y, por tanto, m¨¢s facilidad para ser ¨²til a la sociedad. La segunda es de car¨¢cter te¨®rico: la ciencia no admite la duda o el cuestionamiento, mientras que en filosof¨ªa lo que se aprende es, sobre todo, a pensar y a dudar. Es el debate contradictorio el que hace avanzar el pensamiento. En el campo de la ciencia, los islamistas est¨¢n al abrigo del debate de las ideas; sus creencias est¨¢n protegidas, al margen de toda discusi¨®n. En
Marruecos hay una escuela isl¨¢mica dirigida por un ingeniero f¨ªsico. Es una escuela que pretende ser moderna. Es su manera de estar en la modernidad y as¨ª no ser arrojados a las tinieblas de la Edad Media.
Sacan su fuerza de la irracionalidad. Dan respuesta a cuestiones tanto de orden metaf¨ªsico como de orden social y pol¨ªtico. Sacan sus respuestas del texto sagrado, del Cor¨¢n. Toda religi¨®n monote¨ªsta tiene como misi¨®n explicar el mundo, dar esperanza y convencer al creyente de que fuera del libro no hay salvaci¨®n. El problema con los islamistas argelinos es que su cultura religiosa es bastante d¨¦bil, les falta tradici¨®n teol¨®gica, lo que no es el caso de los egipcios, y todav¨ªa menos de los marroqu¨ªes, famosos por sus escuelas m¨ªsticas. En ese sentido, la lucha de los militantes del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) es m¨¢s pol¨ªtica que religiosa.
La sociedad marroqu¨ª no ha roto nunca con la religi¨®n.
Ning¨²n pol¨ªtico marroqu¨ª, en el pasado o en el presente, se ha desmarcado del islam. Ni siuquiera el partido comunista -que sigue existiendo- ha roto con la religi¨®n. Ha sido el respeto a la creencia del pueblo al que defiende el que ha hecho que ese partido no rechace la cultura isl¨¢mica. Eso le ha salvado. Desde siempre ha habido en Marruecos cofrad¨ªas que se han distinguido por su profundo estudio de los textos religiosos. Y no fue hasta comienzos de los a?os setenta cuando estas cofrad¨ªas comenzaron a organizarse en movimientos de reivindicaci¨®n social y, sobre todo, moral.
El hecho de que el rey de Marruecos sea el comendador de los creyentes -su descendencia del Profeta le da la categor¨ªa de jefe espiritual de la comunidad musulmana- le otorga una legitimidad religiosa que le permite estar presente en el discurso y en la actividad religiosa. Desde hace una decena de a?os, el poder pol¨ªtico marroqu¨ª sigue muy de cerca las reivindicaciones de los islamistas. Los ulemas (maestros cor¨¢nicos) han sido convertidos en funcionarios del Estado. Rabat impone los textos de las plegarias del viernes. El Ministerio del In terior debe dar permiso para la construcci¨®n de nuevas mezquitas. Durante el Ramad¨¢n, el rey organiza conversaciones religiosas que se retransmiten en directo por televisi¨®n. En resumen, la autoridad pol¨ªtica ocupa gran parte del territorio del islam.
Adem¨¢s, el rey no duda en ha blar con toda franqueza en sus discursos: "Los textos de la oraci¨®n de la noche no son amonestaciones, sino invitaciones a apreciar la religi¨®n. Tampoco son lecciones de pol¨ªtica. Atenci¨®n, no os met¨¢is en lo que no os concierne, que suba el precio del tabaco o el de la gasolina. ( ... ) Haceros estas advertencias es el deber del padre, del rey y del comendador de los creyentes", de clar¨® el rey de Marruecos en septiembre de 1982.
Esto no impide que las cofrad¨ªas intenten organizarse en la clandestinidad para luchar contra el mal, contra la corrupci¨®n, contra la "invasi¨®n de la cultura occidental". Cada vez son menos m¨ªsticos y est¨¢n m¨¢s centrados en la acci¨®n, especialmente en los medios estudiantiles. Hasta ahora no tienen nada que ver con los militantes del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (Argelia) ni con los Hermanos Musulmanes de Egipto, que han pasado a la fase activa de desestabilizaci¨®n del poder.
En Egipto, la situaci¨®n es todav¨ªa m¨¢s preocupante que en el Magreb. Fue en ese pa¨ªs donde naci¨®, en 1930, el movimiento de los Hermanos Musulmanes. Fue brutalmente combatido por los oficiales libres que tomaron el poder en 1952. Nasser hizo ejecutar a uno de los jefes espirituales m¨¢s populares de ese movimiento, Said Kobt. Sadat continu¨® persigui¨¦ndolos hasta que fue asesinado por un comando integrista. Hoy, Mubarak les ha declarado la guerra. Los atentados contra los turistas; m¨¢s tarde, el atentado en pleno centro de El Cairo, en la plaza de Tahrir, sin contar los enfrentamientos entre islamistas y fuerzas del orden que se saldaron, el pasado 13 de marzo, con 52 heridos; los del 16 de marzo en Assiut, alto Egipto (dos polic¨ªas muertos y nueve heridos), se inscriben en una ofensiva-defensiva del poder que se apoya en la represi¨®n para sofocar un fen¨®meno de oposici¨®n radical bien arraigado en la mentalidad del pueblo. Pero, con la represi¨®n, sus predecesores no lograron acabar con el radicalismo religioso.
Lo m¨¢s preocupante es la uni¨®n que los islamistas egipcios han logrado establecer entre las capas populares, pobres y sin perspectiva de futuro, y las clases dirigentes instruidas, algunos de cuyos miembros se han educado en pa¨ªses occidentales. Lo que el movimiento de extrema izquierda no logr¨® en los a?os sesenta -establecer un v¨ªnculo entre los intelectuales y el pueblo-, los islamistas lo est¨¢n consiguiendo en Egipto. De ah¨ª la inquietud de los medios pol¨ªticos e intelectuales laicos y liberales, que temen que en los dos pr¨®ximos a?os los islamistas tomen el poder.
Si Ir¨¢n y Sud¨¢n contin¨²an apoyando financiera y pol¨ªticamente el extremismo religioso, es muy probable que asistamos en los pr¨®ximos a?os al nacimento en cadena de varias rep¨²blicas isl¨¢micas (habr¨¢ un efecto domin¨®). Si Egipto gira hacia el integrismo, Marruecos le seguir¨¢, porque Egipto ha sido y sigue siendo el pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s importante, un pa¨ªs faro en el plano cultural e incluso pol¨ªtico.
En Argelia, la lucha entre los partidarios del FIS (ilegal) y el poder es una guerra sin cuartel. Desde enero de 1992, no hay un d¨ªa en que los islamistas no maten a un agente de la autoridad. Desde hace algunas semanas se asesina a pol¨ªticos, intelectuales: el doctor Laadi Flici, m¨¦dico de pobres, asesinado el 17 de marzo en su consulta, en el coraz¨®n de la alcazaba; Djilali Lyabes, un universitario moderado; un ex ministro; el ataque, el 22 de marzo, a un cuartel de Bughezul, en el sur de Argel, con un saldo de 41 personas muertas, 18 de las cuales eran soldados...
El desmantelamiento del FIS, al que se priv¨® de su victoria electoral en diciembre de 1991, no resolver¨¢ el problema. Al contrario, ayudado por esta frustraci¨®n y por una legitimidad populista, probablemente apoyado por Ir¨¢n, con el que Argel acaba de romper relaciones diplom¨¢ticas, el movimiento islamista argelino est¨¢ decidido a alcanzar el poder por todos los medios, y el terrorismo es uno de ellos. Frente al terrorismo y el hostigamiento cotidiano de los islamistas, el Gobierno s¨®lo sabe reprimir. ?Es una soluci¨®n?
Los argelinos sufren un problema de identidad. La ocupaci¨®n otomana, a la que sigui¨® la colonizaci¨®n francesa y despu¨¦s el reinado absoluto del partido ¨²nico durante los 30 primeros a?os de la independencia, no ha favorecido el surgimiento de una identidad estable que les hiciera sentirse seguros de s¨ª mismos. Cuando aparecieron los islamistas, el terreno estaba disponible. Si a esto se a?ade una situaci¨®n econ¨®mica catastr¨®fica -decisiones equivocadas-, la corrupci¨®n y la burocracia, el resultado es la situaci¨®n explosiva que vive el pa¨ªs desde hace 18 meses.
La cuesti¨®n que hoy se plantea es: ?se har¨¢ con el poder el integrismo como fuerza pol¨ªtica (puesto que la religi¨®n no es m¨¢s que un pretexto, el marco en el que anida la ideolog¨ªa totalitaria)? ?Hay fuerzas internas que le opongan resistencia? ?Va a facilitar Occidente la consolidaci¨®n de esos eventuales reg¨ªmenes integristas o va a ayudar a las fuerzas democr¨¢ticas? ?Se instaurar¨¢ en el pa¨ªs una dictadura militar?
Los observadores occidentales contemplan cada vez m¨¢s la hip¨®tesis de un poder islamista en Egipto o en Argelia. La gran manifestaci¨®n contra el terrorismo en la que participaron m¨¢s de 100.000 argelinos en Argel el 22 de marzo, convocada por diversos partidos, asociaciones y sindicatos, significa que en el seno de la poblaci¨®n hay una corriente de resistencia. ?Hasta d¨®nde podr¨¢ llegar? Es imposible saberlo.
Marruecos sigue con atenci¨®n el desarrollo de la situaci¨®n en Argelia. Sabe que existe el contagio. Sabe tambi¨¦n que las relaciones con el vecino siempre han sido conflictivas. La Uni¨®n del Magreb ?rabe (fundada el 17 de febrero de 1989 en Marraquech) est¨¢ congelada por el momento. T¨²nez tiene tambi¨¦n motivos para inquietarse. Tambi¨¦n ha tenido que luchar contra los islamistas y la situaci¨®n sigue siendo precaria. Europa est¨¢ llamada a desempe?ar un papel. El problema es que no sabe cu¨¢l. Quiz¨¢ piense que el mundo ¨¢rabe-isl¨¢mico no podr¨¢ evitar una revoluci¨®n isl¨¢mica, que debe pasar por ella para renacer en la madurez democr¨¢tica.
es escritor marroqu¨ª, premio Goncourt en 1987.
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