Indur¨¢lin pone la clasificaci¨®n en su sitio

S¨ªndrome de Luxemburgo. Frustraci¨®n que padecen los contrarrelojistas cuando compiten en el cara a cara con Miguel Indur¨¢in y que les mueve a darse por muy satisfechos cuando son derrotados por un margen que no supera los tres minutos. El s¨ªndrome sigue vigente. Cuando el d¨ªa amaneci¨® con negros nubarrones, los aspirantes leyeron en el cielo un mal presagio: la jornada iba a resultar todav¨ªa m¨¢s inc¨®moda. Indur¨¢in humaniz¨® su rostro con un detalle insignificante. Se desprendi¨® enseguida de su casco y corri¨® a pelo. La tecnolog¨ªa punta habita en su cuerpo, la m¨¢quina se convierte en un artilugio irrelevante. ?l es el ¨²ltimo y m¨¢s avanzado modelo. Como sucediera hace un a?o en Luxemburgo, Indur¨¢in puso la clasificaci¨®n general en su sitio. Indur¨¢in es el l¨ªder y son los dem¨¢s quienes deben echar las cuentas.
Las consecuencias de la contrarreloj del Lago de Madine no dejan de ser desoladoras para la concurrencia. El italiano Gianni Bugno hubo de dar por buena su actuaci¨®n, aunque ello significara una derrota en toda regla. En abstracto, m¨¢s de dos minutos en menos de 60 kil¨®metros son una terrible evidencia si se compara un especialista con otro. Significa admitir que existe una categor¨ªa superior, un nivel inalcanzable para quienes pod¨ªan atribuirse un papel protagonista en el reparto de las victorias. No hay tal. Indur¨¢in sigue siendo invencible hasta sumar su noveno ¨¦xito consecutivo en una contrarreloj de una gran vuelta por etapas. La actuaci¨®n tanto de Alex Z¨¹lle como de Toni Rominger despeja la ¨²nica inc¨®gnita en vigor. Los dos suizos, est¨¢n lejos -qui¨¦n sabe si irreversiblemente apartados- de hacerle sombra. Y no sirve el argumento de que las diferencias no tienen exactamente el mismo tama?o que las registradas en Luxemburgo. M¨¢s de un minuto es un pecado para un consumado especialista.
Lo que sucede es que todos corrieron bajo la amenaza del s¨ªndrome de Luxemburgo, temerosos de superar el list¨®n de los tres minutos. Les sucedi¨® a Bugno y al holand¨¦s Eric Breukink. Tratar¨¢n de olvidar que hace un a?o todos ellos recorrieron diez kil¨®metros m¨¢s y que ayer Indur¨¢in perdi¨®, algunos segundos, ya en el tramo final, como consecuencia de un pinchazo. Bugno y Breukink, como tambi¨¦n Rominger, se agarran al tiempo registrado ayer como un mal menor. Las declaraciones previas de Rominger le delatan. Pensaba en los 30 segundos de diferencia. Sin embargo, ese medio minuto se multiplic¨® casi por seis.
Porque medio minuto es el margen que debe aceptarse entre iguales. L¨¦ase, si no, las diferencias que obran entre Bugno y Breukink (11 segundos), entre Breukink y Rominger (20 segundos) o entre Rominger y Z¨¹lle (36 segundos), distancias que permitir¨ªan ver un Tour mucho m¨¢s rico y especulativo. Unas diferencias de ese calibre permiten disculpar a Rominger frente a Bugno por el mero hecho de que el helv¨¦tico sufri¨® la inclemencia del tiempo. O tamizar la actuaci¨®n de Z¨¹lle por la incomodidad que le produjo la ca¨ªda del domingo. Todo ello se da por bueno hasta que aparece Indur¨¢in, que es quien ordena el escalaf¨®n de otra manera. No hay m¨¢s jerarqu¨ªa que la autoridad monol¨ªtica del l¨ªder espa?ol. ?Qu¨¦ calificaci¨®n merecen sus rivales? Ninguno resulta hoy un adversario m¨¢s peligroso que hace una semana, salvo lo que depare un acto desesperado por parte de alguno de ellos. Tanto Bugno como Breukink abrigan ahora mismo buenas posibilidades de acceder al podio de Par¨ªs, ?querr¨¢n correr el riesgo de perder una posici¨®n de privilegio por interponerse activamente en el camino del espa?ol?
La ventaja de Indur¨¢in es todav¨ªa m¨¢s interesante respecto a quienes no son sus contrincantes naturales, como es el caso del italiano Claudio Chiappucci. Las amenazas del Diablo se transforman en fuegos de artificio cuando la carretera se pone el traje de las contrarrelojes. Chiappucci no acert¨® a ser siquiera el mejor entre los escaladores y fue derrotado por el propio Pedro Delgado, que tuvo una actuaci¨®n tan brillante que despeja de una vez por todas los rumores sobre su estado de forma. Chiappucci afronta la monta?a como quien ha de escribir La Odisea en un par de semanas.
La actuaci¨®n de Indur¨¢in sigui¨® el patr¨®n cl¨¢sico. Las ventajas amanecieron s¨®lidas con la primera referencia. Por abundar en alg¨²n detalle, puede afirmarse que no multiplic¨® su diferencia en el ¨²ltimo tramo. De hecho, Bugno y Breukink resistieron bien el empuj¨®n final del navarro. En el kil¨®metro 42, ambos estaban a m¨¢s de dos minutos de Indur¨¢in y ah¨ª se mantuvieron en el trayecto definitivo.
De forma rutinaria, con un lenguaje escueto, como quien comunica su localizaci¨®n geogr¨¢fica, Eusebio Unzu¨¦, el segundo director del equipo Banesto, transmiti¨® a su jefe Jos¨¦ Manuel Ech¨¢varri la referencia inicial en su poder: "Cuarenta segundos a Rominger y un minuto a Bugno". Ech¨¢varri conduc¨ªa el autom¨®vil que segu¨ªa la actuaci¨®n de Delgado. La ¨²nica sensaci¨®n que debi¨®, de experimentar fue la misma que otros componentes del conjunto: la m¨¢quina funciona.
La m¨¢quina funcionaba y una noticia que no lo es tal fue recibida con alivio en otros rincones. Es curioso observar c¨®mo el espa?ol medio todav¨ªa no administra bien la capacidad f¨ªsica de este deportista superlativo. Siendo como es un monstruo invencible para sus rivales, todav¨ªa hay quien le mira en Espa?a como un gigant¨®n apuntalado sobre una leve estructura. La p¨¢jara de los
alles Mineros ten¨ªa a parte del personal patrio con la mosca tras la oreja, sentado frente al televisor con un mal disimulado fatalismo, quien sabe si esperando el gol en el ¨²ltimo minuto, el d¨ªa del juicio final o la d¨¦b¨¢c1e de Indur¨¢in. Indur¨¢in es caballo ganador, rara avis en nuestro deporte.
La jornada se cerr¨® con una an¨¦cdota. Indur¨¢in, primero y l¨ªder. Indur¨¢in, ¨²ltimo. Prudencio, el herman¨ªsimo, sufri¨® las consecuencias de su lesi¨®n en la mu?eca izquierda a causa de una ca¨ªda y registr¨® el peor tiempo. Su hermano iba lanzado sin mirar las derivaciones de un curioso fatricidio. De no haber mediado el pinchazo, Miguel Indur¨¢in habr¨ªa dejado fuera de control a Prudencio Indur¨¢in. Doce segundos le separaron de quedarse sin hermano en el Tour o sin compa?ero de habitaci¨®n.
La clasificaci¨®n general queda limpia y ofrece una lectura n¨ªtida de la situaci¨®n. No es ¨¦sta muy diferente de la de diez d¨ªas atr¨¢s. Indur¨¢in acaba de tomar la salida en el Tour. Ha dicho su primera palabra que no es poco: ha ganado dos veces el Tour con dos golpes. Indur¨¢in espera una respuesta. Ma?ana, los Alpes.
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