El sucesor
Las encuestas dan por segura la holgada victoria de Manuel Fraga. No se consuela quien no quiere, y hay en la oposici¨®n quienes recuerdan anteriores fiascos estad¨ªsticos en los que la t¨¦cnica del muestreo quedaba a la altura de la quiromancia y del p¨¦ndulo del zahor¨ª. Es cierto que el margen de sorpresa siempre es mayor en Galicia, pero no por culpa de los gallegos, sino de la hechura de los sondeos. Las encuestas no son sutiles y el gallego lo es. Las encuestas son una r¨¦mora cartesiana y el gallego fet¨¦n se sit¨²a en la vanguardia del pensamiento cient¨ªfico contempor¨¢neo, siguiendo la ley de la relatividad de Einstein y el principio de la incertidumbre de Heisenberg.Hay dos reglas de oro en la filosof¨ªa popular gallega. Primera, Dios es bueno y el demonio no es malo. Y segunda, usted tiene toda la raz¨®n pero al contrario tampoco le falta. As¨ª que a muchos gallegos les gustar¨ªa votar a todos los candidatos, darles una oportunidad a los nuevos sin desalojar a los viejos, remar a estribor para mantenerse en babor y procurar no estar peor ma?ana de lo que estamos hoy. Las encuestas son binarias, exigen una opci¨®n, y no permiten los arabescos, las sinuosas curvas, que son la gracia del car¨¢cter gallego. Entre el p¨²blico que esperaba la salida de los candidatos en la plaza del Obradoiro, despu¨¦s del debate televisado, hab¨ªa un personaje con dos bufandas. Cuando apareci¨® Fraga, se puso la gaviota del PP. Al salir Antol¨ªn, la rosa del PSOE. Creo que no era oportunismo sino una forma de protesta. ?No se define acaso Chomsky como conservador libertario?
As¨ª que, para evitar sorpresas de ¨²ltima hora, don Manuel advierte en Lal¨ªn a los indecisos que "los gallegos no ver¨¢n ni un duro ni una subvenci¨®n" si Galicia no tiene un Gobierno "popular y populista".
Lal¨ªn es un lugar con un especial valor simb¨®lico en el mapa pol¨ªtico gallego. Es la plaza fuerte del llamado caudillo del Deza, que no es otro que Jos¨¦ Cui?a, secretario general del Partido Popular de Galicia y uno de los cuatro mariscales de campo de don Manuel. Pero Lal¨ªn es tambi¨¦n el exponente de un fen¨®meno socioecon¨®mico que definir¨¢ en gran medida la Galicia del futuro: el crecimiento de las cabeceras comarcales hasta configurarse como ciudades, como nuevos y pr¨®speros espacios urbanos en la Galicia rural. Galicia es, en el fondo, una especie de confederaci¨®n atl¨¢ntica de comarcas y no es extra?o que los pioneros galleguistas tomaran como modelo a Suiza. La transformaci¨®n se refleja tambi¨¦n en los comportamientos pol¨ªticos y es en estos ¨¢mbitos donde el Partido Popular y el Bloque se mueven ahora como peces en el agua.
A la entrada de Lal¨ªn hay un espl¨¦ndido parque industrial, reci¨¦n inaugurado, que parece dise?ado por los escen¨®grafos de Star Trek. No hay todav¨ªa industrias instaladas en el Lal¨ªn 2000, pero Jos¨¦ Cui?a dice que pronto las habr¨¢. Fraga, que se presenta por ¨²ltima vez, no ha desvelado el nombre de su sucesor, pero dice que lo tiene en la cabeza. Todas las miradas se dirigen a Cui?a. Hoy por hoy, s¨®lo hay otro mariscal que podr¨ªa hacerle sombra y es el coru?¨¦s Romay Beccar¨ªa. Entre las ventajas del lalinense est¨¢ la de su extracci¨®n popular. El hijo del molinero sabe comunicarse como pocos con el pueblo, domina un solfeo que s¨®lo se aprende en la academia de la vida. Adem¨¢s, se ha ganado fama de buen gestor en la cuesti¨®n de las obras p¨²blicas. El asfalto es una preciosa arma pol¨ªtica y Cui?a sobre eso podr¨ªa escribir un manifiesto.
Es tambi¨¦n Cui?a ambicioso y decidido. Hay quien lo expresa de otra forma. Cuando la ruptura de Barreiro, ¨¦ste trat¨® de atraer a su proyecto de centro galleguista a gente que le era af¨ªn en el Partido Popular. Un alcalde le dijo, medio lloroso: "Tienes raz¨®n, pero yo no puedo seguirte. No tengo huevos. El que los tiene es Pepe". Pero Pepe, o sea Cui?a, los reservaba para otro futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.