Sevillanas rocieras dan el ¨²ltimo adios a la abuela de la movida
?ngeles Rodr¨ªguez fue enterrada con una ceremonia ¨ªntima
?ngela Rodr¨ªguez, la abuela rockera, fue enterrada ayer, a sus 93 a?os, como ella hubiera querido. Bajo un pl¨¢cido sol de oto?o, su compa?era Amparo Guerrero y el locutor rockero Mario Scasso leyeron poemas emocionados, no tristes. Su amiga, la reina gitana, cant¨® un desgarrado adi¨®s por sevillanas y palmas sordas. Los familiares y amigos m¨¢s allegados la despidieron en la intimidad, despu¨¦s de un velatorio al que acudieron todos sus colegas, los rockeros. Fue su ¨²ltima noche juntos.
La abuela se muri¨® tranquila y sabiendo que se iba. S¨®lo se incumpli¨® su deseo de que la enterrasen vestida de traje de flamenca, pero se ha ido a la otra vida acompa?ada por la Virgen del Roc¨ªo. Porque la abuela era rockera, metalera, motera y todo lo que se quiera; pero, por encima de todo, ?ngeles Rodr¨ªguez dec¨ªa: "Primero, soy rociera". No quer¨ªa irse de este mundo sin ver de nuevo a su Blanca Paloma. Este a?o, como una premonici¨®n, viaj¨® a Ayamonte y volvi¨® diciendo que ya se pod¨ªa morir tranquila.Desde hac¨ªa ya un mes y medio permanec¨ªa ingresada en el hospital de la Princesa, donde muri¨® el d¨ªa de la Inmaculada: "F¨ªjate qu¨¦ fecha, con lo devota de las v¨ªrgenes que ella era", observaba su amigo y compa?ero de Radio 5 Paco Clavel.
Rodeada de sus hijos
Siempre rodeada de sus hijos, sus fuerzas se iban consumiendo sin que perdiera un ¨¢pice de su car¨¢cter cuerdo y templado, "con un buen par bien puestos", como vivi¨® siempre, seg¨²n sus allegados.
La vejez ha terminado con esta viuda de ojos grises que conoci¨® la guerra, la hambruna de la posguerra y la c¨¢rcel, a la que fueron a parar sus huesos por tener un marido rojo cuando ganaron los azules.
Sac¨® adelante a sus cinco hijos limpiando casas, y cuando ya los ten¨ªa creciditos y casados, comenz¨® a ser ella. Siempre dec¨ªa que a los 70 a?os comenz¨® su vida. Fue entonces cuando conoci¨® a los rockeros, a las folcl¨®ricas, y a la radio, que fue su medicina en sus ¨²ltimos a?os, cuando trabaj¨® en La radio de las s¨¢banas blancas, un programa que se emite de doce a dos de la madrugada en Radio 5.
Desahuciada de su vivienda, comparti¨® piso con Amparo Guerrero, de 73 a?os, "la Edith Piaf espa?ola, la poeta cantarera", como gusta llamarse. Vivieron su independencia como aut¨¦nticas adolescentes reci¨¦n emancipadas.
Juntas se iban de parranda por las noches; en verano, a la piscina, y a ¨²ltima hora, cuando muchos veintea?eros ya est¨¢n durmiendo, a las salas rocieras de Madrid para arrancarse por sevillanas. "?Lo hemos pasado tan bien las dos juntas!", recordaba ayer esta Edith Piaf, pelo cano, botines de ante negro, colgante enorme de plata y ce?idos pantalones, negros como toda su indumentaria, en el entierro de la amiga. "Sab¨ªa comprender a los otros, era la viva imagen de la alegr¨ªa; yo siempre me miraba en ella", explicaba con serenidad, sin derramar una l¨¢grima, esta poetisa callejera de voz rota.
Cuando los achaques de la vejez comenzaron a tomar un cariz serio para la abuela, su hijo la convenci¨® de que dejara el piso y se fuera a vivir con su familia para poder prestarle todos los cuidados. La ¨²nica condici¨®n era que la joven nonagenaria llegara a casa a una hora razonable para su edad. Sus amigos de la radio comentaban ayer, divertidos, lo que respondi¨® la abuela: ?A las diez en casa? ?De eso nada!".
Familia, amigos y un rockero del barrio
El entierro de ?ngeles Rodr¨ªguez, la abuela rockera, se celebr¨® en la int¨ªmidad, con medio centenar de personas, entre familiares y los amigos m¨¢s allegados. La artista Encarnita Polo y el periodista Jos¨¦ Manuel Parada fueron de las pocas caras conocidas que acudieron al sepelio. Ramonc¨ªn, Miguel R¨ªos, Luz, Paco Clavel y todos los rockeros de la movida ya se hab¨ªan despedido de ella en el tanatorio.El primero en llegar al entierro fue un joven canijo, de gre?as largas y rubias y chupa de cuero.
En realidad yo no la conoc¨ªa; la vi una vez que present¨® un concierto, en Ventas, de la Orquesta Mondrag¨®n, y me qued¨¦ flipado de c¨®mo era, tan marchosa", record¨® Manolo, de 27 a?os, con la voz apagada.
El trabaj¨® limpiando en muchas salas de conciertos, y all¨ª tuvo ocasi¨®n de verla otras veces, aunque dice que nunca lleg¨® a hablar con ella. Permaneci¨® durante todo el sepelio solo, apartado de los corros que formaban los conocidos.
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