Mejor pel¨ªcula
FERNANDO TRUEBA ha ganado el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera y alg¨²n exagerado ya va diciendo que lo ha ganado, por delegaci¨®n, todo el cine espa?ol. ?Qu¨¦ cine espa?ol? La totalmente merecida alegr¨ªa de Trueba y su gente es enteramente suya. El ¨¦xito de Belle ¨¦poque no es el triunfo de una industria, sino de una osad¨ªa personal que ha hecho un cine sin complejos, que no busca la trampa de una vacua filigrana de autor, ni intenta la estricta homologaci¨®n a los argumentos y f¨®rmulas narrativas que, dicen, son los que venden. Para que fuera un verdadero triunfo de todo el cine espa?ol tendr¨ªa que existir una industria consolidada, que hubiera conseguido su supervivencia global en la taquilla. No es as¨ª. Hay productores arriesgados, cineastas que no hacen faltas de ortografia... pero hay un escaso aparato mercantil para sacar jugo a tantos esfuerzos. El cine espa?ol, y ¨¦se es uno de sus problemas, tiene una grav¨ªsima merma: es a¨²n casi invisible en el mercado exterior. Ojal¨¢ la gloria de Trueba sea provechosa para esa parte del cine espa?ol que se merece las carteleras internacionales. En este sentido, el cine espa?ol ya tuvo un Oscar en vano, el de Garci. Ojal¨¢ Trueba sirva de locomotora.La noche de los oscars tuvo momentos espl¨¦ndidos. Para empezar, la justa invocaci¨®n de Trueba a Billy Wilder, un astuto artista que hasta su inmerecida jubilaci¨®n supo evitar que Hollywood lo hiciera m¨¢rtir o siervo. El perplejo silencio de la ni?a Anna Paquin, muda con su estatuilla, a quien ni los oropeles de la ceremonia hicieron desdecirse: ella no quiere ser actriz. O la retribuci¨®n final a Spielberg, que ha tenido que esperar a una pel¨ªcula seria para convencer a los se?ores acad¨¦micos de que domina el oficio.
Al margen de los episodios concretos, la celebraci¨®n de los oscars es una inteligente maniobra de Hollywood, que desconf¨ªa del viejo dicho: el buen pa?o en el arca se vende. Cuando su cosecha cinematogr¨¢fica del a?o colapsa los, cines del mundo, organiza, ni tan siquiera regala, el m¨¢s universal anuncio de s¨ª mismo. A la habilidad mercantil de Hollywood se suma este a?o un dign¨ªsimo palmar¨¦s en el que Trueba y su gente merecen estar. Y, por extensi¨®n, la parte m¨¢s beligerante del cine espa?ol. Quedan excluidos de este concepto los que s¨®lo buscan vivir del cuento y quienes son incapaces de evitarlo. Al resto, a los productores que arriesgan, a los cineastas que saben contar sus historias, a los actores y actrices que ponen convencimiento en sus, personajes, a quienes saben manejar un exiguo mercado ... y, no faltaba m¨¢s, a Trueba, felicidades.
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