Cupos menguantes
ESPA?A NO ha dejado de ser un pa¨ªs de emigrantes, aunque esta condici¨®n sea m¨¢s bien una reliquia del pasado que una circunstancia del presente. Pero el hecho es que, en la actualidad, los emigrantes espa?oles triplican el n¨²mero de los extranjeros legalmente residentes en Espa?a: 1.200.000, frente a unos 400.000. Sin embargo, Espa?a est¨¢ obligada por diversas circunstancias, y en especial por su compromiso con la pol¨ªtica com¨²n de la Uni¨®n Europea (UE), a actuar frente a la inmigraci¨®n con criterios mucho m¨¢s restrictivos que los aplicados en su d¨ªa a los emigrantes espa?oles.Ahora mismo, los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea acaban de dar una vuelta m¨¢s de tuerca al control de la emigraci¨®n exterior al consagrar de manera expl¨ªcita como pol¨ªtica com¨²n el principio de la "preferencia comunitaria" en materia de empleo. En la pr¨¢ctica, es dif¨ªcil que pueda existir alg¨²n tipo de competencia laboral entre la emigraci¨®n interior de los pa¨ªses de la UE y la exterior, procedente, principalmente, de los pa¨ªses del Magreb, del ?frica subsahariana y de la Europa del Este. Ni en raz¨®n de la cualificaci¨®n profesional ni del nivel de los puestos de trabajo a cubrir ni, obviamente, del grado de necesidad que acucia a unos trabajadores y a otros.
En contra de lo que se afirma en los ambientes xen¨®fobos, los trabajadores europeos no compiten por los mimos puestos de trabajo que los que llegan de fuera. De manera que, aun con una media del 11% de desempleo en el ¨¢mbito de la UE, sigue habiendo necesidad, de inmigraci¨®n, aunque sea para recoger fruta o realizar trabajos dom¨¦sticos. No es probable que en los pr¨®ximos a?os los trabajadores locales, amparados en los sistemas de protecci¨®n social, acepten en n¨²mero suficiente tales empleos.
Pero, a corto o medio plazo, la aceptaci¨®n expl¨ªcita del principio de "preferencia comunitaria" en el empleo como eje de pol¨ªtica com¨²n no dejar¨¢ de producir una restricci¨®n todav¨ªa mayor de los flujos migratorios del exterior. Salvo que la situaci¨®n econ¨®mica mejorara radicalmente y hubiera necesidad de una mano de obra abundante, lo probable es que los cupos anuales de inmigrantes, establecidos en los pa¨ªses de la UE tiendan a menguar. Sin ir m¨¢s lejos, Espa?a ya ha reducido dr¨¢sticamente su cupo de 1994 a 10.000 extranjeros tras el fracaso experimentado con el del a?o anterior, en el que s¨®lo se emplearon a 7.000 de los 25.000 extranjeros inicialmente autorizados.
El sistema de cupos fue justificado en su momento como una forma de garantizar los derechos y las condiciones de vida de los inmigrantes y de evitar su enquistamiento en guetos de marginaci¨®n y delincuencia directamente relacionados con la inmigraci¨®n incontrolada. Si es as¨ª, tal sistema representa una medida necesaria para evitar un descontrol del flujo migratorio lleno de riesgo. Pero a condici¨®n, claro est¨¢, de que el sistema se mantenga y no corra el riesgo de desaparecer por combinaci¨®n de principios como el de "preferencia comunitaria" en el empleo y de exigencias demasiado estrictas de car¨¢cter econ¨®mico.
Si Europa quiere ser algo m¨¢s que una fortaleza asediada y no desmerecer de su pasado hospitalario, est¨¢ obligada a basar sus pol¨ªticas de inmigraci¨®n en algo m¨¢s que en la coyuntura econ¨®mica. Su tradici¨®n cultural y un m¨ªnimo de solidaridad generosa, pero tambi¨¦n realista, con los que llaman a sus puertas son tambi¨¦n razones dignas de tenerse en cuenta.
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