Sobre la "Norteam¨¦rica Interior"
Al ex presidente Richard Nixon le gustaba calificar sus muy conservadoras ideas de representativas de lo que ¨¦l llamaba "la mayor¨ªa silenciosa". En realidad, para su pesar, y para el de muchos directores de peri¨®dicos y presentadores de debates en la radio y televisi¨®n locales, a menudo sus opiniones no representaban el sentir de la mayor¨ªa. Pero s¨ª es verdad que existe lo que yo llamar¨ªa una Norteam¨¦rica interior, en absoluto silenciosa, con costumbres sociales, ideas morales e intuiciones pol¨ªticas considerablemente diferentes de las de las grandes ciudades de las costas del Atl¨¢ntico y del Pac¨ªfico.Los ciudadanos de esa Norteam¨¦rica interior votan a los mismos partidos, compran los mismos productos, ven los mismos programas de televisi¨®n y dejan de fumar las mismas marcas de cigarrillos que los habitantes de Boston, Nueva York, Washington, Seattle, San Francisco y Los ?ngeles. Pero el ambiente de sus comunidades es diferente al de las principales ciudades norteamericanas o al de las ciudades de Europa occidental en las que he vivido en los ¨²ltimos diez a?os. Por eso, en cada una de mis visitas anuales a Estados Unidos, me gusta leer la prensa local (especialmente los editoriales y las cartas al director), ver un poco la televisi¨®n local en casa de mi familia y de mis amigos y escuchar las emisoras locales de radio mientras conduzco. La informaci¨®n que recibo es un poco menos detallada, pero su contenido no se diferencia de lo que suelo leer en peri¨®dicos como The International Herald Tribune y EL PA?S, o en semanarios como Time y The Economist. Pero el tono es diferente, y en este art¨ªculo me gustar¨ªa describir ese aspecto de Estados Unidos.
Lo que yo llamo Norteam¨¦rica interior es esa poblaci¨®n de abrumadora mayor¨ªa blanca, tanto urbana como rural, de la clase media y trabajadora de las ciudades de menos de 100.000 habitantes, una poblaci¨®n que vive fuera del radio cultural de las grandes ciudades y de los principales recintos universitarios. Esta gente tiende a acudir m¨¢s asiduamente a misa y participa m¨¢s en su comunidad que la de las grandes ciudades y los barrios de las afueras. Sus iglesias, adem¨¢s de lugares de culto e instrucci¨®n religiosa, son centros para reuniones de1a tercera edad y de grupos juveniles. Si la ciudad tiene una poblaci¨®n importante de personas sin hogar, las iglesias aportan la mayor parte del alimento y cobijo que se les ofrece.
Los desfiles de fiestas nacionales como el 4 de julio (D¨ªa de la Independencia) siguen siendo mucho m¨¢s importantes en la Norteam¨¦rica interior que en las grandes ciudades. Son ocasiones en las que la ¨¦lite local -el alcalde, el supervisor del condado y los principales abogados, comerciantes y agentes inmobiliarios- saluda a los ciudadanos, que en general aceptan su liderazgo pol¨ªtico-social. Estas fiestas son tambi¨¦n una ocasi¨®n para que algunos aficionados saquen a la calle sus coches, aperos de labranza y trajes antiguos de generaciones pasadas. La ¨¦lite local tambi¨¦n est¨¢ presente en. los acontecimientos organizados por los colegios e institutos: partidos de f¨²tbol americano, competiciones de atletismo y bailes. En general, las competiciones deportivas, las bandas de m¨²sica y el rock tienen un p¨²blico mucho m¨¢s amplio que las bellas artes.
La Norteam¨¦rica interior tiene sentimientos ambivalentes con respecto al Gobierno. La reacci¨®n sistem¨¢tica en cualquier conversaci¨®n es que el Gobierno es ineficaz e insensible a las necesidades locales. Pero, de hecho, existe una aprobaci¨®n pr¨¢cticamente un¨¢nime de los gastos militares elevados, a nivel nacional, y de los gastos en polic¨ªa, a nivel local. Los agricultores no se oponen a los precios fijados que protegen sus productos de la competencia de la econom¨ªa de mercado. Los ganaderos y madereros no est¨¢n dispuestos a pagar nada remotamente cercano al precio de mercado por el agua o las tierras federales que utilizan. En esos casos, las subvenciones federales no son condenadas como "socialismo" o "regalos federales", sino que se las defiende como protecci¨®n leg¨ªtima de "un modo de vida".
En. la controversia sobre el control de armas se emplea un razonamiento similar. La gente est¨¢ totalmente de acuerdo en que hay demasiada Violencia en la vida norteamericana. Pero, en su opini¨®n, el derecho a portar armas es una libertad personal fundamental y forma parte del "modo de vida norteamericano". Que contraten m¨¢s polic¨ªas, que instalen m¨¢s alarmas, que presionen a los padres para que asuman m¨¢s responsabilidad por el comportamiento de sus hijos, incluso que instalen detectores de metales en las puertas de las aulas escolares, pero nada de "injerencias externas" en el derecho sagrado a comprar armas de fuego.
Los programas de radio, patrocinados por anunciantes locales, emiten un torrente continuo y repetitivo de propaganda conservadora. Durante el trayecto en coche desde Berkeley (California) hasta Ashland (Oreg¨®n), escuch¨¦ cada hora, a y media en purito, la siguiente letan¨ªa sobre Cuba: "En Cuba tienen atenci¨®n sanitaria universal. En Cuba tienen seguridad social desde que nacen hasta que mueren. Entonces, ?por qu¨¦ todos quieren venir aqu¨ª?". Los programas combinan an¨¦cdotas positivas sobre los bomberos locales, los grupos sociales de las iglesias u organizaciones como los Kiwani, los Alces y los masones, profundamente preocupadas por el liberalismo extremista" del presidente Clinton y el plan sanitario nacional que ha propuesto.
En las actitudes de la Norteam¨¦rica interior durante el debate sobre la atenci¨®n sanitaria se combinan el orgullo y la experiencia locales con una oposici¨®n intuitiva a un "Gobierno fuerte". Todo el mundo conoce a un equipo de bomberos que salv¨® a un vecino que sufri¨® un ataque al coraz¨®n, o llev¨® r¨¢pidamente al hospital local a una mujer en plenas contracciones. Todo el mundo conoce tambi¨¦n el hero¨ªsmo y sacrificio de esos equipos durante los devastadores incendios forestales del verano. Las organizaciones dan becas universitarias a los estudiantes que lo merecen, financian el banco de sangre local y aportan dinero para comprar la tecnolog¨ªa m¨¦dica m¨¢s avanzada.
"No necesitamos una nueva burocracia estatal para decirnos c¨®mo ocupamos de la salud de nuestros hijos y para quitarnos el derecho a elegir nuestro m¨¦dico". La complejidad de los problemas, la falta de informaci¨®n relevante y las activas campa?as de desinformaci¨®n de las principales aseguradoras en relaci¨®n con la legislaci¨®n sanitaria propuesta contribuyen a la actual par¨¢lisis. Pero la propaganda contra "los dictados del Gobierno" cae en el terreno f¨¦rtil de la preferencia tradicional por las acciones locales de car¨¢cter no oficial.
Por tanto, existe una Norteam¨¦rica interior, muy alejada psicol¨®gica, adem¨¢s de geogr¨¢ficamente, de las ciudades costeras, de las universidades y. las grandes empresas multinacionales orientadas al extranjero y de las grandes zonas urbanas donde los negros, los hispanos y los recientes inmigrantes de Asia y Europa dan a la vida estadounidense un aire mucho m¨¢s cosmopolita. En esa Norteam¨¦rica interior, el ¨¦nfasis se pone en las tradiciones locales y en las subvenciones del Gobierno a "nuestro modo de vida", pero no en la prohibici¨®n de armas de fuego o los servicios sanitarios impuestos a nivel nacional. Es una Norteamerica que asegura estar dispuesta a tolerar las minor¨ªas en su seno, pero que piensa que el pa¨ªs pertenece realmente a la clase media blanca, a los que van a misa y a las ¨¦lites locales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.