Valores compartidos para un mundo global
La reducci¨®n de las distancias, la multiplicaci¨®n de las relaciones y el aumento de la interdependencia han convertido el mundo en un lugar com¨²n, un vecindario compartido. Esta realidad es para muchos motivo de esperanza, mientras que para otros lo es de preocupaci¨®n, pero para todos es la base de una necesaria acci¨®n com¨²n para resolver los problemas.En un mundo global, los ciudadanos deben cooperar en muchos y diversos objetivos; para mantener la paz y el orden, para expandir la actividad econ¨®mica, controlar la poluci¨®n, combatir las epidemias, limitar la proliferaci¨®n de armas, detener el terrorismo, evitar la desertizaci¨®n, preservar la diversidad gen¨¦tica, erradicar el hambre, compartir los recursos escasos, luchar contra el nacotr¨¢fico...
Cada d¨ªa son m¨¢s los retos que requieren una acci¨®n com¨²n. Cualquier acontecimiento importante acaba afect¨¢ndonos, no importa la distancia donde se haya producido. El uso de aerosoles en Europa puede producir c¨¢ncer de piel en Suram¨¦rica. La recesi¨®n en Estados Unidos puede suponer p¨¦rdida de puestos de trabajo en Asia. Conflictos en ?frica pueden conllevar m¨¢s exiliados en Europa. Dificultades econ¨®micas en Europa del Este pueden incrementar la xenofobia en la Europa comunitaria. Por el contrario, el crecimiento econ¨®mico en Asia puede proteger puestos de trabajo en Estados Unidos. La reconversi¨®n industrial en el Norte puede reducir la pobreza del Sur, que a su vez puede abrir nuevos mercados para el Norte.
En nuestro mundo global no existen santuarios protegidos, no hay cinturones de seguridad para aislarse de las enfermedades, de la pobreza, del holocausto nuclear o del Colapso del. medio ambiente. Todos los destinos est¨¢n interrelacionados. Los problemas del hambre, de los refugiados, de la deuda, de los ni?os de la calle, la sobrepoblaci¨®n, la desaparici¨®n de bosques, el avance de los desiertos o el cambio clim¨¢tico no son crisis distintas, sino elementos de una crisis global de un lugar com¨²n que exige una respuesta que tenga una ¨²nica dimensi¨®n unificada.
En este nuevo marco se hace imprescindible la aceptaci¨®n de una ¨¦tica c¨ªvica global que gu¨ªe la acci¨®n de gobernaci¨®n. Sin esta ¨¦tica global, las fricciones y tensiones originadas por vivir en un vecindario global se multiplicar¨¢n. El hecho de ser vecinos requiere nuevas formas de vernos los unos a los otros, a la vez que nuevas normas de vida. Barbara Ward escribi¨®: "El cambio m¨¢s importante que la gente puede hacer es cambiar la forma de mirar el mundo. Podemos cambiar de estudios, de trabajo, de pa¨ªs y de continente, y continuaremos siendo igual que siempre fuimos. Pero cambiemos nuestro ¨¢ngulo fundamental de visi¨®n y todo cambia, nuestras prioridades, valores, juicios, objetivos. Una y otra vez en la historia de la religi¨®n, este total cataclismo en la imaginaci¨®n ha marcado el comienzo de una nueva vida..., un cambio en el coraz¨®n a trav¨¦s del cual las personas ven con nuevos ojos, y, comprenden con nueva mentalidad, y enfocan sus energ¨ªas a nuevas formas de vida...".
En el mundo turbulento que vivimos, los est¨¢ndares de autocontrol que nos proveen de valores y normas com¨²nmente aceptadas son a¨²n m¨¢s necesarios. Sin ellos, ser¨ªa muy dif¨ªcil, por no decir pr¨¢cticamente imposible, establecer formas m¨¢s efectivas y leg¨ªtimas de conv¨ªvencia global. Estas normas deben servir en las circunstancias actuales, que son radicalmente diferentes de ¨¦pocas anteriores, por lo menos en dos importantes aspectos.
El primero tiene que ver con el cambio en la naturaleza de los conflictos violentos en ¨¦l mundo. En 1945, cuando se crearon las Naciones Unidas, el principal peligro era la guerra entre Estados. El reto normativo m¨¢s importante era desarrollar est¨¢ndares para el comportamiento de los Estados que ayudase a limitar los conflictos entre ellos. Hoy, a pesar de que el peligro de guerra entre Estados permanece, la mayor parte de los conflictos surge entre los habitantes de dentro de los Estados. En consecuencia, existe una necesidad para la acci¨®n internacional que va m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites tradicionales adecuados para los conflictos entre Estados. Se precisan normas que reconozcan que el inter¨¦s de las personas, no s¨®lo de los Estados, requiere protecci¨®n.
Un segundo aspecto es la importancia de los actores no estatales en la pol¨ªtica internacional. En un creciente n¨²mero de aspectos, los actores privados independientes, desde corporaciones transnacionales, pasando por los grandes medios de comunicaci¨®n, sistemas de comunicaciones y organizaciones no gubernamentales, tienen una gran capacidad para provocar conflictos, exacerbarlos o resolverlos, y su poder es tan importante como el de muchos Estados, mientras que el cuerpo doctrinal existente de normas internacionales guarda silencio en relaci¨®n con los derechos y responsabilidades de estos actores no estatales.
Establecer una dimensi¨®n ¨¦tica para la gobernaci¨®n global requiere tres l¨ªneas de aproximaci¨®n:
- Necesidad de un acuerdo com¨²n para establecer un n¨²cleo de valores que mejore la calidad de vida y de relaciones y refuerce el sentido de responsabilidad com¨²n en un mundo global.
- Necesidad de reforzar, y si es necesario adaptar a la realidad cambiante, las normas existentes entre los Estados respecto a los conceptos de soberan¨ªa y autodeterminaci¨®n.
- Finalmente, hay necesidad de complementar estos valores y normas con una nueva ¨¦tica global basada en derechos y responsabilidades que compartan todos los actores internacionales, p¨²blicos y privados, colectivos e individuales.
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