Los esp¨ªas de la CIA expulsados de Par¨ªs recib¨ªan informaci¨®n de dominio p¨²blico

Funcionarios de traje gris, hoteles suburbiales y secretos de Estado bien sabidos por cualquier lector de prensa: las tareas de espionaje desarrolladas en Francia por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) durante los ¨²ltimos a?os, rematadas hace diez d¨ªas por una filtraci¨®n period¨ªstica tan embarazosa para el Gobierno de Par¨ªs como para el de Washington, fueron un asunto de muy bajos vuelos, seg¨²n una investigaci¨®n desarrollada por el diario conservador Le Figaro.

Los agentes estadounidenses creyeron contar con informaci¨®n de primera mano por el m¨®dico precio de 5.000 francos (unas 125.000 pesetas) por contacto, el importe de un men¨² para cuatro en un restaurante parisino de gran lujo. El supuesto topo, obligado a renunciar a un puesto en el gabinete del primer ministro, colabor¨® desde el principio con el contraespionaje franc¨¦s.

Henri, nombre supuesto del topo, era un alto funcionario del Consejo de Estado de Francia. En primavera de 1992 conoci¨®, en un c¨®ctel celebrado en la Unesco, a una elegante ciudadana estadounidense que se present¨¦ como representante de la C¨¢mara de Comercio de Dallas. Henri y la texana Mary-Ann Baumgartner entablaron una relaci¨®n bruscamente concluida un a?o m¨¢s tarde, cuando al funcionario se le comunic¨® que su nombramiento como asesor del reci¨¦n elegido ?douard Balladur deb¨ªa ser cancelado, a causa de sus "contactos con la CIA". Informado de la situaci¨®n por el Ministerio del Interior, Henri acept¨® colaborar y espiar a los esp¨ªas.

[Por otra parte, el ex primer ministro centrista Raymond Barre renunci¨® ayer a presentar su candidatura a la presidencia de Francia, para no complicar m¨¢s con su presencia una campa?a electoral "compleja y confusa".]