Epicentro y sus c¨®mplices
Los periodistas, en nuestra escasa modestia, coincidimos con gentes de m¨¢s empaque, como los f¨ªsicos y los polic¨ªas, en la necesidad de construir buenas preguntas para que el trabajo nos cunda.Los polic¨ªas, en ¨¦poca de Franco, se jactaban de lo h¨¢biles que eran interrogando. Galileo, antes de ser interrogado ¨¦l mismo por policias similares, se pregunt¨® de manera eficaz por las leyes de la gravitaci¨®n. Ahora, los periodistas espa?oles nos distinguimos por hacer preguntas que permiten construir buenas realidades.
Un ejemplo reciente: Monzer al Kassar, conocido personaje del mundillo del tr¨¢fico de armas, sale absuelto de un juicio en cuya instrucci¨®n no han debido hacerse bien las preguntas. Un periodista se dirige a ¨¦l y le interroga: ?Piensa, usted que la sentencia absolutoria es un paga por los favores prestados al Gobierno? Monzer al Kassar responde que de ninguna manera, que le han absuelto porque es inocente. El titular que el periodista obtiene de su ingeniosa pregunta es obvio: Monzer al
Kassar niega haber sido absuelto a cambio de los servicios prestados al Gobierno.
Ah¨ª es nada. Cualquier c¨¢ndido volteriano que escuchara la radio sin conocer los antecedentes obtendr¨ªa, sin exprimirse en demas¨ªa el cerebro, las siguientes conclusiones:
-El poder judicial no es independiente.
- El Gobierno tiene capacidad para redactar sentencias.
Y todo ello salido de la boca de Monzer al Kassar, por obra y gracia de un habilidoso periodista.
El periodista demuestra, adem¨¢s de una notable habilidad para conseguir resultados escandalosos, ser un canalla. Con su titular coloca en un brete al reci¨¦n absuelto. Cualquier miembro del tribunal que le juzg¨® y absolvi¨® podr¨ªa sentirse tocado en lo m¨¢s hondo de su honor y en consecuencia, pedirle prestados a Belloch unos cuantos polic¨ªas de los que le sobran a Amedo para capturar de nuevo al inocente traficante.
(Cabe tambi¨¦n pensar en la opci¨®n de que los jueces mandaran apresar al periodista, pero se meter¨ªan en el barullo de coartar la libertad de expresi¨®n de los espa?oles, que es sagrada como todos sabemos).
Si nos mantenemos en la tesis de que el periodista es muy h¨¢bil, se produce una enorme contradicci¨®n suplementaria: el discurso en torno al que se construye la pregunta, el paisaje en el que se desenvuelve, es el de la bronca entre el poder ejecutivo y el judicial. La pregunta, en su inocencia aparente, para el volteriano, incluye todas las sospechas de presi¨®n. Pero concluye, de forma incoherente, que los jueces podr¨ªan haberse dejado influir.
?O el que pregunta es, simplemente, un aguerrido reportero que carece de toda cultura general y democr¨¢tica? Lo dejamos. Segundo ejemplo cercano en el tiempo: el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, acude a las tertulias de Radio 1. El director, Diego Carcedo, casi no le da tiempo a saludar. Se arroja sobre ¨¦l y le pregunta: ?Es usted culpable de la gripe?
La radio, que es un medio m¨¢gico, transmite a los oyentes la satisfacci¨®n del interpelado. Se percibe un sensible aumento de volumen en su caja tor¨¢cica y el gozo le altera la voz. Felipe se explaya en un discurso sobre el acoso que sufre desde los medios de comunicaci¨®n y los rivales pol¨ªticos: todo el mundo le intenta responsabilizar de cualquier cosa que sucede. Y le hace gracia lo de la gripe, es un buen hallazgo.
Felipe Gonz¨¢lez tiene, esta vez, la habilidad de no responder con el encabezamiento que procede: "Me alegro de que me haga esa pregunta", que era el encantador latiguillo que adornaba, hace tiempo, las relaciones entre el poder y la prensa. Y es que a Felipe, desde que tuvo el debate con Aznar, le asesoran en el terreno de la comunicaci¨®n. Ahora, cuando le hacen preguntas as¨ª, se alegra pero no lo dice.
Los preguntadores construyen la realidad sin fisuras. En ¨¦poca de Franco se contaba que unos guardias civiles, tras registrarse un terremoto, recib¨ªan el encargo de buscar al epicentro. Dos d¨ªas despu¨¦s, enviaban un telegrama: "Detenidos epicentro y c¨®mplices. Confesada culpa". No hay como saber preguntar.
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