De Zarzalejo a Roma
Restos de una v¨ªa milenaria gu¨ªan al caminante por los montes que se alzan al suroeste de El Escorial
Mucho se ha escrito acerca de la calzada romana que un¨ªa Titulcia con Segovia y de la cual nos queda a los madrile?os un melanc¨®lico trecho cabe el puerto de la Fuenfr¨ªa. Poco, o casi nada, acerca de la que discurr¨ªa (y discurre) por la ladera oriental de la Machota, entre los actuales t¨¦rminos de Zarzalejo y El Escorial, y que probablemente conflu¨ªa, a guisa de carretera comarcal, con la primera, la cual vendr¨ªa a ser algo as¨ª como la nacional VI de Hispania.
Rescatar del olvido esta v¨ªa secundaria, que acaso paviment¨® un colono enriquecido (?por qu¨¦ no un viejo legionario?) para sentirse m¨¢s cerca de Roma en las noches de lobos de la sierra, es el prop¨®sito inicial de esta gira. Luego, el caminante descubrir¨¢ que la jornada depara otras grandes felicidades: la f¨¢brica solemne del monasterio herreriano, los bosques de robles y los prados, la Silla de Felipe II y el agua que sabe a gloria de la fuente de Entrecabezas. Para una caminata de cinco horas escasas, no est¨¢ nada mal.
Robles y fresnos
La marcha se emprende junto al monasterio escurialense, enfilando el camino asfaltado que bordea su cicl¨®pea tapia por el lado de poniente y que, en un agradabil¨ªsimo paseo a trav¨¦s de La Herrer¨ªa, conduce hacia la Silla de Felipe II.Justo enfrente del que anda, ¨¢lzanse las tetas berroque?as de la Machota Alta (1.461 metros) y de la Machota a secas (1.404 metros), a los pies de la cual serpentea la calzada. Robles, fresnos y pl¨¢tanos protegen al excursionista del solazo o del viento frescach¨®n, seg¨²n sus necesidades. Por no hablar de las bolas que pifian los golfistas del club local.
Se?ales blancas y rojas orientan en todo momento al paseante, que incluso puede permitirse el lujo de atrochar por el espeso robledal -mientras los coches se pierden en vueltas y revueltas- para acceder a la Silla de Felipe II. Llegado a este mirador labrado en una prominencia de granito, se har¨¢ la foto de rigor, haciendo como que otea con infinito inter¨¦s el famoso edificio, la mole del Abantos (1.753 metros) y una buena parte de la llanura madrile?a.
Sin perder de vista las mencionadas se?ales pintarrajeadas a lo largo del sendero de gran recorrido GR 10, de Valencia a Lisboa-, habr¨¢ que ascender en demanda del collado de Entrecabezas, tomando como referencia adicional la cerca de piedra que corre paralela a la senda por su mano izquierda.
Conviene advertir que, a determinada altura, la valla se bifurca, abrazando un despejado terreno de pastos en el que cunden las advertencias de "Propiedad particular, prohibido el paso". Dejamos a la poderosa imaginaci¨®n del senderista c¨®mo seguir el ramal ascendente sin infringir la ley. Una fuente con alargado pil¨®n (un abrevadero, vaya) amamanta a cuantos se arriman a los pechos de las machotas y, desde los 1.274 metros del collado de Entrecabezas, se asoman a la falda sobre la que se asienta Zarzalejo.
Pese a nombre tan prometedor, que sugiere la golosa zarzamora, y a tener iglesia del a?o del Descubrimiento, aqu¨¦llos no han de tomar la vereda que desciende hacia el caser¨ªo sino la que pierde altura suavemente por la ladera de la izquierda.
El enebro y el romero fragante los acompa?ar¨¢n a lo largo de esta bajada, que concluye en Pajares, como se denomina a la urbanizaci¨®n crecida a la vera de la estaci¨®n de Zarzalejo.
All¨ª, donde la carretera salva las v¨ªas del tren por paso elevado, surge una pista de tierra que en algo menos de 10 minutos desemboca en el primer trozo de la calzada, de unos 80 metros de largo. Diversos mojones y tramos enlosados -no m¨¢s de media docena- llenan de emoci¨®n al que gusta de andar, y m¨¢s si es por caminos con certificado de antig¨¹edad como ¨¦ste; hasta que, un par de kil¨®metros m¨¢s adelante, la v¨ªa se desvanece en un polvo de milenios.
La prolongaci¨®n de la calzada romana lleva de nuevo hasta las v¨ªas del ferrocarril y, avanzando junto a ellas, de regreso hasta La Herrer¨ªa.
No hay p¨¦rdida: la parrilla gigante de San Lorenzo os gu¨ªa.
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