"?Por que no habr¨¦ corrido el encierro?"
Cuatro corredores heridos, dos de ellos graves, en el primer encierro
?sa es la pregunta que se hacen miles de personas, una vez que el encierro ha. concluido y se comprueba que no ha ocurrido ning¨²n percance, al menos aparen temente. Se ha dejado pasar una oportunidad quiz¨¢ irrepetible; los toros no lanzaron una sola cornada y trotaron por Estafeta como corderos. Dieron mas sus tos y provocaron m¨¢s ca¨ªdas los cabestros que los torazos de Cuadri, porque aqu¨¦llos s¨ª que fueron deprisa y arrollando. Es tos, en cambio, corrieron sumisos y jam¨¢s pusieron en peligro a beodos, extranjeros que no sab¨ªan ni en qu¨¦ direcci¨®n ven¨ªan los toros y se?oras gordas con tacones que quedaron atenazadas por el p¨¢nico.Son¨® el cohete que se?ala el inicio del encierro y en la entrada a Mercaderes, uno de los lugares cr¨ªticos del recorrido, porque ah¨ª comienzan a descolgarse los toros, a¨²n permanec¨ªan decenas de gentes despistadas. Los buenos corredores ya hab¨ªan echado a andar para tomar posiciones, mientras otros llegaban por atr¨¢s para esperar la llegada de la manada. Los imp¨¢vidos -espectro formado por alcoholizados, guiris y obesas-, aculados contra las vallas, no sab¨ªan qu¨¦ hacer. Llegaron los toros y les ignoraron. Hab¨ªan salvado la vida.
Los toros de Cuadri, que en su ¨²ltimo encierro de 1990 cogieron a cuatro personas, lo m¨¢s que hab¨ªan hecho hasta entonces era girar amenazadoramente la testuz y, consiguientemente, sus aterradores cuernos hacia ambos lados, donde los corredores se agolpaban. Se hab¨ªan hecho due?os de la situaci¨®n. Iban tan r¨¢pidos en la salida que no permit¨ªan ponerse. a nadie delante, y si no corneaban era porque no quer¨ªan.
Pasaron de largo ante aquellos grupos de inconscientes y se dispusieron a realizar un recorrido de ensue?o por Estafeta. Entre los resbalones y que les comenzaban a pesar los 600 kilos no pudieron seguir a los cabestros y quedaron a expensas de que les condujeran los mozos hasta la plaza. Hubo quien estuvo hasta 45 segundos ante la cara de los toros. Primero iban dos y luego, los otros cuatro. Al pisar el ruedo, 2,15 minutos despu¨¦s dehaber salido de los corrales de Santo Domingo, se esperaron unos a otros y entraron juntos en los chiqueros.
Los cabestros, en cambio, hab¨ªan llegado ya antes. Fueron tan deprisa -o los toros tan despacio- que provocaron el p¨¢nico y percances entre los corredores. Cuatro acabaron en el hospital con golpes y fracturas, y todos fueron enga?ados, hasta los m¨¢s expertos, como Miguel ?ngel Eguiloz, que lleva 25 a?os corriendo los encierros: "Pens¨¢bamos que ven¨ªan con los toros, pero despu¨¦s de mucho mirar vimos que llegaban solos. Lo que consiguieron fue limpiar el recorrido de gente por delante y que resultara relativamente f¨¢cil llegar hasta el toro".
El sue?o de todo corredores realizar unos metros ante la cara de las reses, lo que fue posible ayer, a partir de Estafeta. Adem¨¢s, sin ning¨²n riesgo. Pero esto nunca se sabe. La fiereza del toro se puede desatar en cualquier momento y entonces las consecuencias son imprevisibles. Esta posibilidad echa atr¨¢s a los indecisos y prudentes que ayer se la mentaban: "?Por qu¨¦ no habr¨¦ corrido yo tambi¨¦n el encierro?". Hoy les volver¨¢ a asaltar la duda minutos antes de la ocho. Lo que uno se juega es la vida. Ayer, sin que pasara nada, s¨®lo a consecuencia de los, empujones y las ca¨ªdas, cuatro personas, una de ellas estadounidense y otra neozelandesa, fueron atendidas de traumatismos graves y quedaron ingresadas en observaci¨®n; otras fueron enviadas a casa, alguna con tres costillas rotas.
El encierro de hoy lo protagonizan los toros de Miura, que lidian por la t arde Tom¨¢s Campuzano, El Fundi y Miguel Rodr¨ªguez en la tercera de feria.
Babelia
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