Educaci¨®n sin Fronteras, la ayuda al desarrollo desde la formaci¨®n
Donde Enrique Castro trabaja, la marihuana es tan com¨²n como un cigarro rubio y algunos hasta la utilizan como musgo en el beI¨¦n. All¨ª la violencia no es noticia: los sicarios, que no son precisamente una rara avis, se encargan de hacer normal la muerte. "Ya s¨¦ que puede sonar a t¨®pico, a algo peliculero. Pero no me invento nada. Es as¨ª", explica. Y es que Castro, un gallego de 28 a?os, trabaja en Medell¨ªn (Colombia), en uno de sus barrios subnormales, o lo que es lo mismo: desestructurado, marginal y azotado por el paro y el alcoholismo. ?l lleg¨® a Palermo con un proyecto de Educaci¨®n sin Fronteras bajo el brazo: dotar de infraestructura educativa al barrio.
Educaci¨®n sin Fronteras, una Organizaci¨®n No Gubernamental (ONG) con sede en Barcelona, le escogi¨® a ¨¦l para que se encargase de ayudar a la organizaci¨®n colombiana Fundaci¨®n Solidaria Visitaci¨®n en el intento. Sus licenciaturas en Filosof¨ªa y Ciencias de la Educaci¨®n y sus diversas estancias anteriores en proyectos educativos en Bogot¨¢ le convert¨ªan en el cooperante id¨®neo. Y en ello est¨¢.
"En Medell¨ªn, menos del 1% de los j¨®venes que acaban el bachillerato pueden acceder a la Universidad, as¨ª que acaban en la calle, sin trabajo. Por eso no es dif¨ªcil, que caigan en una banda de delincuencia", lamenta.
Profesiones con demanda
Sin embargo, cuando habla de los logros presentes y de los proyectos futuros, se le llena la boca: con la ayuda de Educaci¨®n sin Fronteras -que ha destinado unos 40 millones de pesetas, aportados mayoritariamente por la Generalitat de Catalu?a- se ha logrado construir un centro donde los chicos pueden estudiar electr¨®nica, mec¨¢nica o convertirse en instaladores de gas. "Que no son profesiones escogidas por azar", se apresura a puntualizar, "sino que son las que en la actualidad tienen m¨¢s demanda all¨ª".El nuevo edificio alberga tambi¨¦n un centro de preescolar -"as¨ª evitamos que los ni?os campen por las calles"- y en su construcci¨®n, tal y como se planteaba en el proyecto inicial, se est¨¢ consiguiendo que el barrio se involucre en el proyecto. "Es una tarea durilla. Pero tenemos una profesora de preescolar maj¨ªsima del propio Palermo, y el equipamiento, en la medida de lo posible, se ha encargado a carpinteros, constructores y herreros del barrio. Algo. es algo".
Lo importante, explica Castro, ser¨ªa conseguir ir cambiando la escala de valores de los j¨®venes y dignificar el trabajo. Pero es dif¨ªcil enfrentarse a los m¨¢s temibles de los contricantes: el paro y la droga. "Si es que hasta uno acaba por asumir que existan bandas organizadas de j¨®venes que viven de matar porque, cuando no se tiene nada de nada y se acerca un t¨ªo ofreci¨¦ndote -un mill¨®n de pesos debe de ser muy dif¨ªcil negarse ...".
Grupo de teatro
La pasi¨®n de Enrique por su trabajo se advierte cuando explica de un tir¨®n c¨®mo ha conseguido crear un grupo de teatro, y c¨®mo, en muy pocas semanas ha pasado de 4 a 17 chicos. "Y hasta han montado ya su primera obra". ?sta, dice, es la ¨²nica forma que se le ocurri¨® para que estos j¨®venes se escaparan de la calle. "Lo que ten¨ªa muy claro es que no era plan de ir ech¨¢ndoles el serm¨®n de que las drogas est¨¢n mal y de que tal y de que cual. As¨ª que cre¨ª que lo que se deb¨ªa hacer era buscarles una alternativa. Y es lo que hice: busqu¨¦ un Ideal y les anim¨¦ en lo del teatro. Ahora va fenomenal".Este joven gallego ha conseguido tambi¨¦n, que un grupo de chicas del barrio puedan recibir clases de auxiliar de enfermeras y tengan un puesto de trabajo asegurado en un hospital, algo impensable en una ciudad donde el paro afecta al 30% de los j¨®venes. Castro a?ade, sin ocultar su entusiasmo, que ha logrado convencer a un grupo de mujeres para que se reunan para charlar y compartir proyectos. Y algo m¨¢s: con su ejemplo, dice, ha colaborado en ofrecer una imagen distinta del hombre. "En el barrio, uno de los problemas m¨¢s importantes es el alcoholismo. Entre los hombres es algo habitual y esto les convierte en agresivos. Y adem¨¢s son machistas, Muy machistas" asegura. "Por eso, cuando me reun¨ª en casa con el grupo de mujeres y les serv¨ª un caf¨¦ no daban cr¨¦dito a sus ojos. ?Era como si yo fuera una aparici¨®n!", dice entre carcajadas.
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