Conquistador blanco, coraz¨®n negro
?C¨®mo es el ¨²ltimo disney? Eric Goldberg, uno de sus directores, se dice enamorado del Disney cl¨¢sico y menciona Dumbo como su pel¨ªcula de cabecera; la publicidad, machacona, se empe?a en vender al personaje que da nombre al filme como la hero¨ªna m¨¢s sexy del estudio, y la pel¨ªcula, como la primera de animaci¨®n "adulta". ?Contradicci¨®n? En absoluto: los directores Goldberg y Gabriel han perge?ado una soluci¨®n a medio camino entre ambas afirmaci¨®nes, de manera que Pocahontas parece en realidad m¨¢s sexy que sus antecesoras, pero la pel¨ªcula es deudora del peor Disney, no el del lagrimazo atroz sino el almibarado, atrozmente cursi de, por ejemplo, La bella durmiente. Eso s¨ª, la correcci¨®n pol¨ªtica impregna todo el producto, hasta el punto de erigirse en su ¨²nica raz¨®n de ser: si a ello le llaman "animaci¨®n adulta", pues s¨ª: Pocahontas es la demostraci¨®n de que Disney ha crecido un poquito.Nacida de un cruce confeso entre las modelos Christy Turlington y Noemi Campbell, Pocahontas es la reencarnaci¨®n animada de un personaje hist¨®rico legendario de la tradici¨®n estadounidense, una india que naci¨® en la actual Virginia, salv¨® a un ingl¨¦s llamado John Smith, fue apresada, cas¨® con un colono y tuvo un hijo antes de morir, en v¨ªsperas de su primer viaje a Inglaterra: una india asimilada a la cultura blanca, pues, y no la mujer ind¨®mita que querr¨ªa el filme. No obstante, el personaje se sit¨²a en la misma l¨ªnea de las ¨²ltimas hero¨ªnas de Disney -la Sirenita, Bella-, es decir, entre el protofeminismo y la conciencia ecol¨®gica: dialoga con los ¨¢rboles, se acompa?a de dos animalitos mascotas, es una ardiente defensora de la naturaleza salvaje.
Pocahontas
Direcci¨®n: Mike Gabriel y Eric Goldberg. Gui¨®n: Carl Binder, Susannah Grant y Philip LaZebnik. M¨²sica: Alan Menken. Producci¨®n: Walt Disney, EE UU, 1994.Int¨¦rpretes: dibujos animados. Estreno en Madrid: Lope de Vega, Proyecciones, Benlliure, Novedades, Acte¨®n, Real Cinema, Pe?alver, Cristal, Canciller, Albufera, Aluche, Florida, Luna, Vaguada.
Y en buena l¨®gica dram¨¢tica, el objeto de su amor -blanco, y por partida doble, como podr¨¢ adivinar hasta el menos sagaz de los lectores- deber¨¢ pasar por una s¨²bita conversi¨®n, de matador de indios a ardiente defensor del entendimiento entre razas.
A diferencia de La sirenita y de La bella y la bestia -para quien esto firma las mejores pel¨ªculas de Disney-, lo que le ocurre a Pocahontas es que resulta, a pesar de sus 80 y escasos minutos, solemnemente aburrida. Su trama es virtualmente inexistente, sus malvados no son tan divertidos como el t¨ªo del Rey le¨®n ni como la pulpo monstruosa de La sirenita, la historia no mantiene casi ning¨²n punto de inter¨¦s: curiosamente, se dir¨ªa la pel¨ªcula m¨¢s de tesis del estudio en mucho tiempo. Y aunque esa tesis, el respeto a la naturaleza y la diversidad cultural, resulte compartible, no basta por s¨ª sola para sacar el filme a flote.
Por si fuera poco, tampoco es de recibo que el filme, con habilidad, intente escurrir el bulto de la destrucci¨®n de la naturaleza americana achac¨¢ndola a los conquistadores ingleses, a los que se les carga el mochuelo de casi todo lo malo. A eso se le llama ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. O tal vez sea s¨®lo el peculiar sentido del avieso ocultamiento ideol¨®gico que sigue siendo, como siempre, la mejor marca de estilo de la casa.
Babelia
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