Amistad y deber
MUCHOS DIPUTADOS socialistas deber¨¢n demostrar hoy que son capaces de anteponer su condici¨®n de representantes del pueblo a la de amigos de Jos¨¦ Barrionuevo. La votaci¨®n en conciencia que el Grupo Socialista reclama para el suplicatorio del antiguo ministro del interior no puede ser una bula para eludir el deber parlamentario en aras de razones comprensibles, pero pri vadas, como la de demostrar solidaridad a un amigo. El Pleno del Congreso que hoy decidir¨¢ sobre la solicitud de la Sala Segunda del Supremo para interrogar a Barrionuevo en relaci¨®n con el sumario de los GAL no tiene por objeto valorar los indicios delictivos esgrimidos por el juez. Su tarea, seg¨²n la doctrina del Constitucional, se limita a analizar si en esa solicitud existe alguna intencionalidad pol¨ªtica tendente a desnaturalizar el sentido de la acci¨®n penal. Jos¨¦ Barrionuevo no ha dejado de asegurar, cada vez con m¨¢s fuerza a medida que se acercaba la decisi¨®n de la C¨¢mara, que esa intencionalidad pol¨ªtica existe. Pero en las alegaciones que ha presentado al Congreso no da ning¨²n argumento que lo pruebe, Se limita a reivindicar su quehacer como ministro del Interior en la lucha antiterrorista y a cuestionar numerosos aspectos de la instrucci¨®n sumarial en el asunto de los GAL.
Ser¨ªa exagerado definir como intencionalidad pol¨ªtica, en el sentido establecido por el Tribunal Constitucional, el perceptible tono vengativo con que Amedo advirti¨® hace tiempo a Barrionuevo, y a otros responsables pol¨ªticos, que no se librar¨ªan de sus supuestas responsabilidades en los GAL, o la eventual complacencia del juez Garz¨®n al conseguir indicios contra el ministro que le neg¨® reiteradamente el acceso a los datos sobre fondos reservados por ¨¦l solicitados en relaci¨®n al caso Amedo. Incluso si esos sentimientos han existido, ello no bastar¨ªa para desnaturalizar la instrucci¨®n sumarial ni justificar¨ªan la pretensi¨®n de dejar de comparecer ante el Supremo.
El antiguo ministro del Interior no ha dejado de repetir hasta ayer mismo que se ve "sometido a un proceso penal y a una petici¨®n de suplicatorio sin que ning¨²n ¨®rgano judicial haya aceptado todav¨ªa tomarme declaracion". Pero la forma de que se cumpla ese deseo es precisamente la aceptaci¨®n del suplicatorio por el Parlamento. Es ante la justicia donde Barrionuevo debe alegar lo que estime conveniente si quiere que sus palibras no sean interpretada como un mero brindis al sol en clave victimista. El veredicto que vale en este caso es el del Supremo, no el del Congreso.
Muchas de las alegaciones de Barrionuevo tienen fundamento. Pero el ¨²nico sitio donde pueden surtir efecto es en el despacho del juez M¨®ner. En ese marco del proceso el ex ministro tiene todo el derecho a se?alar la posible situaci¨®n de indefensi¨®n en que le dej¨® el juez Garz¨®n a lo largo de los siete meses en que no pudo contradecir las imputaciones vertidas contra ¨¦l por Amedo y Dom¨ªnguez en diciembre de 1994.. Si Garz¨®n se excedi¨®, utiliz¨® la Ley de Enjuiciamiento Criminal arteramente o propici¨® una situaci¨®n favorable al juicio paralelo, son cuestiones que s¨®lo el Tribunal Supremo puede dilucidar. Tienen que ver con la pureza del procedimiento, pero en absoluto con el suplicatorio.
Ser¨ªa una pantomima por parte de Barrionuevo alegar indefensi¨®n y resistirse al mismo tiempo a comparecer ante la justicia. Si de verdad quiere defenderse, el camino es atravesar la puerta que le abre el suplicatorio. Y en todo caso, al margen de cu¨¢les sean los deseos del ex ministro del Interior, el Congreso no puede dejar de actuar de acuerdo con los intereses de la justicia. Y del sistema dem¨®cr¨¢tico. Porque si no lo hiciera as¨ª, no s¨®lo estar¨ªamos ante un nuevo y may¨²sculo esc¨¢ndalo pol¨ªtico, sino que se cerrar¨ªa el paso al esclarecimiento de lo que urge aclarar en aras, precisamente, de la credibilidad de las instituciones.
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