'La doctora Quinn' vuelve a Televisi¨®n Espa?ola
No pertenece a la clase de los programas m¨¢s alabados, y ni siquiera a la de los m¨¢s denostados. Pero La doctora Quinn, que espera renovar su ¨¦xito en TVE con 13 nuevos episodios a finales de este mes, es ese tipo de programa familiar, blanco y pol¨ªticamente correcto, que buscan con avidez las televisiones en tiempos de oferta y audiencias fragmentadas. La conquista del Oeste de Micaela Quinn satisface adem¨¢s el reclamo creciente de protagonistas femeninas moderadamente vindicativas como ¨¦sta creada por Beth Sutlivan.La historia, como el espectador espa?ol ya sabe, presenta a la doctora Micaela Quinn (Jane Seymour) abandonando un civilizado y remilgado Boston por el salvaje Oeste de finales del XIX y por una pasi¨®n rosa que unir¨¢ su destino al del montaraz pero sensible Byron Sully (Joe Lando). Todo eso trufado de bucolismo familiar y doctrina sobre temas tan ajenos a aquellos r¨²sticos pioneros como la ecolog¨ªa, el respeto a las minor¨ªas o la igualdad de oportunidades para la mujer. Pero la audiencia parece pasar de anacronismos y concentrarse en la real peripecia de esta mujer liberada e independiente que llega a Colorado Springs para: enfrentarse a las fuerzas vivas y al primitivismo local.
En cuanto a su medicina -un caso grave por episodio para que nuestra doctora pueda ejercer-, hasta en eso juega con ventaja: mientras hay series con m¨¦dico a bordo que son acosadas por vigilantes e irritados profesionales, ella puede pasarse de la cataplasma a la operaci¨®n a coraz¨®n abierto con menaje de cocina sin m¨¢s coartada que su Oeste del siglo XIX. Es curioso, por otro lado, como Beth Sullivan, la creadora, productora ejecutiva y editora final de los guiones, integra el componente rosa (Joe Lando y sus melenas), motor indispensable en La doctora Quinn.
Audiencia en vilo
El pulso amoroso entre Micaela y Sully ha mantenido en vilo a una audiencia capaz de asumir durante tres a?os la virginidad de ella, cumplidos los 37 (ah¨ª no hay anacronismo, es la mujer de 1870), y la castidad de ambos. Sullivan nunca hubiera casado a su resuelta hero¨ªna: por sus propias convicciones y porque la experiencia ense?a que en televisi¨®n el matrimonio, al contrario que en la realidad, acaba con el inter¨¦s de las historias.Pero la audiencia (y no el embarazo real de Seymour) exigi¨® la consumaci¨®n. Hubo boda en, mayo del a?o pasado (la que se ver¨¢ al final de esta temporada en TVE). Sin embargo, Beth Sullivan, una mujer templada en la dura lucha por un lugar en el Hollywood de la televisi¨®n, se encargar¨¢ d¨¦ que la pareja tenga sus guadianas.
Beth Sullivan es en la actualidad, gracias a La doctora Quinn, la primera mujer en ser admitida con poder y mando en la reserva masculina de las series dram¨¢ticas. "Antes estaba totalmente asumido que s¨®lo Bochco (PoliC¨ªas de Nueva York) o Kelley (Picket Fences) pod¨ªan manejar una serie dram¨¢tica", dice esta mujer que se dio a conocer con dos multigalardonados telefilmes sobre casos reales de violaci¨®n y maltrato a las mujeres y series comprometidas con el feminismo. Sullivan, adem¨¢s, cree que ha cumplido con largueza lo que le prometi¨® a la cadena: "Volver a atraer a las familias a la televisi¨®n, igual que, hizo en su d¨ªa Bonanza".
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