EL CUADERNO DE ANDAR POR CASA
?Es la bondad perdedora? Tabarez fue destituido del Milan bajo la dura acusaci¨®n de ser "demasiado se?or". Una sociedad que celebra un cotidiano culto al macho no puede aceptar a un conductor de grupo que mande por persuasi¨®n. Gusta la imposici¨®n, la orden, el tirarle a los jugadores un reglamento a la cabeza todos los d¨ªas. Paolo Maldini fue certero en la autocr¨ªtica: "La marcha de Tabarez es una derrota para los jugadores porque si un profesional necesita una patada en el culo para ganar, algo no va". Creo que tiene raz¨®n dos veces: porque necesitan una patada en el, culo y porque es una verg¨¹enza que la necesiten. Los equipos suelen tender al aburguesamiento, pero considerar el respeto y el afecto como un s¨ªntoma de debilidad es un error, porque donde el entrenador se juega la autoridad es en la valent¨ªa o la cobard¨ªa de sus decisiones. La amabilidad o la groser¨ªa es s¨®lo la forma. Seamos- claros: el problema es que se glorifica la competitividad y a Tabarez le toc¨® perder. Cuando venc¨ªa (Pe?arol, Boca Junior, Cagliari ... ) dec¨ªan que su sentido del mando era civilizado y moderno.Se me cay¨® el ejemplo. Era inevitable utilizar al Milan como modelo de superaci¨®n. No me imaginaba a Baressi, por ejemplo, diciendo "ya no tengo nada que demostrar". Todos los d¨ªas demostraban lo que ya hab¨ªan archidemostrado. Un club organizado y protector que les da mucho y a cambio les pide todo resulta fundamental para sostener el af¨¢n competitivo. Sin embargo, Tabarez reconoci¨® que el principal error de su corta y desgraciada experiencia fue el "dar por descontadas ciertas cosas". Se tiende a suponer que a un grupo de campeones no hay que instruirlo en las cosas simples; que pueden saltarse las obviedades. Mal supuesto. Un equipo de grandes jugadores progresa en su funcionamiento por capricho del tiempo, pero un entrenador no debe dejar de estar atento al a, b, c. Cuando la rutina ataca hay que lanzar desaf¨ªos de perfecci¨®n a los jugadores. Hasta ahora, cuando yo necesitaba una prueba no ten¨ªa ninguna duda: "Miren al Milan". Pues tambi¨¦n se aburri¨® el Milan. ?Y ahora qu¨¦ hago?
Vencer al miedo. Cuando Valderrama jug¨® en el Valladolid a su manera: tocando cortito mil veces por partido, su propio p¨²blico lo quer¨ªa asesinar. Maturana, su entrenador, reuni¨® a la plantilla y le propuso a su compatriota que jugara s¨®lo los partidos de visitante hasta que la situaci¨®n se normalizara. Valderrama levant¨® la mano para pedir la palabra y dijo: "Se lo cambio, profesor. Juego los partidos de casa y descanso los de fuera". Esas actitudes que llevan impl¨ªcita una buena carga de valent¨ªa, dignidad y convicci¨®n la suelen tener aquellos profesionales orgullosos que nunca te dejan tirado en mitad de una batalla. Con ellos se puede ir a cualquier parte. El Valencia se enfrent¨® esta semana, a la pasi¨®n turca del Besiktas y puedo asegurar que la experiencia pone a prueba el sistema nervioso de los jugadores. En esos casos saber jugar es s¨®lo parte del problema. Anoche, no s¨¦ si se enteraron, se enfrentaba el Real Madrid contra el Barcelona. Capello le pidi¨® al madridismo que le metiera el primer gol al Barcelona. El miedo como herramienta. Los hombres de Robson, por su parte, habr¨¢n tenido (Benedetti dixit) el miedo como hu¨¦sped. Ah¨ª empieza el partido.
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