"Siempre rezo un padrenuestro antes del partido"
, El d¨ªa empez¨® a las 8.15. Javier Clemente desayun¨® caf¨¦, zumo de naranja y tostadas con mermelada de naranja.. El t¨¦cnico asegura no tener probemas para conciliar el sue?o en la noche anterior al partido, por muy importante que ¨¦ste sea. "Duermo bien, a menos que haya alg¨²n hijo de puta que me moleste con alg¨²n tema raro", comenta Clemente como si tal cosa. En su mesita de noche no tiene ning¨²n libro, tampoco revistas. S¨®lo peri¨®dicos deportivos y locales. Una ma?ana de atenciones. Tras el desayuno es el momento de atender a unos y otros: a los amigos que llegan a desearle suerte al seleccionador, a los periodistas que buscan las ¨²ltimas impresiones, y, sobre todo, a aquellos futbolistas que presentan alguna molestia. El seleccionador se mueve de un sitio para otro hasta que se convence de que no falla ning¨²n detalle. Es la mejor forma de relajarse que encuentra. El golf, su terapia preferida contra los nervios, lo deja para jornadas m¨¢s tranquilas, y eso que en El Saler hay uno de los mejores campos.
Comida y siesta. Clemente pretende darle normalidad a una jornada tan se?alada. El preparador afronta el almuerzo de la una de la tarde como una comida rutinaria: sopa y carne, sus platos preferidos. Tras el almuerzo, llega la hora de la siesta, o lo que hace las veces de ¨¦sta, pues realmente Clemente no duerme, sino que aprovecha para tumbarse en la cama y mirar la televisi¨®n. "Lo que me gusta son los telediarios y las pel¨ªculas", dice.
Afeitado y ducha. Tras varias horas de descanso, el t¨¦cnico se prepara para la hora de la verdad. Pasa por la ducha y se afeita con cuchilla. Se viste con el
ch¨¢ndal Adidas de la selecci¨®n. Para el partido, siempre ha preferido el ch¨¢ndal al traje, "por que yo voy a trabajar y tengo que estar c¨®modo para moverme". El ch¨¢ndal es azul, un color que le gusta al seleccionador. Antes de dejar la habitaci¨®n, Javier Clemente llama a su casa de Bilbao para hablar
con su familia. "Es que despu¨¦s del partido no les puedo llamar porque tengo mucho l¨ªo y acabo a las dos de la madrugada de atender a todo el mundo", comenta.
Reuni¨®n con los jugadores. Lleg¨® el ritual preferido de Clemente. "Este es un momento clave del d¨ªa", apunta el t¨¦cnico, que se re¨²ne con los futbolistas para tratar de que ¨¦stos asuman las ¨²ltimas consignas t¨¢cticas. El seleccionador anuncia a los jugadores el equipo titular que se enfrentar¨¢ a Yugoslavia. En el hotel s¨®lo resta una leve merienda. Esta vez s¨®lo caf¨¦, antes de ultimar los ¨²ltimos detalles antes de la salida hacia el campo de Mestalla. El estadio est¨¢ a 20 kil¨®metros del hotel de concentraci¨®n de la selecci¨®n, en el espacio natural protegido de El Saler.
Traslado y rezos. Clemente viaja sentado solo en el autob¨²s. Se coloca en la parte delantera. La elecci¨®n nacional llega a Mestalla m¨¢s de hora y media antes del inicio del partido. Tras un breve contacto con el c¨¦sped, Clemente reza un padrenuestro en el vestuario del equipo local. "Mi virgen es la de Bego?a, pero no tengo un rezo especial para ella", explica Clemente, que se santiguar¨¢ antes del inicio del choque.
Cigarrillos en el banquillo. A esas alturas, el seleccionador ya ha fumado m¨¢s de lo habitual, pero es durante el partido cuando aumenta su frecuencia en el n¨²mero de pitillos rubios. "Puedo llegar a fumarme entre 20 y 25 cig¨¢rrillos, algo m¨¢s que en los d¨ªas normales", comenta. Entre el estruendo que acompa?a el partido, el t¨¦cnico fuerza la voz con los gritos dirigidos a sus jugadores. Sus cuerdas vocales se resienten. Si tiene sed, bebe agua, pero no forma parte del ritual.
Tras el partido. "Despu¨¦s del partido no tengo ni hambre ni sed", se?ala, aunque todav¨ªa no disminuye el estado de excitaci¨®n. La atenci¨®n a los medios de comunicaci¨®n se prolonga hasta altas horas de la madrugada, mientras apura los ¨²ltimos cigarrillos. Una vez la expedici¨®n regresa al hotel, el seleccionador comer¨¢ con el resto del equipo (buffet libre). Todav¨ªa queda mucho d¨ªa por delante. Un par de horas de atenci¨®n a los medios de comunicaci¨®n y una tertu.lia con los amigos para comentar el partido. Luego, agotado, se tumba en la cama. Enseguida le viene el sue?o. "Duermo como un lir¨®n, tanto si gano como si pierdo".
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