A empujones y con Ceballos
El Real Madrid, con goles de Ra¨²l y Seedort, anul¨® la ventaja del Racing
Ceballos sac¨® de apuros al Madrid, que pas¨® un mal rato frente al Racing. Estuvo cerca de la derrota, pero le salv¨® Ceballos, cuya incompetencia en los goles madridistas fue manifiesta. Su blandura e indecisi¨®n resultaron decisivos en los goles de Ra¨²l y Seedorf. Los tantos llegaron en un momento cr¨ªtico, cuando el Racing comenzaba a encontrar v¨ªas para el contragolpe Pero Petkovic y Javi L¨®pez se aflojaron ante la porter¨ªa. El Racing tir¨® ah¨ª el partido y permiti¨® que el Madrid saliera a empujones con la victoria. Porque juego no tuvo.El Racing est¨¢ en el tipo combativo y especulador, la clase de equipo que no concede un metro sin batallar. Nadie se borra del partido y todos se afanan en la pelea, que comienza en la delantera, con Bestchastriykh, un delantero pesadote, ruso hasta las cachas, que impresiona m¨¢s por su potencia que por su habilidad. Con la pelota es una ruina de jugador, excepto cuando consigue girarse y enfilar la porter¨ªa. Entonces es un tren. El uruguayo Correa tiene m¨¢s clase Si Bestchastnykh es ruso por todos los costados, Correa es el suramericano de toda la vida: listo, p¨ªcaro y h¨¢bil para interpretar las deficiencias de los defensas. Un par de ve ces se escurri¨® entre Hierro y Alkorta y meti¨® en problemas a Illgner. Pero la primera ocupaci¨®n del Racing no fue desestabilizar el sistema defensivo del Madrid. La idea era defenderse, bloquear el tr¨¢fico en el centro del campo y amargar la existencia a los jugadores b¨¢sicos del ataque madridista. Billaborta, por citar a uno, se preocup¨® muy seriamente de taponar las carreras de Roberto Carlos por la banda izquierda. Uno quer¨ªa correr y el otro no le dejaba, as¨ª que Roberto Carlos se sinti¨® fuera de su elemento natural. En la otra banda, Panucci pasaba inadvertido en el juego de ataque. Como es costumbre, por otra parte. El primer tercio del partido estuvo atascado en el medio campo. El Racing hizo su trabajo con mucha dedicaci¨®n: tapaba, paraba, cortaba. Luego perd¨ªa la pelota. Y el Madrid, igual. No junt¨® dos pases, ni encontr¨® v¨ªas de salida para superar la tenacidad de su rival.
Tal como discurr¨ªa el partido, quedaba abierto el factor del contragolpe del Racing, que se hac¨ªa el longuis y esperaba su oportunidad. No Reg¨® en un contraaataque sino en un c¨®rner y en un fallo de Panucci, que midi¨® mal el salto y permiti¨® el cabezazo limpio de Correa. Si hasta el gol, el partido tuvo mal aspecto para el Madrid, despu¨¦s se puso muy feo. Su insistencia en la b¨²squeda de la porter¨ªa fue proporcional a su falta de recursos. El Racing aprovech¨® el estado de ansiedad del Madrid y le sac¨® poco a poco del partido. Pero puestos a ser italianos hay serlo hasta el final. Al Racing le falt¨® instinto para clausurar el partido en dos contragolpes que eran gol. Ah¨ª se acab¨® el Racing.
El Madrid, que andaba muy tocado, encontr¨® un amigo en Ceballos, cuya colaboraci¨®n en los dos goles fue decisiva. Por lo visto, Ceballos no es Molina y est¨¢ inc¨®modo fuera del ¨¢rea peque?a. Dos pases largos le pusieron en evidencia, dos pases que Molina se hubiera llevado de tac¨®n. En el primero, Ra¨²l tuvo bastante m¨¦rito en el control, pero luego obtuvo la ayuda del portero, que estuvo inexplicablemente blandito en el choque y muy torpe en el uso de las manos. El segundo gol fue m¨¢s de lo mismo. Otro pase desde el centro del campo, de frente a la defensa, como el anterior, termin¨® por apuntillar al Racing.
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