Reconstruir la pol¨ªtica
Mientras Aznar presume de que Espa?a es el ¨²ltimo basti¨®n de la derecha europea, los socialistas europeos se reun¨ªan en Suecia, en un ambiente de euforia, para tratar de modernizar su discurso ahora que son mayor¨ªa en la UE. Intentan cambiar la raz¨®n econ¨®mica que ha dominado el mundo desde la revoluci¨®n conservadora, hacia la raz¨®n pol¨ªtica, respaldados por el voto de los ciudadanos. Felipe Gonz¨¢lez lo ha resumido: hay un hartazgo de pol¨ªticas deshumanizadas.Las elecciones en el Reino Unido y Francia han sustituido las prioridades, desde el arca¨ªsmo neoliberal hacia el empleo. En sus primeras intervenciones, Tony Blair_no ha sido el sucesor del thatcherismo disfrazado de Caperucita Roja, como lo calificaron los conservadores al d¨ªa siguiente de perder el poder. Ma?ana presentar¨¢ en el Ecofin un plan para atacar el paro en Europa (18 millones de ciudadanos).
Pero es en Francia donde los s¨ªntomas de otra forma de hacer las cosas son m¨¢s expl¨ªcitos. El primero, de gran simbolog¨ªa, en el mismo momento en que Jospin elabor¨® su Gobierno. Por primera vez, el n¨²mero dos de la Administraci¨®n no ser¨¢ el ministro de Econom¨ªa, sino el responsable del empleo.
Pese a que el primer ministro ha creado un superministerio econ¨®mico -Econom¨ªa, Finanzas e Industria- y ha puesto al frente de ¨¦l a un economista de gran prestigio, Dominique Strauss-Kahn (el ¨¢lter ego socialdem¨®crata del liberal Madelin), la n¨²mero dos de Jospin ser¨¢ la ministra de Empleo, Sanidad y Seguridad Social, Martine Aubry. Ello es sumamente revelador.
Aubry es una mujer muy significativa no s¨®lo por su potencial de presidenciable, sino, sobre todo, por su idiosincrasia pol¨ªtica. Colaboradora de Philippe Seguin en el Ministerio de Trabajo durante el bienio conservador -1986 a 1988- por "ser la mejor preparada", seg¨²n el l¨ªder gaullista, fue ministra de Trabajo con otra mujer socialista, Edith Cresson, de jefa de Gobierno.
Con un car¨¢cter tan firme que se ha comparado con el de Margaret Thatcher, Martine Aubry es de las que consideran que hay que tener pocos principios ¨¦ticos inalterables, pero ser inflexible con ellos; alguien ha dicho que con esos principios Aubry es "casi morm¨®nica".
En los tiempos en que Mitterrand peleaba por el euro y contra el escepticismo, Aubry marc¨® su terreno: "La moneda ¨²nica es buena, pero s¨®lo como instrumento para hacer una Europa m¨¢s fuerte. Es un instrumento que no se merece que el pa¨ªs se destruya para adquirirlo". Ahora, pocos meses antes de las elecciones, Aubry ha publicado un libro (Ils est grand temps, aparecido en las Editions Albin Michel) que compendia su pensamiento.
En ¨¦l hay una coincidencia entre las propuestas de Aubry y el programa electoral de Jospin, y una confesi¨®n de fe socialdem¨®crata: "Hay que construir un nuevo modelo de desarrollo capaz de pedir al mercado lo que sabe hacer: la eficacia, la innovaci¨®n. Pero que sepa tambi¨¦n responder a las necesidades de todos... Hay que situar el objetivo de la solidaridad en el coraz¨®n de la sociedad. Para llegar a ello es necesario que la sociedad sea m¨¢s transparente, m¨¢s democr¨¢tica y que el debate p¨²blico tenga su lugar. Hay que reconstruir la pol¨ªtica".
Por primera vez en mucho tiempo no se habla s¨®lo de convergencia, d¨¦ficit, inflaci¨®n o de devaluaciones competitivas.
?Qu¨¦ respiro!
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