Tiger Woods casa y Olaz¨¢bal comienza de manera discreta
El brit¨¢nico Montgomerie, l¨ªder tras la primera jornada
Antes de comenzar el Open de Estados Unidos, los jugadores miraban al campo del Congressional Country Club y sacaban la conclusi¨®n de que era un escenario dif¨ªcil y largo. Para pegadores. Pero, ?para qu¨¦ clase de pegadores? ?Para Tiger Woods, el muchacho que arras¨® en Augusta y amenaza con abrir una nueva era en el goIf? ?O para esos tipos seguros, con poder¨ªo, pero de tiros rectos? La primera jornada sirvi¨® para confirmar que el campo no parece propicio para Woods, cuya tremenda pegada no est¨¢ acompa?ada por la precisi¨®n. En el Congressional, las estrech¨ªsimas calles dificultaron extraordinariamente el juego de Tiger, que se vio envuelto en trampas de las que no pudo salir. Su fracaso -74 golpes, cuatro por encima del par- fue tan evidente como la excelente actuaci¨®n de Colin Montgomerie, que horas antes de comenzar el torneo proclamaba su candidatura. "Este campo me va de perlas", dijo. No se equivoc¨®. Al t¨¦rmino de la primera jornada y al cierre de esta edici¨®n encabezaba la clasificaci¨®n con una tarjeta de 65 golpes, nueve menos que Woods.Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, que acab¨® con 71 golpes (+ 1), cumpli¨® con regularidad durante la mayor parte del d¨ªa. Se ajust¨® bien a las exigencias del campo y pareci¨® en condiciones de conseguir una tarjeta con uno e dos golpes por debajo del par. Pero el ¨²nico golfista espa?ol del torneo no pudo dar el estir¨®n. Y en el hoyo 15 se meti¨® en un problema que no pudo resolver. Deb¨ªa embocar la pelota con apenas un metro de distancia al hoyo, pero de forma incomprensible Olaz¨¢bal forz¨® el putt y la pelota hizo la corbata alrededor del agujero. All¨ª perdi¨® la posibilidad de acabar el d¨ªa con el par del campo.
Tiger fue dando tumbos por el severo recorrido del campo Congressional, un circuito de trampas, bunkers, roughs insoportables y callejones largos, donde la punter¨ªa era m¨¢s importante que la pegada. O as¨ª se interpret¨® las dificultades que pas¨® el joven campe¨®n estadounidense, incapaz de meter la pelota en las calles. Y adem¨¢s pudo quejarse de una cierta falta de fortuna en los greenes, donde perdi¨® algunas oportunidades espl¨¦ndidas de recuperarse. Pero lo que le perdi¨® de ¨²ltimas fue su gran arma: el drive. Su potencia vali¨® de poco frente a la precisi¨®n que demandaba el campo.
Donde Woods viv¨ªa un calvario, Colin Montgomerie disfrutaba de uno de los mejores d¨ªas como profesional. "Adoro jugar aqu¨ª", dijo despu¨¦s de terminar el recorrido. Lleg¨® pronto y la impresi¨®n es que sus 65 golpes ser¨ªan insuperables. "Soy tan feliz en este campo como Tiger lo es en Augusta", se?al¨® el jugador brit¨¢nico. "Aqu¨ª me siento muy confortable". Ten¨ªa razones para demostrar su satisfacci¨®n. "MI tendencia es golpear recto. Tanto como lo puedan hacerlo los mejores. Y aqu¨ª es muy importante no perderse en los drives", coment¨®.
Montgomerie fue uno de los pocos que se sintieron felices en un medio tan inh¨®spito que Greg Norman calific¨® de "bestial". El jugador brit¨¢nico siempre ha tenido debilidad por el Open de Estados Unidos, un torneo que ha estado cerca de conquistar en anteriores ediciones, pero que nunca ha ganado. En 1992 parec¨ªa el segundo vencedor en Pebbles Beach, pero finalmente cometi¨® algunos errores incre¨ªbles y cedi¨® ante el empuje. de Tom Kite. En 1994 perdi¨® en el play off de desempate frente al surafricano Ernie Els. "Los recuerdos no me afectan. Me gusta este campo y creo que puede ganar el torneo", manifest¨® tras la primera jornada. Lo dice uno de los mejores del mundo, quiz¨¢ el ¨²nico entre los grandes que todav¨ªa no ha conquistado uno de los cuatro torneos m¨¢s prestigiosos del circuito: Masters de Augusta, Open de Estados Unidos, Open Brit¨¢nico y el PGA.
Un golpe por detr¨¢s de Montgomerie se han situado dos estadounidenses con 66 golpes: Hal Sutton, ganador del PGA de 1883, y Steven Stricker. En tercera posici¨®n surge para Montgomerie la amenaza de Tom Lehman (67), campe¨®n del Open Brit¨¢nico el pasado a?o.
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