Recuerdos de una playa

Record¨® la primera vez que jug¨® a pala en ella. Fue con dos amigos de los que en aquel entonces eran asiduos; todas las ma?anas, lloviera o hiciese bueno, en verano o en invierno, aquellos dos amigos iban a la playa de su amada Hondarribia y jugaban a pala durante horas, con sus casi setenta a?os, sin faltar un solo d¨ªa.As¨ª comenz¨® ¨¦l, de su mano. Y as¨ª fue c¨®mo, ya convertido ¨¦l tambi¨¦n en jugador asiduo de esas partidas de pala, que con el paso de los a?os ver¨ªan introducidas las modernas raquetas y una red de tenis improvisada con las redes de los arrantxales, recordar¨ªa los momentos pasados en ella. Cu¨¢ntos a?os. Cu¨¢ntos amaneceres. Cu¨¢ntos amigos ya desaparecidos. Amaba aquella playa. Amaba aquellas partidas que le permit¨ªan, a su edad, sentir el vigor de la vida que anida siempre en las personas como ¨¦l.

Pero aquella amada playa de Hondarribia ya no estaba. En su lugar, un fr¨ªo puerto deportivo, devorado por su propia enormidad, hab¨ªa dejado la playa reducida a un sucio charco y un mont¨®n de arena.

Y supo que ya no habr¨ªa m¨¢s partidas de pala en aquella playa. Ya no habr¨ªa m¨¢s amaneceres. Y llor¨®.- .