Buitres
No hace mucho dieron el Pulitzer a un fot¨®grafo que sac¨® a una ni?a africana a punto de ser devorada por un buitre. Nadie le detuvo por denegaci¨®n de auxilio. La peque?a estaba completamente desnuda, pero tampoco se montaron en la tele debates sobre el derecho a su intimidad, quiz¨¢ porque no viv¨ªa de que la hicieran fotos bes¨¢ndose con p¨¢jaros de mal ag¨¹ero, o porque era negra (con Franco, las ¨²nicas tetas autorizadas en el cine eran las oscuras: se consideraba que no pod¨ªan excitar a nadie que hubiera le¨ªdo a L¨®pez Ibor). Yo me espant¨¦ un poco, sobre todo cuando el galardonado declar¨® que tras obtener la imagen se hab¨ªa marchado del lugar sin hacer nada. "Si no se la hubiera comido ese animal, se la habr¨ªa comido otro", a?adi¨® acarici¨¢ndose con expresi¨®n filos¨®fica el ment¨®n, superlativo de mente.Ahora, en Par¨ªs, acaban de detener a siete u ocho fot¨®grafos que han disparado sobre una ni?a rica para que sirviera de almuerzo, debidamente rehogada en papel cuch¨¦, a millones de buitres con aspecto de ama de casa o secretaria de direcci¨®n. Esta otra ni?a iba bien vestida, y viv¨ªa precisamente de salir en las revistas bes¨¢ndose con rapaces de gran tama?o o acariciando ni?os mutilados, indistintamente. Hace poco sonre¨ªa junto a un grupo de angole?os, y al que no le faltaba una pierna le faltaba una mano. Total, que la ¨²nica entera era ella. La foto, aun dentro de la l¨®gica de la ayuda humanitaria y todo eso, resultaba un poco obscena.
No es f¨¢cil, pues, diferenciar los l¨ªmites de la intimidad personal. A veces, sobre todo fuera de Africa, es complicado incluso distinguir al buitre de la carro?a. De hecho, los consumidores aparentes hemos sido devorados sin piedad durante toda la semana, y lo que queda, por el fantasma de la fallecida. Descansemos en paz.
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