Europa barre a Estados Unidos
Cinco victorias y dos empates dan una ventaja de cinco puntos a los de Ballesteros

El desmoronamiento hab¨ªa comenzado la v¨ªspera. La visi¨®n de un Jim Furyk desgraciado derrumb¨¢ndose moral y casi f¨ªsicamente sobre el green del hoyo 18 despu¨¦s de pegar posiblemente el peor putt de su vida no hac¨ªa m¨¢s que poner una imagen a una evidencia que ya se masticaba desde que el pasado viernes, en la primera jornada, las huestes de Severiano Ballesteros pusieran coto al asalto del ej¨¦rcito de las barras y las estrellas. estadounidense.Mientras esperaban en la casa club de Valderrama a que el tiempo escampara y se drenara el campo -otra vez la gota fr¨ªa hizo que la jornada se iniciara con dos horas de retraso y que tres partidos vespertinos se suspendieran hasta la jornada de hoy- los comentarios generales de su gente hablaban de resistencia inesperada, de que no todo el monte es or¨¦gano y de que hab¨ªa que apretarse los machos. Es decir, dudaban. Y en este negocio, quien duda, lo tiene claro, sobre todo cuando llega a la acci¨®n sinti¨¦ndose superior; y quien tiene la seguridad de que haga lo qu¨¦ haga al final su bola entrar¨¢ antes en el agujero que la de los rivales, aunque ¨¦stos no se lo crean, m¨¢s claro todav¨ªa.
Resultado: de siete puntos que se disputaron ayer de los 10 previstos, el equipo europeo gan¨® seis y Estados Unidos, uno. Marcador: cinco puntos de diferencia para los de Severiano Ballesteros, la mayor ventaja la v¨ªspera del domingo decisivo alcanzada por el equipo continental desde hace 10 a?os. Sin embargo, Estados Unidos podr¨ªa imponerse en los tres igualados foursomes que se han aplazado por falta de luz. En ese caso, llegar¨ªa al 12 contra 12 a dos puntos de distancia, la misma diferencia remontada por Europa hace dos a?os en Oak Hill.
"No es imposible remontar", dice Tom Kite, el afable y educado capit¨¢n norteamericano, que se siente "desilusionado y sorprendido". "Pero es fundamental ganar los tres puntos aplazados". "Hay que ganar esos tres puntos", ser¨¢ el mensaje de Severiano Ballesteros, el carism¨¢tico y temperamental capit¨¢n del equipo europeo. Si eso sucediera, los 12 duelos individuales, tradicionalmente el plato fuerte de toda Ryder, casi sobrar¨ªan. Con 12 puntos en su haber, Europa s¨®lo necesitar¨ªa de dos m¨¢s para retener la copa y de 2,5 para ganar el torneo por segunda vez consecutiva.
Nada es imposible en la Ryder. El dicho t¨®pico es m¨¢s verdad si quien decide lo que ha de pasar es un equipo que tiene la seguridad de que eso va a pasar y no otra cosa. Es decir, si se trata de un equipo que las ¨²nicas 12 estrellas que lleva son las de su bandera, se llama Europa y lo capitanea Ballesteros. Si los nombres de los protagonistas son Faldo u Olaz¨¢bal, Montgomerie o Westwood, Garrido o Woosnam o Parnevik. O el esp¨ªritu de la remontada. La t¨¢ctica para hacer funcionar a 11 de sus 12 jugadores -s¨®lo el sueco Johansson no entr¨® en acci¨®n- fue bien sencilla: si en el equipo hay tres pilares -Faldo, Montgomerie y Olaz¨¢bal-, coloca a su lado por la ma?ana a j¨®venes deseosos de impregnarse de su esp¨ªritu, a alumnos con ganas de ser maestros, a osados que pueden arriesgar porque cuentan con guardaespaldas por si las cosas van mal. Y los dem¨¢s veteranos -Langer, Rocca-, que descansen. Ah, y por si acaso dale vida al deprimido Woosnam con un compa?ero agresivo y tranquilo, animoso y respetuoso como el dan¨¦s Bjorn. Rod¨¦alo todo de un ¨¢nimo inexpugnable y su¨¦talo por el campo, a meter miedo.
Los jugadores norteamericanos, mec¨¢nicos, hicieron como en la v¨ªspera. Mediada la jornada de los fourballs dominaban tres de los cuatro partidos; a falta de tres hoyos o as¨ª empezaron a mirarse las manos y a preguntarse qu¨¦ les estaba pasando.
Con el tiempo de perros todo les sal¨ªa bien, y cuando luc¨ªa el sol, los tiros extraviados s¨®lo era suyos. Tambi¨¦n lo llaman el efecto de la presi¨®n, una misteriosa fuerza que s¨®lo afecta negativamente a quien tiene miedo; un virus que ha contagiado hasta al Tigre Woods, el ep¨ªtome de la osad¨ªa.
Fue un asunto de sentimiento de inexpugnabilidad, o sea, del hoyo 17. El lugar m¨¢s criticado del campo es tambi¨¦n el m¨¢s espectacular y el m¨¢s imprevisible: es imposible jugarlo dos veces seguidas de la misma forma.
Es, en todo su esplendor, un autohomenaje de su creador, Severiano Ballesteros, a su propia personalidad. Y, como ayer, el mejor lugar para la emboscada o la defensa numantina. En la emboscada de Montgomerie y Clarke, dise?ada en persona por ewl capit¨¢n Ballesteros, cayeron Couples y Love, en la de Woosnam y Bjorn, Leonard y Faxon, y en la de Faldo y Westwood, Woods y O'Meara.
Fue Numancia para, qui¨¦n si no, Olaz¨¢bal y Garrido. Y tambi¨¦n el 18. Y Waterloo para MickeIson y Lehman, hasta entonces los reyes del pulso. Una magn¨ªfica salida de b¨²nker de Garrido y su correspondiente putt dejaron en nada el magistral segundo golpe de Mickelson: ten¨ªa el eagle casi hecho y necesit¨® dos putts para embocar.
El s¨ªntoma del miedo: fallar putts de metro y medio. En el 18 fue un putt de seis metros de Olaz¨¢bal lo que deshizo a Lehman. El s¨ªntoma de lo inexpugnable: acertar el putt decisivo, no los que s¨®lo hacen de fuegos artificiales.
Los retrasos por la lluvia han acabado con una de las grandes costumbres de la Copa Ryder: el anuncio del orden en que se jugar¨¢n los individuales del domingo. Toda posible t¨¢ctica, con el marcador actual, s¨®lo favorece a Ballesteros. A Kite s¨®lo le queda la desesperada.
Kite y el meteor¨®logo
Tiene todo tan preparado el meticuloso texano Tom Kite, capit¨¢n del equipo de Estados Unidos, que entre sus docenas de carpetas hay unas cuantas que contienen los informes meteorol¨®gicos del ¨²ltimo a?o en la Costa del Sol. Haciendo medias, integrales, derivadas, desviaciones t¨ªpicas y est¨¢ndar, el cuidadoso y precavido Kite podr¨ªa estar pr¨¢cticamente seguro de que ni el viernes, ni ayer, ni hoy iba a caer una gota de agua sobre Valderrama. Evidentemente, la gota fr¨ªa, que ha descargado litros y litros de agua todas las madrugadas y habr¨ªa inundado el campo de golf si ¨¦ste no estuviera perfectamente preparado para la contingencia, no entiende de estad¨ªsticas, casi como el golf. Las previsiones no siempre se cumplen.Los 12 hombres del equipo de Estados Unidos podr¨ªan ganar un grande alguna vez en su vida -algunos ya lo han hecho: Couples, Lehaman, Love, Leonard, Janzen, Woods-, eso quiere decir que son todos muy buenos. Si se miran sus registros todos aparecen entre los mejores con el putt, con el drive y con los hierros. De distancia alcanzada desde el tee y de eficacia probada en el green. Son el ej¨¦rcito regular, los hombres del green en regulaci¨®n, del putt y medio para cerrar y de los 3,4 golpes de media por hoyo en el circuito. Son intercambiables, y sin embargo no son un equipo.
Europa, a su lado, es una banda de veteranos -Faldo, Langer y Woosnam- que parecen haber pasado ya sus mejores tiempos; una banda a la que acompa?an eternas promesas -Montgomerie-, genios despistados -Rocca-, genios recuperados -Olaz¨¢bal- y muchachos con futuro brillante -Westwood, Garrido, Bjorn-. En teor¨ªa, poco que hacer. En la pr¨¢ctica, nada de sol y buen tiempo: chaparrones. Tienen algo que no tienen sus rivales: son imprevisibles, se fortalecen con la presi¨®n. Como la gota fr¨ªa.
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