La voz inofensiva

Era como el hermano mayor, el novio que m¨¢s de una ni?a norteamericana hubiese so?ado tener. Rubito y con gafas, desenfadado y joven, eternamente joven, Denver era el vecino de la puerta de al lado, transcend¨ªa clases y razas, edades y prejucios, su t¨ªmida voz y sus melod¨ªas sencillas resonando desde las Monta?as Rocosas hasta los salones del este del pa¨ªs. Cantaba con los mu?ecos de Barrio S¨¦samo con la misma naturalidad con la que interpretaba para presidentes y famosos. Compart¨ªa las pantallas con los actores m¨¢s conocidos o se pon¨ªa al frente de causas rebeldes, cuando todav¨ªa la sensibilidad hacia el medio ambiente no estaba de moda.Era tierno y sencillo, incluso ingenuo y hortera a veces. Pero consigui¨® con sus canciones dar sentido a los sentimientos m¨¢s vulgares y dignificar los argumentos m¨¢s cursis.

Encarnaba lo peor de la ingenuidad norteamericana pero se le perdonaba. Se lo perdonaban todo: los clich¨¦s los topicos m¨¢s irritantes, la jerga new age, incluso las debilidades m¨¢s temidas -los problemas con el alcohol y el fracaso sentimental-.

Ten¨ªa una canci¨®n para todo, una respuesta para el dolor, una celebraci¨®n de las alegr¨ªas m¨¢s cotidianas. Como cantante de foIk, con su benefactora actitud de bendecirlo todo, de alguna manera John Denver consegu¨ªa ser la voz inofensiva de una sociedad que se resiste a las clasificaciones.