La econom¨ªa ?va bien?
La econom¨ªa "va bien", seg¨²n el autor, en aquello que no depende directamente de la acci¨®n del Gobierno
De la misma manera que es injusto achacar al Gobierno todos nuestros males, tambi¨¦n lo es que ¨¦ste se cuelgue todas las medallas. Especialmente, cuando se trata de un Gobierno supuestamente liberal, es decir, que desconf¨ªa de la eficacia de la acci¨®n p¨²blica, y cuando todos reconocemos en la globalizaci¨®n a una fuerza que limita el margen de actuaci¨®n de los Estados nacionales.El que Espa?a cumpla, junto con otros muchos pa¨ªses, las condiciones de convergencia que dan acceso al euro y que lo hagamos con una tasa de crecimiento econ¨®mico superior a la media, son dos magn¨ªficas noticias reconocidas por todos. Pero estos buenos resultados ?se los debemos a espa?oles a una nueva pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno?, ?Son el fruto de acciones deliberadas o, por el contrario, responden a una evoluci¨®n c¨ªclica positiva que le ha tocado a este Gobierno como le podr¨ªa haber correspondido a otro? Para evitar mayores sesos ideol¨®gicos que los inevitables, buscaremos las respuestas a estas preguntas siguiendo los an¨¢lisis sobre la econom¨ªa espa?ola realizados por un organismo internacional nada sospechoso: la OCDE.
Con su estilo ponderado, se?ala que la actual fase expansiva de nuestra econom¨ªa, compatible con la reducci¨®n de los desequilibrios macroecon¨®micos, se inicia en 1994 con el anterior Gobierno y su pol¨ªtica econ¨®mica, tan denostada entonces por los actuales responsables gubernamentales.
Esta mejora se ha visto favorecida por un conjunto de hechos: el factor americano (subida del d¨®lar y tir¨®n de su econom¨ªa), la bajada del petr¨®leo, una estabilidad cambiar¨ªa conseguida desde 1995 y, sobre todo, los descensos en los tipos de inter¨¦s iniciados con fuerza en 1995 para converger en el tipo ¨²nico del euro.
Esta tendencia, adem¨¢s, se ha acelerado por el mantenimiento de los compromisos de Maastricht -rectificados aqu¨ª los devaneos iniciales sobre parar el reloj- que se ha convertido en un factor positivo para toda Europa.
Llegar al euro ha sido posible, pues, para Espa?a, como para Portugal, Italia, Alemania o Francia, por la mejora general de la situaci¨®n c¨ªclica y por la perseverancia en una pol¨ªtica definida y aplicada en todos los pa¨ªses, tambi¨¦n el nuestro, desde 1991 aderezada, recientemente, por cambios en la forma de contabilizar el d¨¦ficit p¨²blico. A partir de esta constataci¨®n elemental, deja de ser leg¨ªtimo confundir coincidencia temporal con causalidad y, menos aun, con milagros personales de cualquier tipo.
?Estar¨¢ la bondad de las medidas econ¨®micas del Gobierno en habernos preparado no tanto para llegar, sino para transitar c¨®modamente por el euro? Dado que esto s¨ª forma parte del margen nacional de actuaci¨®n sobre el que se puede y debe exigir responsabilidades al Gobierno de turno, es importante analizarlo con detalle.
Si empezamos por el sorprendente descenso del d¨¦ficit p¨²blico, se dice que ha sido posible no por una pol¨ªtica de austeridad (el gasto se ha desviado al alza en 1997 respecto a lo presupuestado en casi 600.000 millones de pesetas), sino por la mejora c¨ªclica de los ingresos -excepto en IRPF- de los gastos en desempleo y los descensos en tipos de inter¨¦s, unido a cobros extraordinarios por privatizaciones y a un frenazo en las inversiones. Es un ajuste hilvanado, no recurrente, auspiciado por la coyuntura y ayudado por una contabilidad creativa que permite presentar un 3% de d¨¦ficit cuando con los criterios contables anteriores estar¨ªan m¨¢s bien en el 4%.
Con el Pacto de Estabilidad a la vista, centrifugar d¨¦ficit hacia adelante hipoteca peligrosamente nuestro margen de maniobra, sobre todo cuando los gastos que deber¨¢n aflorar en los pr¨®ximos ejercicios son, como se?ala la OCDE, cuantiosos: costes de las transferencias de educaci¨®n y sanidad pendientes, pagos extraordinarios como las indenmizaciones por la colza, coste de ej¨¦rcito profesional, pago aplazado de infraestructuras y deuda de entes y empresas p¨²blicas, sin contar los riesgos financieros a que se est¨¢ sometiendo al sistema de Seguridad Social, con endeudamientos crecientes y cuantiosas p¨¦rdidas patrimoniales o la incapacidad para disciplinar el gasto sanitario.
Se podr¨ªa decir que en el proceso de consolidaci¨®n presupuestaria no est¨¢ habiendo ni rigor, ni disciplina, ni control de gasto. Barea ten¨ªa raz¨®n. S¨®lo un preocupante aplazamiento de los problemas, malgastando la buena situaci¨®n c¨ªclica en promesas de reforma fiscal -desaconsejada por la OCDE-, que nada tienen que ver ni con la situaci¨®n en Europa, ni con nuestro delicado equilibrio presupuestario a medio plazo.?Se habr¨¢ puesto el ¨¦nfasis en preparar a la econom¨ªa real para competir en el euro? El informe citado es esc¨¦ptico con lo poco hecho en importantes cuestiones horizontales, como pol¨ªtica de suelo o de aguas, y muy cr¨ªtico con la confusi¨®n desarrollada entre privatizaciones y liberalizaciones. Mientras que las primeras han avanzado, reforzando grupos de poder afines al Gobierno, las segundas han sido confusas, escasas y vac¨ªas de contenido, ausente, como est¨¢, un marco regulador y controlador apropiado que garantice la trasparencia y la competencia efectiva. El resto del tejido empresarial se ha tenido que conformar con algunos regalos fiscales que dif¨ªcilmente compensar¨¢n la p¨¦rdida de competitividad experimentada por una elevaci¨®n de los costes laborales unitarios mayor que la de nuestros socios competidores y, en relaci¨®n al a?o del empleo, baste decir que se ha cerrado con el preocupante dato de que, a pesar del mayor crecimiento econ¨®mico, se ha reducido el paro menos que en a?os anteriores.
La lectura atenta de informes como ¨¦stos, nos despierta a la dura existencia, tras las enso?aciones propagand¨ªsticas al uso. No parece que se haya hecho lo necesario en la preparaci¨®n de nuestra econom¨ªa para el reto del euro. Subidos en la ola general, entraremos en la moneda ¨²nica y ello se convertir¨¢ en otro motivo de autoalabanza para el Gobierno. Pero, ?y luego? Si las cosas que van bien no se deben directamente a la acci¨®n del Gobierno y encontramos serias negligencias en aquello que s¨ª est¨¢ en su mano hacer, el balance podr¨ªa fundamentarse, con bases racionales, en la mediocridad publicitada. En un decir que se hace, intentando sustituir la realidad por un discurso medi¨¢tico repetido como una letan¨ªa. La ¨²nica duda es: ?cu¨¢ndo y qui¨¦nes lo pagaremos?
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