La extra?a sensatez de los zares antidroga
Al pobre Nembo Kid -que m¨¢s tarde se convirti¨® en Superman, tambi¨¦n para nosotros, los italianos- le tocaba de todos modos acabar en una especie de mundo al rev¨¦s. Era un planeta con forma de cubo, donde la gente ten¨ªa la cara llena de ¨¢ngulos y aristas y hac¨ªa todo lo contrario de lo que la sensatez terrestre incita a hacer. No hace falta a?adir que, una vez all¨ª, el extraordinario mocet¨®n perdi¨® todos sus poderes sobrenaturales.La prohibici¨®n de la droga es un poco como este extravagante planeta, en el que ciertamente se utiliza la sensatez. Pero al rev¨¦s. Y los diversos Nembo Kid, o "zares antidroga", que en ¨¦l se aventuran pierden de golpe sus poderes. De discernimiento. El ¨²ltimo de una larga serie de tales desdichados es Pino Arlacchi -el actual director ejecutivo del Programa Internacional de Naciones Unidas para el Control de la Droga, UNDCP, el organismo mundial de la prohibici¨®n-, que no s¨®lo quiere reactivar una pol¨ªtica notoriamente fallida como es la sustituci¨®n de los cultivos, sino que, como veremos m¨¢s adelante, tambi¨¦n ha decidido hacerlo en el pa¨ªs m¨¢s inadecuado que pueda imaginarse.
Por el contrario, en el predecesor de Arlacchi, Giorgio Giacomelli, recae el m¨¦rito de haber expuesto con gran claridad y abundancia de datos lo absurdo de la pol¨ªtica de prohibici¨®n. Y, de hecho, la UNDCP ha elaborado un espl¨¦ndido Informe mundial sobre la droga bajo la responsabilidad de Glacomelli, publicado este a?o en ingl¨¦s por Oxford University Press, donde todos los datos fundamentales del problema est¨¢n presentados con gran claridad y mucha objetividad.
De este modo, nos enteramos de que, en los ¨²ltimos diez a?os, la producci¨®n de hoja de coca en el mundo se duplic¨® y la de opio se triplic¨®; la de hach¨ªs tuvo una ligera disminuci¨®n, de cerca del 10%, pero s¨®lo se contabiliza desde el comienzo de la presente d¨¦cada. Este mismo informe se?ala sin medias tintas que, "en los ¨²ltimos a?os, el consumo de drogas ilegales ha aumentado en todo el mundo". Y todo esto ocurri¨® mientras los esfuerzos a favor de la prohibici¨®n, tanto nacionales como internacionales, experimentaron un aumento sin precedentes. Por ejemplo.. entre 1983 y 1996, el presupuesto anual de Estados Unidos para la lucha contra la droga se multiplic¨® por siete, llegando el a?o pasado a rozar la cifra de 14.000 millones de d¨®lares (2,1 billones de pesetas).
Para quien todav¨ªa no lo hubiera comprendido, el motivo de ese aumento de la producci¨®n y del comercio de la droga queda resumido en el informe con una palabra: beneficio. Revendido al por menor en EE UU, un kilo de hero¨ªna cuesta 100 veces m¨¢s que el precio al por mayor en Pakist¨¢n. Se observa m¨¢s o menos el mis mo incremento de valor en un kilo de coca¨ªna producido en Bolivia. Se trata de un margen de beneficio desconocido en cualquier otra actividad de intercambio comercial. A continuaci¨®n me tomo la libertad de incluir una larga cita del informe de la UNDCP, porque considero que es el mejor epitafio imaginable para Inscribir en la tumba de la prohibici¨®n.
"Los beneficios registrados por la industria de las drogas ilegales", puede leerse en el informe, "son tales que apenas se ven afectados por las aprehensiones. Se calcula que, en los a?os noventa, cerca de un tercio de todo el tr¨¢fico de coca¨ªna ha sido interceptado; sin embargo, la industria ha proseguido su expansi¨®n. Los traficantes cuentan con amplios incentivos para soportar el coste de las confiscaciones, ya que los beneficios que consiguen de una mera fracci¨®n de las drogas que se arriesgan a traficar pueden cubrir los costes de la parte perdida. Un c¨¢lculo prudente de la UNDCP indica que habr¨ªa que requisar al menos tres cuart¨¢s partes de los cargamentos de droga para reducir de forma sustancial los m¨¢rgenes de beneficio de los traficantes".
Si ¨¦stos son los resultados, la sensatez impone abandonar el barco de la prohibici¨®n y empezar a probar otro planteamiento, es decir, la legalizaci¨®n. Pero, como sabemos, en el planeta de los zares antidroga, la sensatez se aplica al rev¨¦s. Por lo que el informe de la UNDCP no s¨®lo acaba por reproducir las mismas pol¨ªticas fallidas, sino que se lanza sin rodeos a una cr¨ªtica de las tesis contrarias a la prohibici¨®n. Entend¨¢monos: que este organismo informe al ciudadano (y contribuyente) de la existencia de un planteamiento alternativo al problema es ya un enorme paso adelante en comparaci¨®n con el pasado, cuando la sola palabra "legalizaci¨®n" era tab¨². No obstante, seguimos dentro de la l¨®gica de la sensatez al rev¨¦s: el peso de la prueba deber¨ªa estar obviamente a cargo de los partidarios de la prohibici¨®n; son ellos los que deben demostrar la eficacia de las pol¨ªticas en vigor desde hace varias d¨¦cadas, en vez de pontificar sobre los posibles fracasos de planteamientos alternativos que ni siquiera quieren probar.
Entre las pol¨ªticas prohibicionistas m¨¢s fallidas figura ciertamente la erradicaci¨®n y/o sustituci¨®n de los cultivos de droga. Tambi¨¦n aqu¨ª el motivo es sencillo: en los pa¨ªses, todos pobr¨ªsimos, donde se cultiva la coca y el opio a gran escala, ning¨²n otro tipo de actividad agr¨ªcola es rentable. El informe de la UNDCP reconoce estas limitaciones y a?ade que, "mas que en el pasado, se acepta que el crecimiento econ¨®mico de todo un pa¨ªs es un factor fundamental para el ¨¦xito de los cultivos alternativos... [y] reforzar la Administraci¨®n p¨²blica local es otro factor importante". Con todo, la tendencia a sacar las conclusiones exactamente opuestas sigue llev¨¢ndose el gato al agua. As¨ª que ?d¨®nde elige Pino Arlacchi, director de la UNDCP, en medio de una gran pompa, lanzar un gran programa de sustituci¨®n de los cultivos de opio? En Afganist¨¢n. O sea, en un pa¨ªs devastado por casi veinte a?os de guerra civil ininterrumpida, controlado en sus dos terceras partes por una facci¨®n, los talibanes -que s¨®lo tres pa¨ªses en el mundo reconocen-, y la otra tercera parte por el Gobierno leg¨ªtimo, con un crecimiento econ¨®mico negativo y con una Administraci¨®n p¨²blica inexistente.
Infringiendo, pues, sus propios preceptos y reconociendo de forma impl¨ªcita a un "Gobierno", el talib¨¢n, responsable entre otras cosas de apartheid contra las mujeres, en los pr¨®ximos diez a?os, la UNDCP invertir¨¢ 250 millones de d¨®lares (37.500 millones de pesetas) en Afganist¨¢n. Y todo sobre la base de la promesa de los talibanes de comprometerse -con los m¨¦todos democr¨¢ticos que los han hecho famosos- a sustituir aquellos cultivos de opio que promovi¨® hasta ayer para financiar sus propias empresas b¨¦licas. He aqu¨ª, pues, otro ejemplo de la sensatez al rev¨¦s que caracteriza al planeta antidroga y a sus zares.
Si, por el contrario, empez¨¢semos a obrar con sensatez, podr¨ªamos extender lo m¨¢s posible una serie de pol¨ªticas de reducci¨®n de los da?os, empezando por despenalizar el hach¨ªs y sus derivados y generalizando la distribuci¨®n de hero¨ªna a los toxic¨®manos bajo control m¨¦dico. Para posteriormente tomar el sendero de la legalizaci¨®n, que es la ¨²nica medida capaz de suprimir la raz¨®n esencial del tr¨¢fico de drogas: el beneficio de quien comercia con ellas ilegalmente. Un beneficio que, a su vez, contamina la econom¨ªa, la sociedad y la pol¨ªtica de regiones enteras del mundo.
En cuanto a los toxic¨®manos, lo sensato de nuevo es decirse que, m¨¢s que de las sustancias, son v¨ªctimas del r¨¦gimen que las prohibe. Al debatir un problema aparentemente s¨®lo econ¨®mico -la elasticidad de la demanda de droga-, el informe de la UNDCP deja escapar que "la drogodependencia no es tan constrictiva como com¨²nmente se cree: los consumidores de droga pueden -y, de hecho, consiguen- interrumpir el uso de las sustancias". Por ello, si se intentase convencerles de que abandonasen o redujesen el consumo -como se hace con resultados ¨®ptimos con el tabaco, por ejemplo-, muy probablemente se obtendr¨ªan mejores resultados que los que se consiguen haciendo que consuman en un r¨¦gimen de ilegalidad. 0 sea, mat¨¢ndoles con sustancias cortadas a voluntad.
Es hora de darse cuenta de que las pol¨ªticas prohibicionistas son perjudiciales, adem¨¢s de un fracaso. Por ello, se?ores zares de la prohibici¨®n, por favor, abandonen su planeta. Obren con sensatez. Vuelvan a poner los pies sobre la tierra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.