El Defensor del Menor alerta sobre supuestas pr¨¢cticas sectarias de un movimiento religioso
El defensor del Menor, Javier Urra, ha abierto una investigaci¨®n para determinar si el denominado Movimiento Cat¨®lico, que opera en Getafe, ha incurrido en pr¨¢cticas sectarias con menores. Los expedientes, iniciados a ra¨ªz de cinco denuncias de padres, se centran en un sacerdote al que se atribuye "una gran influencia en los menores con objeto de conseguir vocaciones, induciendo a enfrentamientos con los padres, aislamiento e incomunicaci¨®n".
La memoria de actividades de 1997 del Defensor del Menor, publicada en el Bolet¨ªn Oficial de la Asamblea de Madrid, se ocupa del citado Movimiento Cat¨®lico en su apartado de sectas. Urra refiere que por esta actividad su instituci¨®n abri¨® en 1997 cinco expedientes por quejas contra la citada asociaci¨®n. Como primer paso, Urra se dirigi¨® a la di¨®cesis de Getafe y puso los casos en conocimiento de la fiscal¨ªa (que habr¨¢ de determinar si se archivan o no), ya que estim¨® que "de la documentaci¨®n pod¨ªan derivarse conductas presumiblemente delictivas por supuesta inducci¨®n a menores al abandono del hogar y por una supuesta fuente de ingresos irregular". Entre los indicios que esgrime Urra est¨¢n las cartas enviadas por el sacerdote a los menores.Como primera respuesta, el Defensor del Menor recibi¨® un escrito del p¨¢rroco, en el que defend¨ªa su tarea pastoral y afirmaba que su obra es p¨²blica y se limita a la transmisi¨®n del mensaje de Cristo sin coacciones ni presiones. De quien no recibi¨® contestaci¨®n el Defensor del Menor fue de la Vicar¨ªa General.
El primero de los casos investigados, siempre seg¨²n el citado informe, se refiere a la queja de unos padres que denunciaban que, a ra¨ªz de la actividad del p¨¢rroco, su hijo hab¨ªa ingresado en el Seminario de Madrid y su hija en un convento de las monjas clarisas. Otro relata c¨®mo un chaval de 17 a?os, a partir de su relaci¨®n con el sacerdote, entr¨® en una espiral de conflictos con su familia. Una cadena de "continuas peleas y discusiones familiares" que se combinaron con una disminuci¨®n del rendimiento acad¨¦mico, incomunicaci¨®n e incluso "manifestaciones religiosas de santidad".
M¨¢s grave fue el caso relatado en el expediente 119/97. Es la historia de una joven a la que en 1995 sus padres "recuperaron" cuando estaba a punto de ingresar en un convento. Este conflicto familiar se plasm¨® en dos denuncias: una presentada por el padre de la menor contra el p¨¢rroco por coacci¨®n psicol¨®gica, y otra del sacerdote contra el progenitor por infamias y malos tratos, lo que, a su vez, le dio pie para solicitar que la joven fuese puesta bajo tutela.
Esta tensi¨®n culmin¨® a finales de 1995, cuando la menor mostr¨® su rechazo a permanecer en su domicilio. Pas¨® entonces a un centro de acogida de la Comunidad. Pero esta medida tampoco fue del agrado de la joven (ni de los padres), lo que motiv¨® su vuelta al hogar paterno. Dos a?os se mantuvo esta situaci¨®n, hasta que la adolescente manifest¨® la "imposibilidad" de seguir con sus padres y ofreci¨® como soluci¨®n irse al domicilio de una familia a la que le un¨ªa una gran amistad. La Comunidad acept¨® esta petici¨®n y autoriz¨® de forma provisional su permanencia en dicha casa. Pero los padres de la menor rechazaron la medida y denunciaron al Defensor del Menor que la familia que hab¨ªa acogido a su hija no s¨®lo influ¨ªa negativamente en la muchacha, sino que estaba vinculada al citado movimiento religioso. Urra, como ¨²ltimo cap¨ªtulo en este conflicto, recogi¨® esta queja y pidi¨® a la Comunidad que hiciese un seguimiento del caso.
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