Un oasis lejos de ?frica

La estampa que se divisa desde la torre de la Odalisca, en la Alcazaba de Almer¨ªa, suele asombrar. Reba?os de gacelas y arruits corretean por multitud de parcelas cercadas, rodeadas de palmeras, acacias y chumberas. Un oasis exclusivo para los ¨²ltimos supervivientes de especies saharianas, condenadas a la desaparici¨®n por el crudo mandato de la ley del m¨¢s fuerte. El desembarco de occidentales con armas de precisi¨®n y potentes todoterrenos desequilibr¨® por completo la convivencia entre humanos y animales. La presi¨®n cineg¨¦tica no hizo m¨¢s que ratificar las predicciones de Darwin y poner contra las cuerdas a los d¨¦biles: los arruits y las gacelas de las especies Mohor, Dorcas y Cuvier. Borradas de sus h¨¢bitats tradicionales, s¨®lo se han salvado de la extinci¨®n definitiva gracias al empe?o personal de Jos¨¦ Antonio Valverde y Antonio Cano, que decidieron trasladar los ¨²ltimos ejemplares a la finca de experimentaci¨®n agr¨ªcola del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), que ocupaba 21 hect¨¢reas de La Hoya, en la provincia m¨¢s des¨¦rtica de Europa. En realidad s¨®lo ellos, apenas sin conocimientos sobre esta fauna, cre¨ªan en el milagro. Para los ejemplares de Dama Mohor llegados en la d¨¦cada de los 70 construyeron casetas con calefacci¨®n, que las gacelas rehusaron muy dignamente. "Las perspectivas eran muy negras", recuerda entre risas su actual responsable, la bi¨®loga Mar Cano. Luego los animales fueron comiendo terreno a los ensayos agr¨ªcolas hasta que el CSIC apost¨® definitivamente por un parque de rescate de fauna sahariana, donde hoy viven 460 animales. Despu¨¦s de 27 a?os de perseverancia cient¨ªfica, este oasis ha burlado a Darwin y ha salvado de la extinci¨®n definitiva a tres especies de gacelas y una subespecie de arruit. El proyecto, que naci¨® como una especie de duelo contra el destino, se ha consolidado con gran prestigio como el ¨²nico centro cient¨ªfico p¨²blico dedicado a la conservaci¨®n en cautividad. Su ¨¦xito puede medirse en anecd¨®ticos comentarios -los visitantes atribuyen el brillo de las gacelas a inexistentes sesiones diarias de cepillado- o en cifras. Las gacelas Mohor, extinguidas en libertad en 1968, se han reintroducido en Senegal, Marruecos y T¨²nez a partir de la crianza de Almer¨ªa. Hacia el parque nacional tunecino de Boukornine partir¨¢n en oto?o una veintena de gacelas de Cuvier. "Pretendemos evitar la extinci¨®n y, como segundo objetivo, establecer poblaciones que aseguren la supervivencia de cada especie", explica Mar Cano. Para equilibrar la composici¨®n demogr¨¢fica se ha dispersado la poblaci¨®n cautiva por centros europeos o estadounidenses, como complemento a la reintroducci¨®n en su h¨¢bitat africano original, condicionada a la protecci¨®n legal sobre la especie para disuadir a cazadores y a un seguimiento cient¨ªfico del programa. La cr¨ªa en cautividad, sometida a controles rigurosos para impedir la p¨¦rdida de variabilidad gen¨¦tica y un elevado coeficiente de consanguinidad, pretende alcanzar la barrera m¨ªnima, que oscila entre 300 y 400 ejemplares, que ratifica la salvaci¨®n de una especie. La gacela de Cuvier, que ya ronda las 200 cabezas, podr¨ªa ser la primera en recibir acta de salvaci¨®n. Llegado el caso despejar¨ªa el camino para trasladar otros animales amenazados a La Hoya. "Nos han ofrecido ant¨ªlopes y otras especies, pero antes debemos mejorar el ¨ªndice de reproducci¨®n y supervivencia de los que ya tenemos", indica Mar Cano.