Michael Laudrup
Ojal¨¢ Michael Laudrup sea un mentiroso. Si no lo es y cumple su palabra, el de anoche entre Dinamarca y Brasil habr¨¢ sido uno de esos encuentros con el que se acaban cosas mucho m¨¢s importantes que un partido. Hasta ayer, manteni¨¦ndose en la primera l¨ªnea de un deporte como el f¨²tbol que, por desgracia, se ha convertido en un circo donde el hombre-ca?¨®n est¨¢ dejando sin empleo a los magos, Laudrup fue -resulta trist¨ªsimo hablar de ¨¦l en pasado- uno de los m¨¢s extraordinarios ejemplares de una especie en peligro de extinci¨®n, acosada por todas partes y s¨®lo capaz de sobrevivir a duras penas en medio de este negocio en el que el dinero ha acabado con la fantas¨ªa, donde las t¨¢cticas y el miedo a perder ocupan el sitio donde alguna vez estuvo la imaginaci¨®n.No hace falta ser adivino para saber que un Michael Laudrup de 25 a?os tendr¨ªa que marcharse del Barcelona de Van Gaal, lo mismo que Iv¨¢n de la Pe?a; no ser¨ªa para la selecci¨®n argentina de Passarella, igual que Fernando Redondo; ni ser¨ªa titular en el Valencia de Ranieri, igual que Ariel Ortega, ni en el Atl¨¦tico de Madrid de Arrigo Sacchi, como seguramente no lo ser¨ªa Caminero. Todos sabemos lo que eso significa: en general, el f¨²tbol ha dejado de ser un arte para transformarse en un ejercicio gimn¨¢stico.
Laudrup ha sido un genio, pero tambi¨¦n le han acusado de ser un jugador fr¨ªo, sin agallas, la clase de persona opuesta a toda esa palabrer¨ªa sobre el orgullo y la furia que tanto gusta a la escuela que domina el f¨²tbol actual y a la que pertenecen, con los matices que se quiera, desde Capello a Van Gaal, desde Lippi a Clemente; pero algunos lo vimos siempre justo al rev¨¦s: la grandeza de Laudrup ha consistido durante todo este tiempo en ser un poeta rodeado de funcionarios. Para nosotros, los valientes son los que tienen el coraje de inventar y los cobardes son los que llenan el c¨¦sped de operaciones matem¨¢ticas y perros polic¨ªas. Visto de ese modo, Laudrup ha sido uno de los m¨¢s grandes.
No deja de ser ir¨®nico que todos estos tipos desgarbados o f¨ªsicamente tan vulgares, desde Maradona a Cruyff y de ah¨ª al propio Laudrup, sean tambi¨¦n lo contrario a los impresionantes atletas de dise?o que actualmente dominan el mercado, con Ronaldo a la cabeza. Tal vez sea otra prueba de que, al final, con el f¨²tbol pasa lo mismo que con el resto de la vida: los m¨¢s poderosos son los que descubren que hay el doble de fuerza en el cerebro que en los m¨²sculos. Michael Laudrup fue un futbolista extraordinario, tanto dentro como fuera del campo -su caballerosidad es casi legendaria- que ha logrado, y esto no se acaba sino que dura para siempre, lo m¨¢ximo a lo que puede aspirar un futbolista: invent¨® un pu?ado de jugadas de las que jam¨¢s se olvidan, que parecen desafiar las leyes de la vista, sin deshacerse, sin desaparecer despu¨¦s de que haya acabado el partido. Michael Laudrup es una parte muy grande de nuestra manera de a?orar el verdadero f¨²tbol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.