Ficciones
DE PASADALos hombres de la televisi¨®n s¨®lo saben hablar de televisi¨®n. Y a veces lo que dicen no dice nada, pero es una nada televisiva: como el productor ejecutivo de la teleserie Friends, Todd Stevens all¨¢ en Ronda la semana pasada. Tras o¨ªrles manejando cifras de personas como quien recluta ej¨¦rcitos se sospecha que no existe vida m¨¢s all¨¢ de ese aparato que nos trata como tanto por ciento. Los hombres de televisi¨®n s¨®lo hablan de pasta. Como casi todos los hombres: hablan de pasta, poder y propiedades, personas incluidas. Han dicho: "En Espa?a triunfa la ficci¨®n televisiva espa?ola". Espa?a es un pa¨ªs de ficci¨®n, una ¨ªnsula tan Barataria como el espect¨¢culo de los malague?os Teatroz que se ha llevado la palma en Palma del R¨ªo. Espa?aes. Como reza el lema encadenado de la l¨ªnea de dise?os art¨ªsticos que el viernes presentaron en Torre del Mar el pintor Buly y su compinches Javier Olaechea y Miguel ?ngel Toro: iconos y s¨ªmbolos sobre una camiseta de un pa¨ªs imaginario que se devora a s¨ª mismo y siempre le nace una pata nueva. Espa?a es tambi¨¦n esa televisi¨®n que vemos de a mill¨®n seg¨²n delatan unos aparatos que nadie tiene en casa pero nos vigilan. Espa?a es el ni?o que en un poema ve¨ªa Lorca comer naranjas mientras, al presagiar su muerte, hac¨ªa testamento: "Dejad el balc¨®n abierto". Y de ah¨ª saltamos v¨ªa sat¨¦lite al Naranjito exprimido sobre la pupila de Clemente, otro tipo de ficci¨®n cat¨®dica. Del balc¨®n abierto a la tele encendida, por ponernos bu?uelianos y seguir en audiovisual. El problema son las historias que se cuentan en Espa?a. Qu¨¦ m¨¢s da que tambi¨¦n en Ronda Jordi Ball¨® (su libro La semilla inmortal en Anagrama, ilustra c¨®mo s¨®lo 21 argumentos llevan combin¨¢ndose desde las noches de las civilizaciones para contar esas historias en libros, cines o teles) recuerde que hay historias que contar que nunca se cuentan por televisi¨®n. Ahora ha cerrado la galer¨ªa sevillana de Juana de Aizpuru, empresaria que ha decidido no perder m¨¢s dinero y sacarle un poco de trascendencia medi¨¢tica a su gesto: en esa lucha entre lo viejo y lo nuevo, hay cosas que mueren antes de conocerse. Y el arte contempor¨¢neo (?cu¨¢l?) deber¨¢ morir para suscitar inter¨¦s. Hablan los pintores Sierra y Su¨¢rez de un mito que acaba. Pero es que hace mucho que estamos en el tiempo de los posth¨¦roes. O los virtualmitos. Hoy a H¨¦rcules no le hubieran valido sus doce proezas si una c¨¢mara no se las grababa.
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