El instinto oral
En su delicioso Comit¨¦s y consejeros, el profesor Parkinson consider¨® cinco el n¨²mero ideal de miembros de un comit¨¦. Ese n¨²mero facilitar¨¢ en general que dos est¨¦n siempre ausentes por enfermedad y que decidan los tres de verdadero peso. Y en el caso especial de un gabinete con funciones de gobierno (por ejemplo, el brit¨¢nico Privy council) permitir¨¢ que "cuatro de ellos sean expertos respectivamente en finanzas, pol¨ªtica exterior, defensa y justicia, y el quinto, que nunca lleg¨® a dominar ninguna de esas materias, sea designado presidente o primer ministro".Pero el profesor Parkinson ya advirti¨® que el n¨²mero de los miembros de un comit¨¦ tender¨¢ a crecer, sobre todo por temor a que los excluidos perturben m¨¢s fuera que dentro (recordemos la elegante imagen del expresidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson sobre la tienda de campa?a y la direcci¨®n en que se aliviar¨¢n sus moradores: siempre ser¨¢ mejor de dentro afuera que no al rev¨¦s).
Una vez superados los veinte miembros, el grupo resultar¨¢ tumultuoso y perder¨¢ toda utilidad, lo que anular¨¢ cualquier oposici¨®n a su ilimitado crecimiento. Como por desgracia el historiador y humorista brit¨¢nico no dio consejo alguno a los infortunados presidentes de tales asambleas, espigar¨¦ aqu¨ª algunas t¨¦cnicas conocidas para encauzarlas.
Comenzar¨¦ con dos m¨¦todos eficaces pero violentos. El primero, el cintur¨®n aturdidor (stun belt), un ingenio que administra una descarga a quien desoye las indicaciones del presidente, se usa todav¨ªa en los juzgados de ciertos pa¨ªses en los que el acendrado respeto a las libertades p¨²blicas convive con una cruel e inusual brutalidad p¨²blica contra quienes las desaf¨ªan.
El segundo, la trampilla o m¨¦todo Apeles-No, es una t¨¦cnica de neutralizaci¨®n del orador importuno mediante su remoci¨®n f¨ªsica en vertical. El dispositivo activador de la trampilla, autocr¨¢tico en el caso de aquel malvado Doctor-No contra quien se bat¨ªa James Bond, fue democratizado por un imaginativo cl¨¦rigo hispano, que lo vincul¨® a la decisi¨®n mayoritaria del auditorio.
De entre los m¨¦todos pac¨ªficos, el m¨¦todo Tiebout o de votaci¨®n con los pies (voting with the feet) es un sistema que, practicado en parlamentos y asambleas internacionales, permite a los asistentes abandonar libremente la sala y desairar a los oradores -lo que en las reuniones internacionales ocurrir¨¢ indefectiblemente tras el discurso del delegado americano-. Si la sesi¨®n es retransmitida, la c¨¢mara deber¨¢ poner buen cuidado en soslayar cualquier plano del campo de desolaci¨®n, mustio collado, al que el fogoso orador dirige su prosa.
Menci¨®n aparte merece el que, basado en la desmoralizaci¨®n de los oradores, osar¨¦ llamar m¨¦todo Tietmeyer, en recuerdo de la ¨¦poca en que el hoy responsable del Bundesbank (banco central alem¨¢n) presid¨ªa en Bruselas el Comit¨¦ Monetario. Quien lo use deber¨¢ salir de su domicilio con las conclusiones del comit¨¦ ya redactadas y salvar¨¢ las apariencias engastando en ellas alg¨²n breve pasaje captado en la reuni¨®n y acorde con sus propias convicciones.
Acaso la t¨¦cnica m¨¢s propia de una econom¨ªa de mercado sea la de "el que habla paga" o m¨¦todo Tullock, as¨ª llamada en honor del economista de Virginia. Esta t¨¦cnica asimila las intervenciones orales utilizadas en una reuni¨®n a la poluci¨®n medioambiental -un coste externo que el contaminador impone a sus indefensos conciudadanos- y las limita, pues, mediante un canon que iguala el disfrute neto de quien habla con el pesar de quienes escuchan.
?Qui¨¦n afirm¨® que una gran asamblea era inmanejable?
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