El eslab¨®n d¨¦bil del Gobierno
Todo parece indicar que los socialistas han decidido tomar al ministro Piqu¨¦ como objetivo principal en sus intentos de empezar a desgastar al Gobierno. Es tan escasa o, por lo menos, tan escasamente visible la tarea opositora de los socialistas que si concentran dos o tres dardos en un punto puede perfectamente hablarse de campa?a. Y, sin embargo, no debe sorprender a nadie que el PSOE tire contra Piqu¨¦. Porque, aunque parezca contradictorio, es, a la vez, el s¨ªmbolo del nuevo estilo escogido por Aznar, despu¨¦s de aprender que la bronca siempre perjudica al que gobierna, y el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena gubernamental.Una cosa no es ajena a la otra. Este modo de hacer pol¨ªtica, aparentemente desideologizado, que busca desactivar el lenguaje, porque decir las cosas por su nombre crea divisi¨®n y conflicto, y que intenta traducir una cierta banalidad tecnocr¨¢tica, como invitando a la ciudadan¨ªa a alejarse de la vida p¨²blica, no es ajeno a la cultura que dice que el mercado es la medida de todas las cosas y que, finalmente, lo ¨²nico que cuenta son los dineros. Y en este cruce de caminos entre el estilo y la ideolog¨ªa subyacente est¨¢ la debilidad pol¨ªtica de Piqu¨¦. Piqu¨¦ es un hombre nuevo en estas tareas que viene del mundo empresarial. Por m¨¢s que en estos tiempos posideol¨®gicos el ¨²nico discurso descifrable sea el de los intereses privados, la pol¨ªtica tiene algunas claves que exigen aprendizaje.
Para Piqu¨¦ las cosas han ido muy deprisa en pol¨ªtica. El tiempo de aprendizaje ha sido corto y ha tenido la suerte de ahorrarse el calvario de las inacabables reuniones de partido, de las mil y una intrigas que hacen que el pol¨ªtico aprenda enseguida la jaculatoria que dice "Dios me libre de mis amigos pol¨ªticos, que de mis enemigos ya me libro yo". Piqu¨¦ supo encandilar al jefe de la oficina y ¨¦ste le llam¨® a su lado salt¨¢ndose por completo el escalaf¨®n. Los partidos ser¨¢n m¨¢s o menos eficientes, pero tienen corazoncito patriotero y no perdonan el intrusismo.
No es ¨¦ste, sin embargo, el punto m¨¢s d¨¦bil de Piqu¨¦. Se habla de sus amistades peligrosas: De la Rosa contamina todo lo que toca. Pero esto es el pasado. Hoy su debilidad principal viene de que est¨¢ en el centro de la confusi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado que tanto ha fomentado la derecha desde que decidi¨® que todo lo privado es bueno por naturaleza y que lo p¨²blico es un mal que hay que soportar y debilitar en lo posible. Una argumentaci¨®n ideol¨®gica que, en contra de lo que se predica, no delimita los campos, sino que los confunde. Transferir del mal al bien, de lo p¨²blico a lo privado, se ha convertido, aqu¨ª y fuera de aqu¨ª, en una aut¨¦ntica feria en la que el capital privado se asegura negocios importantes con cuantiosas ayudas y exenciones por parte del Estado, es decir, con dinero p¨²blico. Piqu¨¦, al que el cargo de portavoz ya no le permite parapetarse en la discreci¨®n como cuando s¨®lo gobernaba Industria, est¨¢ en el meollo de las transferencias y de las promiscuidades, un territorio en el que hurgando siempre aparecen cosas feas que contar. En cierto modo, ¨¦l mismo lo reconoci¨® al decir que "entre 1.800 expedientes puede haber alguna ilegalidad".
El empe?o de Aznar en mantenerle en dos sitios tan contraindicados -portavoz e Industria- deber¨ªa hacer reflexionar a Piqu¨¦ sobre la precariedad de su ¨¦xito. Quiz¨¢s el presidente piense que es mejor esperar que uno se queme por completo antes que empezar a quemar a otro.
Queda un ¨²ltimo punto d¨¦bil de Piqu¨¦. Aznar no le eligi¨® s¨®lo por sus capacidades de seducci¨®n y sonrisa. Aznar necesitaba a alguien que robara a Converg¨¨ncia i Uni¨® el monopolio de las relaciones con los empresarios catalanes. Y Piqu¨¦, que al descolgar el tel¨¦fono ya sabe lo que quiere el empresario que le llama porque les conoce a todos de memoria, es un ariete ideal. S¨®lo que este territorio, en el que Roca y Homs reinaron durante a?os, tiene que ver con las funciones de lobby y es una de aquellas zonas lim¨ªtrofes en que la diferenciaci¨®n entre p¨²blico y privado se desvanece a menudo. Probablemente Aznar ha cargado demasiadas cosas sobre los hombros de Piqu¨¦. Y eso le hace un eslab¨®n d¨¦bil y quiz¨¢s fungible.
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