Un mosaico de ilusiones infantiles

La fiesta de San Sebasti¨¢n termin¨® tal y como empez¨®, con un estruendo general de tambores y barriles en la plaza de la Constituci¨®n. Todos los a?os se renueva la misma ceremonia solemne, desde la izada hasta la arriada de la bandera, dando arraigo a la celebraci¨®n m¨¢s popular y musical de cuantas se ofrecen en el calendario festivo donostiarra. Toda la fiesta es una multitud, de principio a fin, tanto la apertura como la clausura de la misma, aunque la mayor congregaci¨®n de gente se produce durante el desfile de la tamborrada infantil. Un esmerado y mod¨¦lico dispositivo de la organizaci¨®n consigue concentrar en un punto de la ciudad a 4.200 peque?os soldados inflados de ilusi¨®n y presos de la intranquilidad por comenzar a batir sus palillos sobre el tambor. Todas las tamborradas de adultos hacen un par¨¦ntesis y detienen su marcha para ceder el protagonismo de la fiesta a los ni?os. Una marea de infantes se coloca estrat¨¦gicamente en los jardines de Alderdi Eder, un emplazamiento que este a?o recupera el sabor de la fiesta tras su remodelaci¨®n. Frente a la fachada principal del Ayuntamiento, reci¨¦n rehabilitada tambi¨¦n, las 50 compa?¨ªas pertenecientes a 43 colegios de la ciudad aguardaron impacientes la orden de salida. El general de la tamborrada, Be?at Zubiarrain, como mandan los c¨¢nones, sali¨® al balc¨®n consistorial para dirigirse a la tropa: "Hay que estar en San Sebasti¨¢n para conocer esta gran fiesta, ¨²nica en el mundo", les dijo por megafon¨ªa, y cerr¨® la arenga con el obligado "aupa la Real", que fue respondido con un estruendo de tambores. Antes, la Bella Easo, In¨¦s Zeberio, les anim¨® a "demostrar toda nuestra alegr¨ªa". Cuando sonaron los primeros compases de la Marcha de San Sebasti¨¢n, el Tambor Mayor Miguel Garagorri tom¨® el mando hasta completar toda la melod¨ªa de Raimundo Sarriegi. La ciudad se abri¨® a la largu¨ªsima columna de tamborreros ataviados con trajes napole¨®nicos. Una por una, de acuerdo a un orden preestablecido, las compa?¨ªas iniciaron el desfile por las calles c¨¦ntricas, siempre redoblando al ritmo de la Marcha. La carroza de la Bella Easo, que cerraba la comitiva, tuvo que esperar casi dos horas hasta ponerse en movimiento. El alcalde, el socialista Od¨®n Elorza, y la soprano Ainhoa Arteta presenciaron el espect¨¢culo desde una terraza del Ayuntamiento poco antes de comenzar el acto de la entrega a la soprano del Tambor de Oro, que reuni¨® a numerosas autoridades p¨²blicas, de la cultura, el deporte y ciudadanos donostiarras. Entre ellos se encontraba el alcalde de Bilbao, el peneuvista Josu Ortuondo, quien fue propuesto para recibir este galard¨®n, seg¨²n desvel¨® su hom¨®logo donostiarra. Su candidatura fue defendida porque "nadie promociona m¨¢s nuestra ciudad que el Guggenheim de Bilbao". Ortuondo, asiduo a la fiesta de la Tamborrada, se alegr¨® de que el museo bilba¨ªno "atraiga a muchas personas a San Sebasti¨¢n". Por la tarde se sumaron de nuevo las tamborradas de mayores, con especial atenci¨®n en la Pe?a Anastasio, integrada por m¨¢s de 600 miembros. La Uni¨®n Artesana, sociedad que siempre cierra la fiesta patronal, toc¨® por ¨²ltima vez este a?o la Marcha de San Sebasti¨¢n, una pieza musical que est¨¢ reservada solamente para este d¨ªa. A diferencia de la izada, la arriada es un acto m¨¢s entra?able, ¨ªntimo y koshkero. Es una plegaria para que el calendario corra r¨¢pido hasta el siguiente 20 de enero.
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