Barataria de aqu¨ª
PACO MARISCAL ?Qu¨¦ dif¨ªcil es tasar la lectura de un libro mediante un ar¨¢bigo! El precio del que figura en el anaquel de la librer¨ªa es otra cosa: ese est¨¢ en el dorso o la contraportada y depende del curso de la peseta o el euro, o de la inflaci¨®n y el IPC, y sacamos de nuestra faltriquera el monto como peaje para viajar por sus p¨¢ginas. Pero ?c¨®mo tasar la lectura de un poema de Ausi¨¤s March, valorar esa Biblia de civismo que se rastrea en El Quijote, o la obra en valenciano de nuestros escritores contempor¨¢neos, olvidada por nuestro presidente auton¨®mico en la protoinauguraci¨®n de la Biblioteca Nacional de Sant Miquel dels Reis? Pueden valorarse con facilidad las faltas de ortograf¨ªa o la redacci¨®n de una placa inaugural: es casi una cuesti¨®n de calificaci¨®n escolar. Pero tasar, valorar o fijar un precio en el ¨¢mbito de la cultura es tarea ardua. En otros ¨¢mbitos, sin embargo, no lo es. Digamos que en cuestiones relacionadas con la administraci¨®n del dinero p¨²blico o en la escena de las transacciones comerciales, la valoraci¨®n y el precio se formulan en ar¨¢bigos concretos, en matem¨¢tica que se debe controlar. El mism¨ªsimo Don Quijote, tan loco y tan cuerdo, lo tuvo claro: le aconsejaba al gobernador Sancho Panza que vigilase pesos y medidas, que evitase con su presencia entre los comerciantes la sisa y el fraude; Sancho, dirigente pol¨ªtico de Barataria, deb¨ªa ser exigente y evitar el enga?o en tasas, pesos, precios y medidas; "coco y espantajo" para defraudadores deb¨ªa ser el gobernador de la ¨ªnsula, le escrib¨ªa el caballero de la adarga antigua. En el umbral del siglo XXI y con la democracia participativa como sistema, el consejo del cuerdo caballero les viene a resultar un anacronismo trasnochado a algunos de los gobernantes de nuestra peculiar Barataria valenciana. Porque no de otra forma se entiende que -sin prudente vigilancia, sin tasa ni medida- el gobierno municipal de Rita Barber¨¢ pague 118 millones por unos solares, cuya valoraci¨®n poco antes hab¨ªa sido de 48 millones. No, no es la alcaldesa de la capital del Turia de plata coco y espantajo delante de turbios y retorcidos negociantes. Y... ?c¨®mo entender el entramado barroco o el claro-oscuro mercantil de ciertas transacciones realizadas por la provincial Diputaci¨®n de Castell¨®n que gobierna Carlos Fabra? Sin peso ni medida, sin la prudente vigilancia del gobernante que aconsejaba el caballero del galgo corredor, adquiere para la instituci¨®n que gobierna un edificio, y paga al industrial propietario del mismo 600 millones; el edificio est¨¢ inutilizado desde su compra, y se da la circunstancia temporal que el industrial vendedor compra a su vez unos terrenos en una poblaci¨®n cercana a la capital de La Plana; el mun¨ªcipe principal de dicha poblaci¨®n es a su vez vicepresidente de la provincial Diputaci¨®n que gobierna Carlos Fabra; y el vicepresidente de C. Fabra, raudo y veloz, como el can del enamorado de Dulcinea, reclasifica los terrenos adquiridos por el industrial, que... la tasa y la valoraci¨®n cremat¨ªstica, que el cuidado y desvelos en la administraci¨®n de la hacienda p¨²blica, que la prudente presencia del gobernante que garantiza la rectitud del precio y la medida son m¨¢s dif¨ªciles de fijar que el precio en euros de la lectura de los poemas de Ausi¨¤s March. Pero son solares, son terrenos, son cemento, son millones en pesetas o euros de los contribuyentes valencianos. Y s¨®lo la poca claridad y trasparencia en las transacciones y tasaciones ser¨ªan m¨¢s que suficiente motivo de sonrojo o de jubilaci¨®n de algunos miembros del gobierno de esta Barataria valenciana de nuestros d¨ªas.
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