"Te queremos, C¨²per, qu¨¦date"

Mallorca se lanz¨® directa al coraz¨®n de H¨¦ctor C¨²per. Y el entrenador argentino no hizo un sola mueca, ni un gesto que le anunciase al fin humano. Volvi¨® a esconder sus sentimientos, a enfundarse en su hermetismo, en su disfraz de piedra, pero ¨ªntimamente se emocion¨®. Seguro que se emocion¨®, que llor¨® por dentro. Al menos de ello estaba convencida su propia mujer, que presenci¨® la escena con los pelos de punta y disimulando sus l¨¢grimas con unas gafas de sol que la luz de la sala no reclamaba, que tambi¨¦n se encogi¨® por dentro al comprobar c¨®mo unas 1.500 personas, reunidas en el aeropuerto de Palma, coreaban el nombre de su marido, le gritaban todo su cari?o y le suplicaban, casi de rodillas, que se quedara, que no dejara al equipo, como parece inevitable, al final de temporada. Sobre el discurso de los due?os, del capit¨¢n, del propio entrenador, por encima de todo el jolgorio y la fiesta del fant¨¢stico y multitudinario recibimiento que se encontr¨® ayer el Mallorca, se erigi¨® el grito un¨¢nime y desesperado de la afici¨®n: "Nosotros te queremos, C¨²per qu¨¦date". Ciertamente result¨® conmovedor.El Mallorca amaneci¨® triste en Birmingham, demasiado afectado por la derrota ante el Lazio. Y con ese aspecto depresivo abandon¨® la ciudad inglesa. Dos horas despu¨¦s, sin embargo, el equipo fue acogido por sus seguidores como si viniera de ganar la Recopa la noche anterior, no de perderla. Ni los c¨¢nticos ni los aplausos, por numerosos que fueron, daban para abarcar tanto afecto. Apoyados sobre la barandilla del piso superior, al que se recurri¨® como improvisado escenario, los jugadores miraban perplejos y agradecidos a la concurrencia. Observaban el episodio con atenci¨®n extrema, como quien no entiende nada pero tampoco est¨¢ dispuesto a perderse el m¨ªnimo detalle.