Mamarrachos
He aqu¨ª una visi¨®n sobrenatural e indescriptible: Fraga ataviado con un chaleco de motorista lleno de flecos. As¨ª vestido salud¨® el otro d¨ªa a cientos de moteros que se hab¨ªan concentrado en Compostela tras hacer la peregrinaci¨®n del jubileo. Que los motoristas peregrinen ya resulta en s¨ª mismo un poco raro; pero que don Manuel se embuta en un chaleco de ?ngel del Infierno es un acontecimiento nacional que no dudo en calificar de estremecedor. Qu¨¦ extra?a afici¨®n muestran los pol¨ªticos a ponerse chalecos, sombreros, chaquetillas, cascos, mantones de manila o ponchos ind¨ªgenas. Por ejemplo, hay un retrato de Felipe Gonz¨¢lez con un gorrito peruano calado hasta las cejas que todav¨ªa hoy, al recordarlo, hace que se me erice el vello en el espinazo. Resulta ciertamente enigm¨¢tico que todos esos individuos hechos y derechos (y algunos incluso ya bastante deshechos) decidan comportarse como unos mamarrachos, ante todas las c¨¢maras y tan campantes. Cuando menos, esto indicar¨ªa que una gran parte de la clase pol¨ªtica carece de sentido del rid¨ªculo, lo cual me parece un defecto m¨¢s bien grave, porque el sentido del rid¨ªculo es un exudado de la capacidad autocr¨ªtica y de la inteligencia.
Pero me temo que la cosa es peor. Esto es, me temo que estos se?ores y se?oras que no tienen empacho en apretarse una cincha con plumas en la frente no son sino vendedores de apariencias, una nada interior que s¨®lo visten con el disfraz o las plumas de los dem¨¢s. La demagogia y el populismo consisten en eso: en decir al otro s¨®lo lo que el otro quiere o¨ªr, y en fingir que uno es exactamente como ese otro, al margen de lo que se piense en realidad.
En esto los pol¨ªticos son como Zelig, aquel magn¨ªfico personaje de Woody Allen que se adaptaba camale¨®nicamente a lo que los dem¨¢s quer¨ªan de ¨¦l: si estaba con jud¨ªos ortodoxos se convert¨ªa de inmediato en un rabino; si con camioneros lujuriosos, en una rubia pechugona. S¨®lo que Zelig no pod¨ªa evitar su transformaci¨®n, mientras que los pol¨ªticos se ponen hechos unos adefesios voluntaria y libremente, creyendo que as¨ª ara?ar¨¢n m¨¢s votos. Y lo peor de todo es que a veces aciertan.
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