Recuerdos de Irlanda
LOS AUTORES del atentado de Omagh siguen libres y la paz en Irlanda del Norte se mantiene en precario. El domingo pasado se cumpl¨ªa un a?o de la m¨¢s sangrienta matanza de estos 30 a?os de violencia sectaria, pero ni siquiera el recuerdo de las v¨ªctimas -29 muertos, nueve de ellos ni?os, m¨¢s de 200 heridos- impidi¨® que se reprodujeran los enfrentamientos de todos los a?os en agosto, con motivo, o con la excusa, de las marchas claramente provocadoras de los unionistas.La emoci¨®n de entonces pareci¨® alcanzar incluso a los grupos paramilitares. Miembros del IRA contactaron uno a uno a decenas de disidentes relacionados con el grup¨²sculo sospechoso de ser el responsable del atentado, conmin¨¢ndoles a desistir. No ha habido nuevas matanzas, aunque s¨ª algunos atentados individuales presentados como ajustes de cuentas, y s¨®lo una persona, actualmente en libertad provisional, est¨¢ procesada por su supuesta relaci¨®n con la carnicer¨ªa de Omagh. Y el proceso de paz est¨¢ embarrancado.
Lo est¨¢ en la pr¨¢ctica desde hace meses; pero, oficialmente, desde que el 15 de julio los unionistas moderados se negaron a participar en la elecci¨®n de un Gobierno con participaci¨®n del Sinn Fein, brazo pol¨ªtico del IRA, mientras esta organizaci¨®n no entregara las armas. El acuerdo de Viernes Santo de 1998 daba dos a?os de plazo para ello, pero con el sobrentendido de que el desarme avanzar¨ªa en paralelo a la liberaci¨®n de los presos. Muchos de ¨¦stos han ido saliendo, pero el IRA no ha entregado ni una pistola. El Sinn Fein, por su parte, alega que su derecho a formar parte del Gobierno de Irlanda del Norte lo ganaron en las urnas, y, de otro lado, que ellos no son responsables de que el IRA se desarme o no.
Los unionistas tienen motivos para desconfiar, pero en realidad el planteamiento descansa en un equ¨ªvoco: el de que entregar algunas armas, o incluso todo el arsenal, implica renunciar a la lucha armada. No hay tal, porque al IRA no le costar¨ªa gran cosa rearmarse si as¨ª lo decidiera. La exigencia unionista es por tanto en cierto sentido absurda; hace depender todo el proceso de un mero gesto simb¨®lico sin alcance real. Pero si es s¨®lo eso, ?por qu¨¦ el IRA se niega a satisfacerla? El senador norteamericano George Mitchell, repescado por Londres y Dubl¨ªn como mediador, no tendr¨¢ m¨¢s remedio que plantear esa cuesti¨®n en los contactos que inicia el 6 de septiembre.
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