La aventura de tener hijos
Nueve hijos, un microb¨²s familiar que los chicos llaman la furgo, ingenier¨ªa salarial para cumplir con interminables obligaciones de intendencia, fiestas de cumplea?os cada mes, la busca de regalos en las tiendas de todo a cien y una constante ebullici¨®n hogare?a o escolar. En casa del matrimonio Echegaray-Maldonado no hay televisi¨®n, ni piensan en comprarla. La fiesta, o la noticia, son cada d¨ªa sus ni?os, nueve, la mayor de 14 a?os, y el peque?o de uno y medio."Nosotros tenemos el deporte de la tertulia", dice Alberto Echegaray, un perito tasador de seguros de 52 a?os. Su mujer, Isabel Maldonado, arque¨®loga, es funcionaria y trabaja en el Inserso. Cuando se casaron, ¨¦l ten¨ªa 37 a?os, y ella, 29. "Si me dicen entonces que iba a tener nueve hijos, no me caso", dice, entre risas, Isabel. Alberto, sin embargo, siempre so?¨® con una familia numerosa, un deseo que relaciona con su infancia al lado de otros 10 hermanos. El matrimonio, uno de los 1.700.000 que en Espa?a tienen familia numerosa, viv¨ªa en Madrid, pero tuvo que abandonar su piso de 100 metros cuadrados por una casa mayor en Pozuelo, uno de los municipios que rodean la capital.
La hora de acostarse toca a las diez de la noche. Los padres han tenido visita y los chicos aprovechan para arrebatarles algunos minutos de jolgorio. La escena tiene 11 protagonistas principales y, en cada ¨¢ngulo del sal¨®n, resulta entra?able. Las televisiones que compiten estos d¨ªas con culebrones sobre personas encerradas en casas de cristal acaparar¨ªan las audiencias si pudieran entrar en este sal¨®n.
Son cinco ni?as y cuatro chicos los que esta noche, uno tras otro o varios a la vez, quieren hacerse o¨ªr por los padres. Pero la orden es firme: todos a la cama. Y ?lvaro, de a?o y medio, fr¨¢gil pero firme en el andar, se esconde; Pilar, de tres, persiste con sus graciosas exhibiciones de trapecista; Almudena, de 11, no para de hacer preguntas, y los chicos Alberto, Claudio y Jos¨¦ Mar¨ªa inventan razones para quedarse a jugar otro rato.
Por la ma?ana, el ajetreo no es menor, cuenta Isabel, que acaba de ser elegida vicepresidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Familias Numerosas. Ella les lleva y les trae al colegio a Madrid en la famosa furgo, y los ocho, incluida la peque?a Pilar, suben al microb¨²s familiar de segunda mano llevando en la mochila una tartera con la comida. La cartera no alcanza para el almuerzo del colegio.
"Cuando naci¨® Isabel, mi primera hija, yo no sab¨ªa ni ba?arla. Ten¨ªa que venir Alberto a ayudarme, y era como una ceremonia", cuenta la madre. Ahora, con ocho hijos m¨¢s, todo le parece m¨¢s f¨¢cil. El secreto es la organizaci¨®n. Y el preocuparse s¨®lo por lo fundamental. "Si una ma?ana me llega alguno a la furgo sin abrigo o sin camiseta, no pasa nada. Lo importante es que est¨¦n los ocho, y con sus mochilas. Est¨¢n sanos, inmunizados", dice, orgullosa, Isabel. "Menos con los dientes, y en eso se parecen a m¨ª", precisa el padre.
Alberto Echegaray pone as¨ª, sobre la mesa, el tema de las ayudas del Estado a las familias numerosas. ?Dentista gratis, para empezar! "No digo que atiendan cosas de est¨¦tica, pero la boca es un problema de salud, e imag¨ªnate qu¨¦ dineral", dice la madre. El matrimonio pide una nueva ley de familias numerosas y medidas de ayuda muy concretas. Y pone a Francia como ejemplo. Pero los dos, que son creyentes cat¨®licos, coinciden en que el problema, "m¨¢s que econ¨®mico, es de mentalidad."
En la otra esquina
El matrimonio Crespo-Gonz¨¢lez se encuentra en la otra esquina de los ¨ªndices de natalidad, la de los 12 millones de hogares con s¨®lo uno o dos hijos. Ella, Concepci¨®n Gonz¨¢lez Toribio, naci¨® en 1953 en Puentenansa, en las monta?as de Cantabria, se cas¨® por la Iglesia a los 20 a?os y tuvo una hija que ya cumpli¨® los 25 y que trabaja en Alemania como ingeniera t¨¦cnica industrial. ?l, Juan Jos¨¦ Crespo, es de Los Corrales de Buelna, tiene 50 a?os y es empleado de banca en Torrelavega, una comarca fabril meticulosamente maltratada por la crisis y las reconversiones.
Cuando se conocieron, Concepci¨®n ya estaba separada de su primer marido y se ganaba la vida con sacrificio como dependienta de comercio. Hace poco, a sus 47 a?os, termin¨® los estudios de auxiliar de cl¨ªnica y psiquiatr¨ªa, y ahora prepara oposiciones.
Despu¨¦s de vivir juntos un par de a?os, decidieron casarse por lo civil, en 1988, y tener un hijo, el primero para Juan Jos¨¦ Crespo. Se llama Pablo, tiene 9 a?os y cursa 4? de primaria en el Fernando de los R¨ªos. "Un colegio p¨²blico, por supuesto", dice Crespo con orgullo por su elecci¨®n y por el funcionamiento del centro. Hace a?os milit¨® con pasi¨®n en la izquierda, pero ahora prefiere dedicar su tiempo a varias iniciativas culturales y a escribir poes¨ªa o teatro, materias sobre las que ha publicado algunos libros.
"Desde el principio quisimos tener s¨®lo este hijo, pero nos preocupan los problemas demog¨¢ficos", dice el marido. Y lo confirma Concepci¨®n, que recita de memoria las ¨²ltimas estad¨ªsticas de fertilidad en Espa?a. "Nosotros, con nuestros dos hijos, estamos por encima de la media nacional", afirma. Tambi¨¦n les inquieta que Pablo sienta el s¨ªndrome del hijo ¨²nico, ahora que su hermana vive en Alemania. Cada s¨¢bado le env¨ªan a una reuni¨®n de chavales que organizan unos curas progres de la ciudad y en verano Pablo acude a campamentos infantiles.
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