Aguafuerte canario ENRIQUE VILA-MATAS
Quieto en casa, literal y literariamente paralizado, incapaz de encontrar una sola idea convincente para la cr¨®nica. La sospecha terrible de estar acabado. As¨ª estaba yo el otro d¨ªa, pensando (como en la canci¨®n de Serrat) que al techo de mi casa le ir¨ªa bien una capa de pintura.Buscando ideas en los peri¨®dicos, encontr¨¦ un art¨ªculo de L¨¢zaro Covadlo en el que celebraba el centenario de Roberto Arlt, gran escritor argentino poco conocido en Espa?a. Pens¨¦ que pod¨ªa hablar de Arlt en la cr¨®nica, pero pronto (como me suced¨ªa con todas las ideas que ten¨ªa) me desanim¨¦. La de Arlt fue una m¨¢s de las muchas ideas que desde?¨¦ poco antes de viajar a La Laguna, Tenerife. Tal vez en esa isla me suceder¨ªa algo que pudiera trasladar a la cr¨®nica.
En la Feria del Libro de Ocasi¨®n de La Laguna particip¨¦ en un debate que llevaba el t¨ªtulo inc¨®modo de ?El lector nace o se hace? El escenario era raro y fr¨ªo: una ermita. Se dijeron, dije yo tambi¨¦n, muchos t¨®picos. Cansado de tanto o¨ªr que hab¨ªa que leer, hacia el final del debate me atrev¨ª a decir que es mejor vivir que leer, pues a fin de cuentas en ning¨²n libro vamos a encontrar algo que nos sorprenda. Si hemos vivido mucho -dije-, todo lo que encontremos en un libro nos parecer¨¢ viejo y ya sabido. Es cierto -a?ad¨ª- que es mejor leer que no leer, pero tambi¨¦n es cierto que eso no redime de nada y, adem¨¢s, lo importante es saber qu¨¦ leemos, porque se pueden leer muchas imbecilidades y entonces casi es mejor no leer.
A la ma?ana siguiente, fotografi¨¦ la ermita. Continuaba sin ideas para la cr¨®nica. Me di una vuelta por la Feria del Libro. Sent¨ªa mi moral de escritor m¨¢s fr¨¢gil que nunca. Andaba entre los libros viejos, me mov¨ªa entre ellos, pero segu¨ªa sinti¨¦ndome literal y literariamente paralizado. Y en eso se produjo la revelaci¨®n, el peque?o milagro. Di con un libro que hac¨ªa a?os que buscaba sin buscarlo demasiado: una antolog¨ªa de cr¨®nicas period¨ªsticas de Roberto Arlt. A esas cr¨®nicas, escritas en Buenos Aires, Roberto Arlt las llamaba Aguafuertes porte?as.
Quien ha le¨ªdo un poco a Arlt sabe que encontrar un libro no le¨ªdo de ¨¦l es todo un acontecimiento. A m¨ª hace unos a?os me hab¨ªan regalado Aguafuertes espa?olas, cr¨®nicas de su nervioso viaje por la Pen¨ªnsula. Ese libro me hab¨ªa llevado a leer El juguete rabioso y otras novelas de este autor, pero me faltaba encontrar Aguafuertes porte?as, antolog¨ªa de cr¨®nicas que, sin saberlo yo, estaban aguard¨¢ndome en la quietud isle?a de la plaza del Adelantado de La Laguna, Tenerife.
En otra quietud, la de mi cuarto de hotel, encontr¨¦ una inquietud, la que ten¨ªa Arlt acerca de la inutilidad de los libros. Bendita coincidencia. En el ¨²ltimo de los aguafuertes del libro, Arlt comenta la carta que recibe de un lector que le pide que escriba algunas notas sobre los libros que deber¨ªan leer los j¨®venes, "para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de la existencia".
Y dice Arlt: "No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. Pero, ?en d¨®nde vive? ?Cree usted acaso, por un minuto, que los libros le ense?ar¨¢n a formarse un concepto claro y amplio de la existencia?". Arlt dice esto y a continuaci¨®n le explica al lector que lo que hacen los libros es desgraciar a los hombres, pues no conoce un solo hombre feliz que lea. Para Arlt, si hubiera un libro que ense?ara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estar¨ªa en todas las manos, en todas las escuelas, en todas las universidades. Para Arlt, si la gente lee es porque espera encontrar la verdad en los libros cuando lo m¨¢s que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no la verdad de los hombres.
?Y cu¨¢l es la verdad del autor? Aqu¨ª la crueldad y el realismo de Arlt son implacables: "Todos nosotros los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. Nada m¨¢s. Y para ganarnos el puchero no vacilamos a veces en afirmar que lo blanco es negro y viceversa". Lo que Arlt, en su ¨¢nimo desmitificador, viene a decir es que el escritor es un se?or que tiene el oficio de escribir, como otro tiene el de fabricar casas. Con la diferencia de que los libros no son tan ¨²tiles como las casas, y con la diferencia tambi¨¦n de que un constructor no es tan vanidoso como un escritor.
Regres¨¦ de La Laguna con una idea para esta cr¨®nica y con uno de los libros que me han resultado m¨¢s ¨²tiles en esta vida. Y es m¨¢s, con un concepto claro. Con un concepto claro, no de la existencia, sino de la supervivencia.
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