Cita con la historia
Ayer, la historia se cit¨® con actores y p¨²blico en la plaza de Jerez. Curro Romero cort¨® un rabo y Rafael de Paula se cort¨® la coleta 40 a?os despu¨¦s de tomar la alternativa en Ronda.Nadie se atreva a hacer un juego de palabras ingenioso con cortar rabo y coleta, que son misterios de dolor y de gloria y abarcan la grandeza del hombre.
Curro Romero volvi¨® a personificar la gloria del toreo. Sali¨® el cuarto, y nada m¨¢s salir, lo hab¨ªa visto. Desde las tablas hasta el platillo toreando a la ver¨®nica y, si bien las primeras fueron despegadas, en el mismo centro tom¨® al toro de cerca haci¨¦ndolo girar en redondo hasta cuatro veces y rematando con una revolera. El toro renunci¨® una vez ante el caballo y derrib¨® luego al cogerlo por los pechos. Curro recet¨® dos y media y pidi¨® el cambio, petici¨®n que repiti¨® tras dos pares de banderillas.
Domecq / Romero, Paula, Finito Cuatro toros de Juan Pedro Domecq, bravo el 1?, nobles los dem¨¢s; al 4? se le dio la vuelta al ruedo, y 2? y 6? de Gabriel Rojas
Curro Romero: oreja; dos orejas y rabo. Rafael de Paula: tres avisos en los dos. Finito de C¨®rdoba: oreja en ambos. Rafael de Paula, al finalizar su actuaci¨®n en el 4? de la tarde, se arranc¨® la coleta, la tir¨® al suelo y se fue al burlardero llorando. Plaza de Jerez, 18 de mayo. 2? corrida de feria. Algo m¨¢s de media entrada.
La faena fue ejemplar: 19 pases, un desarme y cuatro de tir¨®n. All¨ª fueron los por bajo rematados con la trincherilla, los por alto largu¨ªsimos, dos derechazos y una nueva trincherilla, tres naturales citando de primor y tres por bajo. Estocada en la suerte de huir. No hubo m¨¢s, pero tampoco menos, que eso bast¨® para decir el toreo aut¨¦ntico, para convertir plaza en manicomio y para cantar la gloria. El toreo entr¨® por cada poro y se materializ¨® en cuerpo y alma.
En el primero, hab¨ªa apuntado con la capa y realiz¨® media faena.
Rafael de Paula instrument¨® cuatro ver¨®nicas de prodigio y media de cartel. La belleza de lo simple. En el quite, la ver¨®nica dur¨® un a?o entero. Despu¨¦s, no pudo ser; el toro se ce?¨ªa y Rafael no estaba para matarlo. No lo mat¨®. Se fue vivo en medio de un respeto imponente. En el quinto tore¨® a la ver¨®nica por espejismos y de verdad con la muleta, por alto muy de largo y con la derecha muy de verdad. Tan de verdad como que tampoco pudo matarlo. Despu¨¦s de sonar los tres avisos, desde la gloria al dolor, Rafael se cort¨® la coleta, pero nunca dejar¨¢ de ser torero, porque 40 a?os ocupan un lugar muy serio en la historia. Gracias, Rafael.
Finito de C¨®rdoba hizo una buena media faena y dej¨® de hacer la otra mitad que pudo ser mejor. Compuso la figura en los lances de recibo, l¨¢stima que abriera el comp¨¢s por el lado del pincho.
Se dobl¨® bien, instrument¨® derechazos que empezaron siendo f¨¢ciles y terminaron profundos, en series de cuatro, que pod¨ªan ser tales porque antes de dar el cuarto paso le hac¨ªa sitio al toro retrocediendo uno. Pero la izquierda, y ¨¦se es el gran pero, qued¨® in¨¦dita, ya que parec¨ªa sentirse m¨¢s protegido por la prolongaci¨®n del estoque que por la desnudez de la muleta. En el ¨²ltimo tuvo la torer¨ªa de brind¨¢rselo a sus dos compa?eros; trat¨® de pagarles una deuda de dolor y de gloria, pero el toro se raj¨®.
Los tres toreros dieron una vuelta al ruedo honda, emotiva y profunda.
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