DEBATE EN EL PSPV Dec¨¢logo para repensar la izquierda FRANCESC BAIXAULI
El autor aporta una serie de ideas para superar la crisis que viven
actualmente los socialistas
La flema exquisita que exhibe Javier Tusell en su art¨ªculo Dec¨¢logo para una izquierda aplastada (EL PA?S, 5 de abril de 2000) me ha animado a alumbrar un dec¨¢logo distinto, engendrado bajo los efectos del s¨ªndrome de duelo de quien se siente parte de la familia variopinta de la izquierda, no desde un estado de placidez estupenda. No tratar¨¦ de explicar una derrota que ahora era tan anunciada, seg¨²n sabemos por los diagn¨®sticos que cada ma?ana nos dan los buenos d¨ªas, emboscados tras el caf¨¦ con leche, sino que procurar¨¦ centrarme m¨¢s en la terapia que en el diagn¨®stico, intenci¨®n ¨²ltima y contrapunto del presente dec¨¢logo. Ya metidos en harina apunto que, posiblemente, esos tres millones de votos de izquierdas que se quedaron en la playa no han sido arrastrados a la indolencia s¨®lo a causa de las tormentas en el seno de los partidos de la izquierda, tormentas que ya exist¨ªan en las ¨²ltimas elecciones municipales y auton¨®micas cuando parad¨®jicamente vimos un repunte favorable de ¨¦sta. Quiz¨¢, si practicamos un corte transversal a esta formidable tormenta, las olas ocupan s¨®lo la superficie en un mar profundo. Efectivamente, creo que existen unas corrientes de fondo que remueven las capas profundas del voto de izquierdas, y que con la falta de oposici¨®n al gobierno central se han manifestado rotundamente, aunque en esa zona pel¨¢gica dif¨ªcil de explorar.
As¨ª, con la necesaria precipitaci¨®n -porque alguien tiene que precipitarse el primero para que los dem¨¢s acierten el lugar y la hora- y desde la inevitable inmodestia que supone atreverse con el t¨ªtulo mismo del presente art¨ªculo, paso a exponer unas ideas para repensar la izquierda.
1.- La izquierda no debe ser el negativo de la derecha, sino la alternativa a ¨¦sta.
Quiz¨¢, como en otros pa¨ªses siameses nuestros, esta izquierda irritada y pel¨¢gica a un tiempo est¨¢ obligando al pensamiento pol¨ªtico a dar una respuesta global a lo que tenemos ante nuestras narices: un cambio de civilizaci¨®n, con grandes oportunidades y muchas m¨¢s incertidumbres. Una crisis ecol¨®gica sin visos de soluci¨®n, un cambio de estructuras familiares y sociales, con nuevas maneras de explotar las personas y los pueblos, un cambio tecnol¨®gico y un ataque salvaje al individuo, que deja de ser ciudadano, familia de y opinador -si es que pod¨ªa serlo- para devenir consumidor, an¨®nimo y perplejo.: o podemos emplear la misma ch¨¢chara de la derecha, un discurso burocr¨¢tico que evidentemente no llega, porque donde no llega la burocracia se encuentra el sentido com¨²n. Es mucho mejor ofrecer una alternativa que favorezca las grandes revoluciones dom¨¦sticas: buena escuela p¨²blica de 0 a 3 a?os, subvencionar los alquileres a los j¨®venes, formaci¨®n permanente de personas adultas, becas para que nuestros estudiantes se desarrollen profesionalmente y como personas, prestando ayuda a pa¨ªses pobres y viendo la globalizaci¨®n desde el otro lado... En definitiva, tenemos que invertir m¨¢s en las personas, porque no s¨®lo de ladrillo vive el ciudadano.
2.- Desarrollar una democracia profunda.
El siglo XX ha demostrado que nunca la dictadura est¨¢ tan alejada de nuestro entorno como para que dejemos de avanzar en ingenier¨ªa democr¨¢tica. Hoy vemos que en el mejor de los casos al relajo le sucede el consiguiente varapalo: nazis vestidos de fino patinador en Austria y Pinochet redivivo, sentados a nuestra mesa.
Cambiemos el men¨² ¨²nico en forma de espesa sopa tecnocr¨¢tico-partidaria, que tanto empacha a nuestros electores. Como ejemplos de avances democr¨¢ticos posibles tenemos la elecci¨®n de los alcaldes y alcaldesas a doble vuelta, para respetar el criterio ciudadano y evitar la cada d¨ªa m¨¢s frecuente compraventa del concejal, la obligaci¨®n de los diputados de rendir cuentas a los votantes de su circunscripci¨®n, la reforma del Senado o las consultas populares para refrendar las propuestas que afectan de manera decisiva a la convivencia -reforma electoral, educaci¨®n y sanidad p¨²blicas, leyes de inmigraci¨®n...-.
3.- Predicar con el ejemplo.
Matricular a nuestros hijos en la escuela p¨²blica, hacer uso de la sanidad p¨²blica, no hacer ostentaci¨®n de posibles, hablar m¨¢s con los ciudadanos que con otros pol¨ªticos, administrar con mimo los recursos p¨²blicos, son recetas conocidas en muchos municipios donde conservamos mayor¨ªas contra corriente.
Es evidente que la vara de medir que utiliza la ciudadan¨ªa para valorar las actuaciones de personas y partidos de derechas o izquierdas no es la misma. A la izquierda se le exige m¨¢s, porque no puede ser de otra manera. Rold¨¢n es un ni?o de pecho comparado con los ladrones de guante blanco de los telefonillos, de acuerdo. Pero para la izquierda, la eliminaci¨®n de privilegios o la renuncia a ¨¦stos, la austeridad y la honestidad en el manejo de la cosa p¨²blica, son normas de conducta que dan cr¨¦dito a sus propuestas de cambio social. Si no actuamos as¨ª muchos electores no nos votar¨¢n por despecho y los nuevos ricos tendr¨¢n una coartada psicol¨®gica para votar a la derecha por primera vez.
4.- Abrir de par en par la casa a los simpatizantes.
Existe m¨¢s -mucha m¨¢s- democracia en la sociedad que en el seno de los partidos: el principio una persona un voto es sistem¨¢ticamente vulnerado. Pasadas la dictadura y la transici¨®n, la pura disciplina no es un valor socialmente reconocido, mientras que el propio criterio y la libertad para expresarlo son valores caudales que muchos ciudadanos temen perder con la afiliaci¨®n pol¨ªtica. A la izquierda corresponde proponer un nuevo modelo de compromiso c¨ªvico, a la carta, sobre temas puntuales. Los simpatizantes, incorporados a un censo donde ya figuran los militantes, deben tener la posibilidad de participar en las propuestas electorales y de votar en unas listas previamente presentadas por un partido, respetando su criterio y abriendo nuestra casa sin reservas, como anfitriones generosos.
5.- Los partidos de izquierdas deben ser diferentes.
Debemos reglamentar las primarias a doble vuelta, con ganadores blindados, as¨ª como practicar la elecci¨®n directa, desde las asambleas locales, de todos -s¨ª, todos- los cargos org¨¢nicos e institucionales, introducir elementos de higiene y cultura democr¨¢ticas, como la separaci¨®n de cargos org¨¢nicos e institucionales, la no acumulaci¨®n de cargos m¨¢s que en casos excepcionales y la limitaci¨®n de mandatos. Tambi¨¦n parece inteligente socializar los ¨¦xitos electorales y privatizar los fracasos: una dimisi¨®n a tiempo es la mejor penicilina tras una derrota presumiblemente contagiosa.
6.- La izquierda es cambio.
El socialismo fue primero s¨®lo una idea; despu¨¦s el movimiento obrero, el parlamentarismo o los derechos de la mujer le han dado cuerpo. Hoy en d¨ªa, cabe a?adir a todo esto los derechos de los pueblos y los de las generaciones futuras, porque el cambio se parece m¨¢s a una bola de nieve que a una de ping-pong.
Suresnes fue algo m¨¢s que una renovaci¨®n del PSOE. Creo que fue una refundaci¨®n en toda regla, pero en ning¨²n caso fue una traici¨®n a Pablo Iglesias. Pero hoy no se puede proponer un cambio en el color de la tapicer¨ªa del palacio de invierno sin ser acusado de un delito de lesa patria, o de atentar contra un "proyecto federal" que muchos no podemos ver porque parece ser que se transmite s¨®lo para abonados. S¨®lo si se produce y escenifica un nuevo Suresnes podremos avanzar.
7.- La izquierda es diversa.
La izquierda es un territorio difuso, que va desde el progresismo m¨¢s tibio hasta el m¨¢s sesgado a la izquierda. El prisma del desarrollo sostenible, la paridad radical o la solidaridad norte-sur son los nuevos motores de la izquierda. Apelar a las virtudes electorales del centrismo no debe servir para disfrazar una salida hacia delante que evite afrontar la soluci¨®n de los problemas de civilizaci¨®n y de hecho los agrave. Ni apelar a soluciones tocadas de izquierdismo infantil, ortodoxas y ajadas, que son el mejor seguro de las victorias conservadoras. Ni ese centro afrontar¨¢ jam¨¢s los problemas de civilizaci¨®n ni la izquierda de sal¨®n llegar¨¢ al poder. Como dice Jospin, debemos "unir a la voluntad reformadora de la sociedad el realismo de las propuestas", sin renuncios facilones y sin verdades reveladas, o sea, con alternativas.
8.- La izquierda debe ser federalista.
El mecanismo del tornillo y la rosca funciona en un carro y en un cohete espacial. De la misma manera, el principio federal puede funcionar en una junta de barrio o en la Asamblea General de la ONU.
Debemos aportar una perspectiva federal que oponer a los nacionalismos ib¨¦ricos, comenzando por el nacionalismo espa?ol, del que ha hecho bander¨ªa el PP. Tenemos que aprovechar el tempo hist¨®rico que marca el proceso de construcci¨®n europea para que unos y otros maticen sus pasiones nacionales y nos digan de qu¨¦ tipo de soberan¨ªa est¨¢n hablando cuando la Uni¨®n Europea tiene competencias m¨¢s importantes que las Cortes Generales. La discusi¨®n de los pr¨®ximos a?os va a ser c¨®mo es posible construir una federaci¨®n universal sin alienar los pueblos que la conformen.
9.- La unidad de acci¨®n de la izquierda y la obligaci¨®n de ejercer de oposici¨®n.
Cuestionar la mera posibilidad de unir las fuerzas de la izquierda s¨®lo interesa a la derecha. El pacto PSOE-IU es un paso en la direcci¨®n adecuada, pero ni en pol¨ªtica ni en ning¨²n orden de la vida se puede pasar del insulto a la vicar¨ªa, sin m¨¢s. Adem¨¢s, los pactos de la izquierda del siglo XXI no se pueden consolidar desde la c¨²pula, sino que se han de promover desde las bases de los partidos y desde la sociedad civil.
La unidad de acci¨®n de la izquierda pol¨ªtica y social es un primer paso necesario, por ejemplo para la defensa de la ense?anza p¨²blica de calidad, la sanidad p¨²blica, los derechos laborales y todos los resortes de protecci¨®n social. A ¨¦sta le deben suceder las propuestas electorales, las candidaturas conjuntas o los pactos postelectorales. Pero un pacto escenificado y por tanto bombardeado como tal, no tiene sentido si no se unen los votos de los dos partidos para que dos y dos sumen cinco: es algo as¨ª como tragarse el hueso y despreciar la carne.
10.- Aprender de la sabidur¨ªa de los viejos republicanos.
Hemos visto a los viejos republicanos renunciar de manera consciente y colectiva a la revancha, por construir una democracia para todos. Pero nosotros, desde distintos partidos, vetamos incluso al compa?ero y procuramos ser incompatibles con las otras izquierdas. La unidad de la izquierda desde su diversidad, la importancia de la propia coherencia, hacernos ver que el demonio tiene adeptos, o que el car¨¢cter individual e inici¨¢tico de la b¨²squeda es capaz de soldar las propias convicciones al alma, son algunas de esas ense?anzas. S¨ª, s¨®lo necesitamos un gramo de la grandeza de esos j¨®venes republicanos.
Francesc Baixauli es militante del PSPV-PSOE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.