Ella r¨ªe sola
Ah¨ª la tenemos, encantada de la vida, elegante y guapetona. Con un moreno radiante durante ocho meses al a?o ?en Vitoria! No me negar¨¢n que la cosa tiene su m¨¦rito. Encina Serrano, Concejala de Cultura. Encinita la Fant¨¢stica, que lo mismo invita a los sufridos ciudadanos-m¨¢rtires de las fiestas de la ciudad a comprarse unos tapones para los o¨ªdos y as¨ª contrarrestar al imb¨¦il del bombo empe?ado en demostrarnos su virtuosidad musical a las seis de la ma?ana, que r¨ªe en la presentaci¨®n de un certamen de magia, o algo parecido, donde afirma entusiasta que "incluso vamos a hacer volar un piano".Porque ella r¨ªe. R¨ªe mucho. Supongo que para compensar otras carencias que, intuyo desde mi m¨¢s absoluta ingenuidad, deber¨ªa tener superadas quien ocupa un cargo como el suyo. Pero, en fin, tenemos lo que nos merecemos y no se trata ahora de llevarse las manos a la cabeza. Frivolidad a raudales para una sociedad devastadoramente fr¨ªvola. Si uno lo piensa un poco, tiene su l¨®gica.
Pero toda esta trivialidad primaria a granel ser¨ªa s¨®lo anecd¨®tica si no fuera porque ella, como su antecesora, justifica la tortura, siempre que ¨¦sta no se lleve a cabo en individuos humanos, claro est¨¢. Y la justifica de la misma manera que mucha gente hace lo mismo con negros, mujeres y pobres, por la sencilla raz¨®n de que no son blancos, varones, o no gozan de una desahogada posici¨®n econ¨®mica. El fen¨®meno de la discriminaci¨®n arbitraria es siempre igual de perverso y sus v¨ªctimas igual de inocentes. No importa a qu¨¦ especie biol¨®gica pertenezcan.
No quiero ser cruel. Por eso no tengo demasiadas esperanzas de que entienda siquiera a grandes rasgos de qu¨¦ demonios hablo. Mientras tanto, ella y otras muchas como ella lucir¨¢n su palmito en la plaza de toros, suficientemente lejos para no mancharse con las babas, la sangre y las heces de terror del pobre animal agonizante. Al mismo tiempo, con toda probabilidad Encina seguir¨¢ riendo.- Kepa Tamames. Vitoria-Gasteiz.
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